Estas comparaciones nos permiten analizar estrategias exitosas, así como también las poco eficientes. Aunque los seres humanos seamos distintos físicamente, en esencia podemos llegar a desenvolver las mismas capacidades para desarrollarnos y progresar. El capital físico y natural, como el desarrollo humano y las redes sociales contribuyen a mejores resultados. Sin embargo, la clave para nosotros es entender cuáles son las decisiones y acciones que debemos tomar para transformar nuestras comunidades en sociedades que progresan y prosperen.
Lawrence Harrison, un norteamericano, luego de estudiar distintos países y culturas señala que hay ciertas instituciones, valores, creencias y actitudes que son necesarias cambiar. El se hace las siguientes preguntas: ¿Por qué han fallado las instituciones democráticas en los países árabes? ¿Por qué los países del este de Asia han logrado transformar sus economías? ¿Cuál fue el milagro español para estar entre las 10 economías más poderosas del mundo? ¿En qué consiste que los países nórdicos hayan progresado tanto? ¿Qué diferencias hay entre los migrantes asiáticos, afroamericanos y latinos en Estados Unidos? ¿Por qué a los judíos les va bien en los distintos países de mundo?
Ante esta reflexión, analizamos Guatemala. A pesar de que tenemos casi a todos los niños en la primaria, apenas un 40% asiste a la secundaria y solo un 20% se gradúa de diversificado; a pesar de tener más cobertura de los servicios de salud, más de la mitad de niños sufren de desnutrición; a pesar de que firmamos la paz hace 25 años, hoy muere el doble de guatemaltecos a causa de la violencia; a pesar de haber diseñado una constitución moderna y marcos legales proactivos, muchos no los conocen y algunos a propósito no las respetan; a pesar de tener estabilidad macroeconómica, solo 8 de cada 10 guatemaltecos tiene un empleo formal. Ser un empleado público se ha convertido en un desprestigio y en vergüenza; ex funcionarios de alto nivel tienen juicios pendientes y algunos están en la cárcel por problemas de corrupción.
Si deseamos acelerar el progreso en nuestro país, debemos de cambiar. La experiencia muestra que al menos debiéramos ejecutar las siguientes acciones: 1) contar con un liderazgo “claro” y honesto, 2) abrirnos a nuevas ideas, 3) aprender del pasado y ver a futuro, 4) transformar nuestros sistemas de salud y educación, 5) poner en marcha una buena política económica, abierta a la inversión extranjera y que genere empleos, 6) contar con un país de propietarios, 7) disponer de funcionarios públicos de calidad, promoviendo la meritocracia y el servicio civil, y 8) fortalecer el Estado de Derecho, respetando la ley.
A pesar de que nuestro país ha progresado en las últimas tres décadas, actualmente está estancado, lo que significa en el siglo XXI, retroceder. Urge tomar acción para que en esta década podamos transformar nuestro país en una sociedad que progresa.
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