Un dilema y una responsabilidad

En el programa anterior, hemos discutido con Fernando Espina y Vicente Chapero, otros dos miembros del grupo, sobre lo que se ha convertido en el dilema para muchos ciudadanos: votar o no votar. Presentamos las posturas que hemos discutido con varios de nuestros amigos que han propuesto el no votar, el voto insumiso de las feministas, el votar nulo y también el votar en contra de un candidato en particular.

En todo el programa discutimos estas posiciones, sobre todo tratando de llevar nuestras propias interrogantes a un medio de comunicación en el que el radioescucha se pueda identificar, pero ante todo, pueda reflexionar sobre el voto, el sistema de partidos políticos y la democracia en general. Las llamadas que tuvimos en el momento de abrir el micrófono, fueron difíciles de digerir (con todo respeto). Entre regaños por ser jóvenes con “cartoncitos de esos que dan las universidades ahora”, el mensaje era que el buen ciudadano es precisamente el que vota, el que no es indiferente.

La indiferencia decían los participantes (hombres maduros), era no reconocer que la historia de Guatemala había estado ligada a la imposibilidad mínima de votar, o cuando se votaba, un voto que iba directo a un proceso de fraude. El voto tenía en ese momento, un valor que tiene el no votar en nuestros tiempos y en este proceso electoral en específico. El “logro” de la democracia fue para muchos de las generaciones pasadas, un respiro. Pero para los que sólo hemos vivido en la era democrática, se nos queda corta.

Existió, durante el programa, una discusión que me pareció interesante y que quiero compartir en esta columna. Vicente comentó en su intervención que el escenario que él veía en el momento que Otto Pérez Molina entrara al poder, espacios como el Grupo Intergeneracional puedan verse amenazados. Es ese miedo, herencia de la guerra. Es por eso que Vicente y Fernando apuntaban que era necesario que la democracia que construyéramos no fuera un sistema político que se limitara a las elecciones.

Cuando lo discutíamos yo hacía notar que la organización para-sistema electoral, muchas veces sale precisamente en el tiempo electoral. Hablábamos que esta construcción de democracia diferente, debe ser construida a largo plazo, y no solo pensar en contraposición de la democracia que nos hacen vivir cada cuatro años.

Es por eso que esta construcción y esta reflexión de un sistema más democrático se convierte en una responsabilidad que se debe hacer durante los años de gobierno y no solo cuando las elecciones nos recuerdan que estamos hartos de lo que nos dan a comer cada cuatro años. Pan (el voto) y circo (la campaña electoral). De no hacerlo, creo que caeríamos en la trampa del mismo sistema electoral al que nos oponemos.