Sí a la Reforma de Educación

Hacen muestra de su tacto y de su “educación” de manera pública, en medios de comunicación escritos. Se ha hecho gala no solo de nuestra intolerancia,  de nuestro conservadurismo como sociedad, sino también de nuestra falta de respeto hacia los otros. Los otros son los que históricamente han sido pobres, bochincheros, inconformes. Para que no se me diga que hablo sin argumentos, les comparto algunos ejemplos ilustrativos. Tomados de la vida real, aunque no lo parezca en pleno siglo XXI.

Caso 1.  “Hemos sido víctimas de actos de vandalismo”, dice un columnista de Siglo XXI.  A los estudiantes se les ha descrito (supongo que muchos de estos adjetivos y reveses literarios provienen del denso bagaje literario del autor) como “cacos ignorantes” o  “retoños malhechores” o “hijos malagradecidos”, que  “gritan como niñas asustadas, los delincuentes” (se agradece la sensibilidad de género). No solo son los estudiantes, el columnista también le entra a juzgar a los “papás alcahuetes e irresponsables de estos desgraciados”. ¿Quién dice algo? ¿Quién condena tal trato? Recomendación final del autor: “La próxima vez que no les parezca algo, convoquen a su grupito de bochincheros, vayan al Parque Central y organicen una larga huelga de hambre”. Una manera poco sutil y de mal gusto de recomendarles la muerte. Sin comentarios.

Caso 2. Esta vez una columnista libertaria nos hace leer una lista de insultos similares al anterior. Comienza diciendo que “ya bastante malo es que carguemos con la mal llamada “educación pública”, pero si hemos de hacerlo no queremos un montón de analfabetos funcionales a cargo de la misma”. Respetemos nuestros derechos, nuestra Constitución, ¿eso es también Estado de Derecho, no? Recuerdo que estos han sido reconocidos universalmente, pero en Guatemala nos empeñamos en ir en contra de todo aquello que reconozca a la persona humana. Tal vez haga falta una repasada de Historia Universal. A todos se nos puede escapar un detallito como este. Durante el artículo de opinión se les dice que son unos "rapazuelos abusivos” y se les insta a entender la razón de la violencia para callarlos: “Tienes que entender que si te comportas como delincuente, no puedes esperar otras cosa sino “riata”. Madura jovencito”. ¿Es posible que aceptemos como sociedad una afirmación como la siguiente, “Hay padres que merecen los hijos que tienen”? Lamentablemente, sí es posible, lo seguimos aceptando sin decir nada, como miedosos.   

Es cierto que estas dos personas son reconocidas e importantes. Eso es lo crítico de la situación. Son formadores de opinión pública. A la persona humana se le debe aprender a respetar en Guatemala. No importa si se es rico, blanco, educado, fino. No importa si no estamos de acuerdo, si no compartimos su manera de manifestarse. No importa si no comprendemos de formas similares la historia nacional, el sistema económico o el Estado.  Aquí ni el respeto ni la dignidad de la persona puede ser tan abusivamente machucada. Si esto no es un hecho en nuestro país, definitivamente se necesita una reforma de educación, de educación para ser persona.