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Jimmy Morales, el Presidente que no estaba allí

Con gestos contenidos ante el telepronter, Jimmy Morales, con los anteojos sin monturas, habla frente al auditorio de políticos, empresarios, diplomáticos, académicos, que congrega el Teatro Nacional. Les habla a ellos, y tiene algunos guiños de deferencia, pero sabe que su verdadero auditorio está detrás de las pantallas.
¿Apelar a la Revolución de 1944 como el antecedente más directo de las protestas ciudadanas de 2015, pero a la vez clamar por librar “de ideologías” las manifestaciones?, ¿instar a los ciudadanos a cumplir con la responsabilidad de financiar el Estado con sus impuestos, pero no hablar de una reforma fiscal, mientras defiende la necesidad de “estímulos o incentivos” para sectores específico?
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Jimmy Morales, el Presidente que no estaba allí

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El cambio de mando ha concluido. Luego de la debacle del Partido Patriota, que no logró completar su mandato, del descrédito del resto de partidos mayoritarios, y de un gobierno provisional bastante tibio, el novato Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación) llevó a la presidencia a Jimmy Morales y a la vicepresidencia a Jafeth Cabrera. Cumplidas las formalidades, sin embargo, queda en el aire la duda sobre cómo un proyecto surgido de la nada podrá hacer viable a un gobierno en un país en permanente crisis.

Terminado el acto de juramentación de Jimmy Morales y de Jafeth Cabrera, como Presidente y Vicepresidente de la República, respectivamente, el telón del Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias comienza a correr. En el tablado, el pleno del Congreso de la República y sus 158 diputados juramentados hace apenas unas horas comienzan a desaparecer tras las cortinas rojas que se cierran ocultándolos junto al fondo con los colores de la bandera de Guatemala, azul celeste, blanco, azul celeste. Cruzando el escenario el ya presidente Jimmy Morales seguido por su esposa Patricia Marroquín, se apresta a recibir los saludos de presidentes, vicepresidentes y primeros ministros de Latinoamérica, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, y el Rey Emérito Juan Carlos I de España. El vicepresidente Cabrera y su esposa, rezagados, no tarda en acompañarlos en los saludos.

Sandra Sebastián

Es real. Sobre el escenario el actor, comediante, productor y empresario Jimmy Morales acaba de convertirse en el Presidente Morales. Hace apenas un año, Otto Pérez Molina celebraba su tercer aniversario de gobierno atrincherado en un acto en el Palacio Nacional, “Guatemala está adelante” era el lema, y la escena de aquel 14 de enero de 2015: Una plaza vacía. Un parque central cercado, rodeado por completo de vallas metálicas de color azul. Un Palacio Nacional de la Cultura custodiado en su totalidad por agentes de seguridad. Nadie pasa. Nadie entra. Nadie puede protestar o mostrar descontento. Meses más tarde iniciaría la debacle de su gobierno, y esa misma plaza se llenará de miles de ciudadanos que protestarán en su contra.

¿Dónde estaba Jimmy Morales ese 14 de enero de 2015?

Seguramente no se encontraba en la mente de los ciudadanos como futuro Presidente de Guatemala, no lo había estado ni siquiera entre los votantes de Mixco, donde tres años atrás se había disputado la alcaldía de ese municipio y obtenido el tercer lugar. Jimmy Morales es el Presidente improbable. Surgió autocalificándose como “un político no tradicional”, en medio del caos de un sistema desgastado por la desconfianza ciudadana hacia los políticos. Y en medio de la decepción generalizada por la revelación de los casos de corrupción explotó el lema de “ni corrupto, ni ladrón”. Aunque se presentó como un “rostro nuevo”, desde hacía más de 16 años, todos los domingos, aparecía en la televisión abierta en programas de humor burdo, pero de arraigo popular. El candidato que no figuraba en las quinielas de nadie, es hoy el Presidente de Guatemala.

La inercia de una campaña apresurada, también siguió para la toma de posesión. No hubo esmero en el discurso.  “Si en los últimos años nos sentimos como un barco a la deriva por falta de liderazgo, hoy vengo a reiterar delante de ustedes junto con mi equipo que hemos conformado nuestro compromiso para proveer a la ciudadanía de ese liderazgo…”. Esa frase pertenece al discurso de toma de posesión del 14 de enero de 2012, y fue pronunciada por Otto Pérez Molina.

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Pero esas palabras también resonaron en el discurso de Morales en la Gran Sala del Teatro Nacional. El nuevo presidente también apeló a la regeneración nacional, a recuperar el rumbo, al “nacionalismo”, al “patriotismo”. Pero hay giros en el diatriba nacionalista; la tumba de uno, es el trampolín del otro: las marchas ciudadanas y las presiones internacionales son reconocidas por Morales, como el motivo del “cambio”, de la ventana de oportunidad que le permite alcanzar la Presidencia y lo agradece en los primero minutos de su discurso. Lo agradece, a la vez que veladamente lo acepta como el fin del anterior régimen. Da la última palada al capítulo de las protestas ciudadanas.

Con gestos contenidos ante el telepronter, Jimmy Morales, con los anteojos sin monturas; con el traje azul oscuro y corbata a tono, el ya Presidente habla frente al auditorio de políticos, empresarios, diplomáticos, académicos, que congrega el Teatro Nacional. Les habla a ellos, y tiene algunos guiños de deferencia, pero sabe que su verdadero auditorio está detrás de las pantallas.

Sandra Sebastián

“Estoy aquí ante ustedes, y ante todos los guatemaltecos y guatemaltecas que nos escuchan por televisión, radio y medios digitales hasta el último rincón del mundo, y quiero hacer un compromiso público como Presidente de Guatemala, ese compromiso es un nuevo pacto. Un pacto por Guatemala, por nuestra patria que vuelve a nacer. Por nuestra patria me comprometo a vivir una vida de honor, sacrificio y esperanza, a hacer el bien siempre, en público y en privado, a defender lo que hemos logrado y no dar un paso atrás. Me comprometo a hacer esto cada día para lograr la Guatemala feliz, la Guatemala inmortal que todos queremos", promete Morales, haciendo uso de su reiterada afición a citar el himno nacional.

Más ambiguo que Otto Pérez, Morales retoma la idea de lanzar en su discurso un “pacto” con el pueblo, pero a diferencia de los tres pactos del anterior gobierno (Paz, seguridad y justicia; Hambre Cero y de Desarrollo Económico), el suyo termina siendo más etéreo. Una suerte de juramento de boy scout combinado con el juramento a la bandera.

El legado, una herencia envenenada

De regreso al teatro vemos los ritos del poder. Los símbolos, los gestos están allí permeándolo todo. El programa del evento lo establece en su punto número 21: “Ingreso del señor Alejandro Maldonado Aguirre, Presidente Constitucional de la República, y su distinguida esposa”. Horas antes la nueva legislatura del Congreso de la República había tomado posesión del cargo, como paso previo para juramentar al nuevo Presidente y Vicepresidente. Al Teatro Nacional llega Maldonado Aguirre aún como mandatario, saldrá del recinto como un ciudadano más, luego de cuatro meses de dirigir el Gobierno heredado por Pérez Molina, y otros tres meses como Vicepresidente en sustitución de Roxana Baldetti.

Maldonado llega para hacer entrega del cargo a Jimmy Morales acompañado de las notas de la granadera, la marcha militar reinstaurada por Pérez Molina como distintivo del ingreso del Presidente a un acto oficial. Un empequeñecido Maldonado (de 79 años) apenas distinguible, entre las filas de asistentes al teatro que lo aplauden de pie, se abre paso. Horas antes, ante el mismo Congreso que al elegirlo el año pasado como Primer Mandatario le cumplió el sueño de niño de ser Presidente de Guatemala, Maldonado había hecho su particular balance, la herencia para el futuro gobierno de Morales.

Sandra Sebastián

Y claro, las perspectivas no eran halagüeñas. En lo político el recuento incluía el presenciar el derrumbe de un régimen. En lo económico la anulación de impuesto a la telefonía celular del cual se esperaba un ingreso de Q1,344 millones de quetzales y la baja del impuesto sobre el consumo de combustibles por otros Q1,700 millones de quetzales; todo esto sumado a un sistema tributario cuestionado por tener en su seno una estructura de defraudación, de cuyo liderazgo se culpa al binomio Pérez-Baldetti.

En la investidura de Jimmy Morales y Jafeth Cabrera, la presencia de Maldonado evocaba, de manera casi inevitable, la ausencia manifiesta del exmandatario. Pérez Molina, quien estuvo presente en el último traspaso de mando fuera de la vía electoral como uno de los “garantes del sistema”, luego de la renuncia del presidente Jorge Serrano Elías, en 1993 tras un intento fallido de autogolpe. Ahora guarda prisión en la base militar Mariscal Zavala. Precisamente desde esa celda el exmandatario pudo haber seguido la ceremonia de la cual es el gran ausente. Tras el evento como una palmadita misericordiosa del poder perdido, Pérez Molina recibió la visita del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien llegó a Guatemala para asistir a la ceremonia de cambio de mando, según reporta la revista ContraPoder.

Sandra Sebastián

Los gestos, los signos, los encuentros que le recuerdan la inconsistencia de su llegada a la Presidencia continúan. No sólo marcan el pasado, también anticipan el futuro. El encargado de investirlo con los signos del poder presidencial, la banda, el collar con la llave de la Constitución, el broche presidencial, no es otro, como manda la Carta Magna, que el nuevo presidente del Congreso, el experimentado diputado Mario Taracena de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). El partido rival del oficialista FCN-Nación en la segunda vuelta electoral.

Representar versus ser

El primer acto efectivo de Morales como Presidente, estuvo aderezado de promesas, insinuaciones e incluso advertencias. A pesar de su bien ensayado tono de pastor en sermón dominical, combinado con un motivador profesional o de vendedor de métodos de autoayuda, el recién estrenado mandatario es incapaz de ocultar las costuras de su discurso.

¿Apelar a la Revolución de 1944 como el antecedente más directo de las protestas ciudadanas de 2015, pero a la vez clamar por librar “de ideologías” las manifestaciones?, ¿instar a los ciudadanos a cumplir con la responsabilidad de financiar el Estado con sus impuestos, pero no hablar de una reforma fiscal, mientras defiende la necesidad de “estímulos o incentivos” para sectores específico?, ¿reconocer el daño que provoca a la sociedad el racismo, pero mencionar la diversidad cultural solo como una buena fuente para el sector turístico?

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Gesticulando y modulando, desde el registro de un telepredicador hasta el conciliador susurro de un confidente. Jimmy, el Presidente Morales, @jimmymoralesgt con cualquiera de los nombres que se identifique el nuevo mandatario de Guatemala, ahora tendrá que enfrentar una disyuntiva. Dejar de representarse a sí mismo, dejar de ser el actor y el candidato y asumir el rol que logró vender con éxito durante su campaña. En la ceremonia de toma de posesión aún no lo consigue. La reinterpretación de estrofas del himno nacional o de la jura a la bandera le serán insuficientes.

No contento con el gastado recurso del cover al himno, Morales, y sus colaboradores  decidieron hacer un giro: deciden recurrir a  Augusto Monterroso, y “El dinosaurio”.  El texto original: “Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí”, sufre en manos de los redactores del discurso presidencial  y es el disparador para un enredo que parece equiparar la corrupción y los vicios políticos con las demandas legales en busca de justicia: “Estoy seguro que nuestro despertar no quiere encontrar allí al dinosaurio de la corrupción, ni al dinosaurio de la forma tradicional de hacer política, ni al dinosaurio de los pleitos manufacturados o recalentados por quienes pretenden ganarse la vida dividiendo a los guatemaltecos. No.”

“La división”, esa sombra que se cierne amenazante cada vez que surgen nuevos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el conflicto armado. La raíz más conservadora del presidente Morales, parece ponerse en evidencia al recitar la última frase.  El secretario general de su partido, tras el retiro de Morales del cargo, es el teniente coronel Edgar Faustino Ovalle Maldonado, diputado electo por FCN-Nación con un proceso de antejuicio abierto por crímenes durante la guerra.

Esta mención “al dinosaurio de los pleitos manufacturados” de hecho fue la más espontanea ronda de aplausos del auditorio del Teatro Nacional, sobre todo del sector izquierdo donde se concentraban los invitados del partido ganador de las elecciones. “Estoy seguro que no queremos encontrarnos con ninguno de estos dinosaurios y decir que todavía sigue allí, no queremos que después de todo lo que hemos pasado que los próximos años sean más de lo mismo, se ha dicho que Guatemala no puede seguir adelante…”, continuaba la intervención del mandatario. Un no mirar atrás que tanto recuerda al “Guatemala está adelante” del tercer y último aniversario del gobierno del Patriota.

Acá el discurso completo pronunciado por el presidente Morales.

 

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