Un ejemplo de ese agobio son las calles de la ciudad como la Avenida Reforma que está prácticamente “tomada” por las vallas y carteles de los candidatos, según ellos mientras más mejor. Solo ver esa publicidad me enferma, sobre todo por el absurdo gasto millonario hecho. El Tribunal Supremo Electoral fijó un techo de Q48 millones, y ya los candidatos que van a la cabeza se pasaron ese monto.
Si tan solo unos 10 millones de su presupuesto de campaña se hubiesen gastado en algo productivo, digamos como reparar o construir una escuela o un puente o un camino; algo de beneficio para la gente, seguro al votar se lo agradeceríamos más. Derrochar tanto dinero para los más religiosos debe de ser pecado, para los más moralistas, inmoral y para los comunes como yo, vergonzoso.
Mientras terminan estas dos semanas, las últimas digamos de la primera vuelta, vamos a rescatar algunas cosas. Me ha tocado orientar a familiares, vecinos y amigos al voto, no por partido alguno, pero si explicándoles lo que la opinión pública ha dicho sobre los candidatos, sus historias del pasado, sus vínculos, sus proyectos. Y de alguna forma, siento que he contribuido a que reflexionen su voto. Esta tarea la deberíamos de tener todos los que en alguna medida tenemos acceso a la información, porque entonces estaríamos contribuyendo a que nuestros conciudadanos tomen conciencia de la importancia de las elecciones, y en alguna medida, colaboraríamos a construir una democracia y una ciudadanía.
A mucha gente solo le calará los anuncios, las canciones pegajosas y por cierto plagiadas, usadas en la campaña, las locas propuestas de algunos candidatos ignorantes y populistas o las propuestas sin fondo
ni fundamento de los que viendo nuestro sufrimiento por la inseguridad nos aseguran que serán los mejores. De todo habrá en la viña del Señor.
Si en algo sirve la orientación que le podamos dar a los demás, creo que debemos pedirle a la gente que su voto no sea en todas las papeletas por el mismo partido. Ya sé que la gente usualmente no reflexiona en que el candidato a presidente de un partido podría no ser tan bueno como el candidato a diputado o a alcalde; por eso es prioritario que contribuyamos a que tengan esa conciencia. Además y lo más importante es que a quienes nos gobiernen no podemos darles la sartén por el mango total y absolutamente.
En un panorama como el que se nos avecina considero que es vital darle pesos y contrapesos a ese poder, no le demos un poder absoluto a quién se elija como presidente. Legitimemos ese poder dividiéndolo, el poder
es nuestro y lo delegamos con nuestro voto.
Démosle a quién quede de presidente un Congreso, con el mayor número de bancadas diferentes posible, no con el que no pueda negociar, sino uno con el que haya un contrapeso y que entre sí puedan fiscalizarse de lo contrario harán lo que quieran con nosotros.
Recordemos que con las elecciones no termina nuestro ejercicio ciudadano, eso es nada más el acto público. La ciudadanía se ejerce toda la vida, exigiendo, fiscalizando, pensando, discutiendo y proponiendo.
Exijámosles a los funcionarios que elijamos que cumplan con su función, tomemos el ejemplo de los estadounidenses que les envían cartas y presionan a sus legisladores para que efectúen sus promesas,
fiscalicemos, no solo nos quejemos.
Una sociedad organizada y participativa se hará escuchar más fuerte y hará que se escuchen mejor sus demandas.
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