Por suerte, el impacto es mínimo comparado con el terremoto de 1976, aunque sigue siendo una tragedia. En esta ocasión el número de muertos llegó a 23 y las construcciones destruidas fueron 2,263, según elPeriódico, comparado con los 23 mil muertos y 1.2 millones de personas que se quedaron sin hogar en 1976.
¿Qué explica la diferencia en los números de la tragedia? Parte de ello se debió a que el sismo no fue de la misma intensidad (7.2 vs. 7.5). Parte, a que la hora de los sismos fue distinta, así que la semana pasada muchas personas se encontraban fuera de sus viviendas, lo que seguramente evitó que el número de muertos fuera mayor, dada la cantidad de estructuras dañadas. Otro elemento que habría que evaluar es si el que el epicentro haya sido frente a Retalhuleu, en lugar de Izabal como fue en 1976, lo cual debe tener algún impacto importante en la estructura del suelo y las poblaciones afectadas.
Otra parte la explica la caída en el uso de adobe y bahareque en el país, de 50.1% a 22% (ver aquí). Esto estaría vinculado con la urbanización, el aumento del ingreso promedio de los guatemaltecos y el uso de las remesas para la construcción, las cuales parece que han mostrado ser un poco más resistentes de lo esperado, a pesar de no seguir ninguna normativa. Sin embargo, en el caso de San Marcos aún se mantenía una alta proporción de construcciones de adobe y bahareque, similar a la que tenía todo el país en 1973, 50.1%, según elPeriódico. ¿A qué se debe tan elevada proporción de casas de adobe? Parte se debe al nivel de pobreza extrema en el departamento, ya que llega a contener a más del 10% de los municipios pobres del país (ver aquí).
Razones por las cuales aún experimentamos esta tragedia hay varias. Primero, la gente no estaba preparada, y tampoco las autoridades, pues es raro experimentar terremotos en esta región. San Marcos ha experimentado tres sismos superiores a 7 grados en la escala de Richter en los últimos siglos. Sin embargo, dos de ellos han sido hace tanto tiempo que la gente no los recuerda y, por lo mismo, no los toma en cuenta, pensando que un terremoto no es un problema relevante en estas áreas, algo que brevemente señalé aquí. El primer sismo de dicha magnitud del que hay noticia fue en 1577, el cual se estima fue de una magnitud de 6.8 a 7.3 grados. El segundo, fue en 1942, el cual tuvo una magnitud de 8.3 grados (CAPRA, 2011). El tercer sismo fue la semana pasada, con una magnitud de 7.2 grados. Como se puede dar cuenta entre los primeros dos sismos hubo un período de 365 años; entre los últimos dos de solo 70 años. Bajo esta nueva periodicidad, vale la pena evaluar construcciones más duraderas, algo que no pasaba antes y que las nuevas tecnologías permiten.
Según una nota de Prensa Libre uno de los temas importantes ha sido la falta de normativa para la construcción, algo que mencioné como relevante aquí. La nota menciona al vicepresidente del Instituto del Cemento y del Concreto de Guatemala (ICCG) diciendo que “Los profesionales sí trabajan con normas; el problema de las viviendas es la construcción empírica y el escaso control por parte de las municipalidades”. Dada la falta de evidencia, pongo en duda su aseveración de que todos los profesionales trabajen con normas de construcción. Ahora bien, coincido con los otros dos comentarios, sobre la falta de normas en la construcción empírica (importante en regiones que han recibido remesas, debo agregar), y la falta de control por parte de las municipalidades. En todo caso, lo que más preocupa es que las municipalidades caigan en la tentación de redactar, o solo copiar, reglamentos de construcción y que lo importante no se haga: hacer efectivas las normas. Esto no es fácil, pues parte del problema es que representarán un sobre-costo para los constructores, pero la población realmente no está muy dispuesta a pagar por el mismo. Ahora bien, sí es algo posible, así que no hay razón para no entrarle al tema. En ese sentido, es importante ir más allá de la visión de 1 Municipalidad 1 Unidad Técnica, que parece defender el presidente de la Asociación Nacional de Municipalidades (Anam). Estoy seguro que compartiendo recursos entre municipalidades y gobierno central se podrían lograr avances importantes en esta materia.
Por último, no he encontrado mucha información sobre la situación de escuelas y hospitales. Ello es importante porque tras el terremoto, permiten atender heridos y servir de albergue, ver aquí. Estas estructuras deben formar parte importante de los planes de reconstrucción, tomando en cuenta las recomendaciones que se han hecho en el pasado para mejorar su funcionamiento ante desastres.
Definitivamente la labor de reconstrucción es importante. Dos preguntas: ¿la reconstrucción se hará pensando en la prevención de futuros desastres? ¿La reconstrucción se hará pensando en generar oportunidades de atraer industria y empleo a esta región, con elevados índices de pobreza?
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