Es decir, las dos tendencias dominantes que pasan al balotaje se presentan como los dos movimientos aglutinadores de las visiones dominantes en la sociedad. A veces la tendencia emanada en primera vuelta hacia los Parlamentos se confirma en el balotaje y provee al régimen presidencial de los apoyos parlamentarios necesarios para asegurar la gobernabilidad. En otros casos no es así.
¿Qué se espera en el caso de Guatemala? Se mantiene la presencia de los clivajes tradicionales de la cien...
Es decir, las dos tendencias dominantes que pasan al balotaje se presentan como los dos movimientos aglutinadores de las visiones dominantes en la sociedad. A veces la tendencia emanada en primera vuelta hacia los Parlamentos se confirma en el balotaje y provee al régimen presidencial de los apoyos parlamentarios necesarios para asegurar la gobernabilidad. En otros casos no es así.
¿Qué se espera en el caso de Guatemala? Se mantiene la presencia de los clivajes tradicionales de la ciencia política, concretamente el urbano-rural. Dejando en claro que existen contextos periurbanos y cabeceras departamentales que pueden tener la misma preferencia política que la capital, el país parece pintarse en dos tendencias claras, que interesantemente no están basadas en un despliegue masivo de publicidad o en la exposición mediática de los candidatos. De hecho, esta elección puede considerarse entre las más atípicas por el poco nivel de exposición mediática de los candidatos, por el escaso número de encuestas presentadas en medios y por los pocos (muy pocos) espacios de discusión pública.
Así las cosas, no es desaventurado suponer que eso que llamamos lo urbano se inclina por una demanda de seguridad ciudadana (con esquemas que contradicen los de la seguridad ciudadana), de flexibilización fiscal, de reactivación económica y de una política exterior que defienda la soberanía nacional. Eso que llamamos lo rural se inclina por una atención directa y pronta de la reducción de la pobreza y por facilidades para insertar al pequeño comerciante en la economía local. Las demandas están sin tener que leer los ejes programáticos de los partidos o escuchar con seriedad a los candidatos.
¿Cómo se define la elección? Aquí mi análisis.
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- La UNE es una máquina movedora (acarreadora) de votos, con una capacidad de despliegue territorial que vence por mucho a la propuesta opositora (Vamos). Apuesta a las lealtades construidas con los caciques, alcaldes y cualquier sujeto que fielmente pueda mover personas. El reto es tener aceitados esos engranajes y que la figura de la candidata siga teniendo vigencia. ¿El riesgo? Que a Sandra Torres le suceda lo que a Baldizón en la última elección presidencial: el candidato tenía pies de barro y los liderazgos locales no cumplieron. La UNE necesita asegurar la solidez de sus estructuras de células. El voto urbano sigue sin estar con la UNE, y solo ese, en su distrito metropolitano y municipios, moverá alrededor de 1.6 millones de votos.
- En cuanto al partido Vamos, la duda es si los que movieron el voto hacia el presidente Morales (provenientes del extinto PP) se movilizarán disciplinadamente y si permanecerán del mismo tamaño. Personalmente, concuerdo con otros analistas en cuanto a que estas estructuras se movilizarán de forma disciplinada. En la primera fueron inoperantes y con poca efectividad. Por ello la estrategia del candidato Giammattei se ha centrado al final en acercarse directamente al gran empresariado y a diferentes gremiales. ¿Su riesgo? Que el voto urbano sea apático el día 11.
¿Qué gana? ¿Una estructura movedora frente a los temores irracionales creados contra la figura de Sandra Torres? Esa es la pregunta. Allí la clave. Política tradicional versus política de miedo.
Lo triste es que, en la democracia guatemalteca, la decisión del voto no pasa por la lectura de los ejes de gobierno, por la investigación de los marcos ideológicos de cada partido (si es que los hay) ni por el historial de experiencia de cada candidato en la administración pública.
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