Como todos los días, deseo no ver muerta la esperanza de una sociedad más justa, sin embargo me topo con el lúgubre entramado social que nos envuelve. Un cementerio en crecimiento, edulcorado con el maquillaje de la democracia electorera y las mieles del consumismo.
Temprano, en la mañana del viernes 18 de enero, a cuatro días del primer informe de gobierno del Partido Patriota, recibí mensajes y llamadas telefónicas que me remiten a la década de 1980. AVANCSO, la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales fue prácticamente saqueada. Una de las pocas instituciones de investigación y generación de pensamiento académico crítico, la más importante del país, fue objeto de destrozos y sustracción del equipo de cómputo y otros materiales.
A mi entender, el mensaje es: “les tenemos en la mira porque piensan, porque buscan transformar lo que está mal. Recuerden: es peligroso pensar y hacer. Es dañino tener memoria”. Parece que en nuestra sociedad, los escasos caminos democráticos se cierran, especialmente cuando el gobierno hace alarde del inútil sistema de seguridad pública y se contradice en decisiones de Estado. Curioso que, estando a pocas cuadras del Palacio Nacional de la Cultura y la Casa Presidencial, AVANCSO fuera otra vez violentada.
No me extrañaría que sectores tradicionalmente vinculados a la derecha extrema tengan algo que ver en este hecho. Especialmente porque, en forma gradual, exmilitares y políticos que tuvieron responsabilidades durante las dictaduras en los años más duros de la violencia de Estado, están nuevamente en el poder. Han resurgido también los sentimientos anticomunistas en diversos medios de comunicación contra las organizaciones sociales y toda aquella persona o institución que cuestione el sistema imperante.
Preocupa lo que nos depara el futuro y lamentable lo que somos como sociedad. Lo que tenemos como país son mujeres asesinadas, narcotráfico, delincuencia, entrega de los recursos del país a transnacionales, un sistema educativo que va en picada, clasemedieros individualistas hospitalizados en el letargo virtual de la tecnología que votan como borregos, un sector empresarial que navega por el mundo a través de los restos de la Pinta, la Niña y la Santa María, y una fauna politiquera que compite individualmente y en grupo por el título del tonto del año. Eso, eso es lo que tenemos como Guatemala.
A pesar de ello, las lecciones históricas de lucha demuestran que no pueden cercenar las ideas. Las intimidaciones de este tipo solamente indican que estos seres escondidos en la impunidad, viven por miedo a ser, como dicen los Redonditos de Ricota: “vencedores vencidos” (parodia de la frase “ni vencedores ni vencidos” de Eduardo Lonardi, militar que participó en el golpe de Estado a Perón en Argentina en 1955) y el placer por la violencia, lo cual es más fuerte que sus convicciones políticas. Responden, sí, a quienes han estado amparados por un sistema donde mandan la politiquería y el derecho de los poderosos de siempre.
La ambición y el delirio por el poder, por someter bajo el temor, pueden obstaculizar el pensamiento crítico y la acción transformadora, pero no erradicarlos. Por ello, y sin triunfalismos de ningún tipo, pienso que nos toca exigir que los organismos correspondientes encuentren y juzguen a los responsables materiales e intelectuales de estos hechos. Pero, mejor aún, pensar que durante la guerra esta misma gente pudo desarticular procesos y masacrar, pero no mató la esperanza de una sociedad más justa. Mi solidaridad con AVANCSO.
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