Aparentemente, el hombre en llamas es incapaz de alejarse de lo que lo daña y su compañero es igualmente incapaz de ayudarlo o no tiene interés en hacerlo.
El espacio entre los galpones son los estudios de Warner Bros. en Burbank, California, y la imagen corresponde a la portada de Wish You Were Here, el noveno disco de Pink Floyd, que el mismo David Gilmour califica de una de sus obras favoritas, incluso por encima de The Dark Side of the Moon (1973).
El concepto de la portada, creada por el equipo de Hipgnosis, fue discutida con la banda para reflejar el contenido de un álbum que explora en los terrenos de sentimientos como la ausencia, la angustia, la soledad y la locura —de Syd Barrett—, sintetizada y expandida en Shine on You Crazy Diamond.
En 2012, Rolling Stone definió Wish You Were Here como un extraño caso de colaboración entre Gilmour y Roger Waters durante el período más fructífero de la banda, en un esfuerzo cara a cara para escribir canciones. Sin embargo, la primera crítica del álbum, escrita por Ben Edmonds para esta revista, no fue tan positiva: «By their own admission, Pink Floyd will never bring home any blue ribbons for their instrumental abilities»[1].
El álbum contiene una caricatura despiadada de la industria musical. Have a Cigar se convierte en una crítica ácida a la avaricia e ignorancia de un medio que trafica con entretenimiento y no entiende el arte:
Come in here, dear boy. Have a cigar.
You’re gonna go far. You’re gonna fly high.
You’re never gonna die. You’re gonna make it if you try. They’re gonna love you.
Los rumores cuentan que, en la siguiente estrofa, los Pink Floyd incluyeron las palabras de un ejecutivo de EMI al conocer a la banda:
Well, I’ve always had a deep respect, and I mean that most sincerely.
The band is just fantastic. That is really what I think.
Oh, by the way, which one’s Pink?
Sin embargo, el último verso, «which one’s Pink?», sería el preludio de las largas disputas legales por el uso de la marca Pink Floyd entre Waters y los demás miembros durante los años ochenta.
Justamente después de Have a Cigar se escuchan una tos, el sonido de una vieja radio cambiando el dial entre estaciones y los acordes de una guitarra. Entonces, Gilmour comienza a cantar:
So, so you think you can tell
Heaven from Hell,
blue skies from pain…
Welcome to the Machine profundiza más esa crítica a la industria musical y describe la máquina, que sabe dónde estabas y te dirá qué soñar, en términos que me recuerdan esa educación legal que formaba especialistas en trámites, siempre vestidos de traje y corbata, peleando a brazo partido con la burocracia local de los registros para conseguir en tiempo récord la constitución de todo tipo de empresas o el registro de marcas. El éxito se medía por lo jugoso de las comisiones cobradas y por los posibles ascensos en las firmas, de al menos cuatro buenos apellidos, sin importar si se actuaba para garantizar la impunidad de alguien o de una firma.
Hace apenas un par de días se cumplieron 40 años del lanzamiento de Wish You Were Here. Debo agradecerles a Christian Espinoza y a Jean-Roch Lebeau, quienes con sus posts me animaron a escribir estas líneas. Gracias, colegas.
[1] «Como lo admiten los mismos integrantes de Pink Floyd, nunca llevarán a casa ningún reconocimiento a sus habilidades instrumentales».
Más de este autor