Carta a Ricardo Andrade

Querido amigo:

No sé si estás observando desde dondequiera que te encontrés o si estás ocupado dando conciertos en otros universos, lejos, muy lejos de aquí.

Ya pasaron 14 años desde la última vez que te vi. En cuanto al rock nacional, te cuento que los Viernes Verde siguen activos. Los Bohemia Suburbana regresaron con fuerza y ya sacaron dos discos desde el último que escuchaste. Los Fábulas están a punto de sacar nuevo álbum. Los Razones de Cambio y La Tona ya no existen, pero a veces se juntan.

Ya no hay radios de rock y son muy pocos los espacios de difusión de música alternativa que han sobrevivido a la expansiva ola de reguetón, de música bailable y de pop, pero sobre todo de indiferencia.

Quiero contarte que hay muy buena música hecha por las nuevas generaciones de bandas guatemaltecas. Ojalá estuvieras aquí para escuchar. Aunque hay mucha gente interesada en esta música, jóvenes en su mayoría, el público que te seguía a vos y a tus contemporáneos ya no tiene curiosidad, ya no busca, ya no da oportunidades. Es como si hubieran presionado el botón de pausa y se hubieran quedado para siempre en lo mismo. Es una lástima.

Debo decir que te extraño. No como para ir a uno de esos tributos que proliferan por estas fechas (no necesito que otros lucren con mi nostalgia). Te extraño como amigo, como aquel con quien pasé horas hablando sobre música, soñando con éxitos por venir, comiendo tacos en lugares de poca confianza, viajando, riendo.

Te extraño como artista, como esa persona que todo el tiempo estuvo enfocada en su arte, en ser cada vez mejor, en componer mejores canciones, en buscar la evolución, en no dejarse vencer, en estar siempre en movimiento.

Aprendí mucho de vos. Siempre admiré tu forma de buscar el lado inesperado de las cosas, tu intensidad para vivir, tu pasión por lo que hacías.

Hoy, 14 años después de la última vez que te vi, me sigue doliendo que alguien te haya disparado, que te haya robado un brillante futuro, que haya dejado a Guatemala sin un verdadero artista, que nos haya privado de la música que aún no habías inventado, que me haya dejado sin mi amigo.

Desde aquí te mando un abrazo, amigo.