“Los mercaderes del conflicto”

Lo que más me inquietó fue que el mismo Presidente ya se refiere a ellos como los “mercaderes del conflicto”, calificando así a los activistas que reciben financiamiento externo
para realizar su trabajo.

Pero me enteré también que no solo son expresiones de funcionarios sino incluso académicos reconocidos, que han tenido y tienen influencia en el quehacer político de este país y que hoy  asesoran al gobierno, que definen así a los activistas. Preocupa sobre todo porque es la gente que usualmente los medios de comunicación buscan para emitir “opinión” y son los que ayudan a construir ideologías y pensamientos.

Lamentablemente, estas calificaciones solo hacen más grandes las diferencias que hay entre unos y otros. Solo buscan descalificar la labor de los activistas y fortalecer la opinión de algunos que quieren que los crímenes de la guerra se queden sin castigo. Una activista me dijo que ahora ya no se necesita guardar las formas, como antes se hacía guardando el entorno democrático, “es como un poco salir del closet, ahora ya no necesitan guardar las formas como antes, sobre todo porque esto se da a merced de la política actual de Gobierno”.

Lo que está claro es que este tipo de adjetivos en nada ayuda, ni aporta a lo que muchos guatemaltec@s queremos: vivir en paz. Solo basta con conocer el trabajo que han hecho algunos activistas para lograr justicia para las víctimas y familiares de víctimas del conflicto armado para desarmar sus calificativos. Un ejemplo es el trabajo que realiza Aura Elena Farfán desde hace ya más de 30 años, ella es fundadora de Familiares de Desaparecidos de Guatemala, FAMDEGUA, que ha contribuido en la búsqueda de justicia para las víctimas.

Comenzó su trabajo buscando a su hermano desaparecido y aunque aún no lo ha encontrado sigue ayudando a miles de familias que buscan y han encontrado a sus seres queridos. Aura Elena es una de las activistas en la que pocas veces se colocan los focos o flashes, ella sin embargo logró que un kaibil declarara contra sus propios compañeros y con ello se pudiera condenar por primera vez a varios kaibiles, por la masacre de más de 200 personas en la comunidad Dos Erres de la Libertad, Petén en los años ochenta. Y como ella muchos son los activistas que dirigen sus esfuerzos en pro de los derechos humanos, ambientales, laborales, sexuales etc., sin que como los señalan, hayan lucrado.

Está claro que una de las fallas del proceso de paz fue no encontrar un camino de reconciliación social y nacional, y que fruto de ello seamos una sociedad tan desconfiada unos de otros, pero no es una excusa para seguir haciendo más honda esa división mucho menos viniendo de quienes fueron privilegiados con el derecho a la educación.

Solo espero, así como lo esperan algunos activistas, que este tipo de “calificaciones” no ponga en riesgo ni vulnere el quehacer de los activistas.

Un observador de Naciones Unidas me dijo; “que los autoritarismos tanto de derechas como de izquierdas, y muchas veces la sociedad no comprende el alcance del quehacer de los derechos humanos”. Ante esa ignorancia seguramente les resulta más fácil criminalizarlos.