El hecho de fugarse es un objetivo en sí mismo, pero también es un medio para otras finalidades. En este caso, retomar el control de un cartel de larga data y propiciar la rearticulación con los otros, que hoy dan bandazos, están sin control y deambulan de forma dispersa, todo lo cual afecta el negocio y la agenda de control político y de negocios que de allí se desprende.
Lo que puede estar gestándose son cambios que afectarán no solamente el financiamiento electoral, sino también los...
El hecho de fugarse es un objetivo en sí mismo, pero también es un medio para otras finalidades. En este caso, retomar el control de un cartel de larga data y propiciar la rearticulación con los otros, que hoy dan bandazos, están sin control y deambulan de forma dispersa, todo lo cual afecta el negocio y la agenda de control político y de negocios que de allí se desprende.
Lo que puede estar gestándose son cambios que afectarán no solamente el financiamiento electoral, sino también los espacios y las alianzas para hacer negocios. No es lo mismo pactar con varios que buscan objetivos de pequeña monta (territorios para operar en lo local, pactos de no agresión, lavadoras de mediana envergadura, ampliar las complacencias de los mafiosos disfrazados de autoridades) que negociar con estructuras que por décadas han jugado en lides superiores, donde personajes como el Chapo representan los hacedores, los que marcan la agenda. Las reglas del juego cambian de un momento a otro. Pactar con ese tipo de actores que juegan desde las sombras representa largos capítulos de incertidumbre para quienes en la relación asimétrica están en posiciones de subordinación.
Por mucho que las estructuras criminales que operan de este lado de Mesoamérica quieran hacerse pasar por autónomas, con reglas propias, en realidad, los lazos y las dependencias de lo que sucede en México siguen imperando. No por gusto las autoridades del desmantelado Gobierno han salido presurosas a informar de las acciones que después del sábado están desarrollando para dar con el famoso narco, en caso de que él se encuentre de este lado de la frontera. La captura de policías federales en Huehuetenango huele a alertivo. También cabe la teoría de la desorientación: asustar con el petate del escapado para oxigenar una agenda nacional que a diario presenta escándalos que echan cubetazos de tierra sobre un presidente, quien por giros de la historia fue quien entregó en 1993 al narco después de ser capturado, aunque sobre el asunto se manejan diversas hipótesis que van desde la intervención de OPM en su calidad de encargado de la inteligencia militar hasta el beneficio económico recibido por tal acción pactada.
Baldizón y sus círculos tienen razones para estar asustados. Sus diversos frentes hacen agua. Sus financistas sufren remezones, el pelotón de persecución se les ha encimado, varios de sus operadores territoriales están más que señalados y otros esperan desde la madrugada si aparecen en los titulares o ven los sucesos durante el día por si les toca. De aquí en adelante les queda ser revoltosos, lo que les abre más riesgos.
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