Edgar Guzmán Salazar era hijo de Joaquín Guzmán y Alejandrina María Salazar Hernández, casados en 1977. El hijo mayor de ambos fue acribillado en una balacera en la que la policía encontró más de 500 casquillos de rifles AK-47. Esto sucedió en el 2008 en uno de los centros comerciales más populares de Culiacán Sinaloa, de esos “Chopping Moolls” agringadísimos en los que la gente no compra pero hacen jogging y toda la vida social que no puede hacer el aire libre. Por aquello de las balas perdidas, claro.
Luego del bautizo de plomo que le dieron a Edgar Guzmán, los narco-corridos comenzaron a contar la historia no oficial. Lupillo Rivera cantó 50,000 rosas´ (lo más seguro es que le dictaran la letra) refiriéndose a que el día del entierro de Edgar Guzmán no había ni una sola rosa roja disponible en todo Culiacán pues toda “la sociedad narca” las envío al funeral.
Lo que ningún narco-corrido pudo predecir fue la ola de violencia.
El homicidio de Edgar Guzmán se atribuyó en primera instancia a los rivales del Cartel de Sinaloa, los infames Beltrán Leyva con quienes los Guzmán habían compartido las rutas y los operadores. ¿Cuál era el temor? Un par de meses antes de este homicidio, la ya desaparecida Agencia Federales de Investigaciones (AFI) arrestó a Alfredo Beltrán Leyva (apodado el ´Mochomo´). Ese arresto, se entendió en el mundo de la mafia cómo una traición, un pitazo, una chivatada por parte de Joaquín Guzmán para ir aglutinando todo el mercado de drogas. Las sospechas recaían en el Chapo en razón de su control casi exclusivo sobre los efectivos de la AFI.
Con estos antecedentes, todo apuntaba a que las vendettas estaban a la orden del día entre los Guzmán y los Beltrán Leyva. Y así fue. Un año después de la muerte de Edgar Guzmán mataron a un peso pesado de los Beltrán. El primer gran narcotraficante “neutralizado” por el gobierno de Felipe Calderón fue, precisamente, Arturo Beltrán Leyva. Un 16 de diciembre de 2009 el gobierno federal presumía este logro sin explicar cómo un delincuente que había sido ya detenido pudo ser ejecutado a corta distancia. Y, además, cómo la escena del crimen resultó contaminada.
Luego de este desmadre y varios miles de muertos en esta guerra privada, los trovadores de la mafia confiesan que en realidad la muerte del hijo Chapo fue nada más y nada menos que un error. Pero la mafia no olvida. Menos de un año después de que El Chapo regresara por tercera vez al centro de entretenimiento federal (la cárcel), un comando ingresó en la casa de la madre del capo, cortando las líneas de teléfono e internet. Se rumoraba que el comando estaba a cargo del hijo de Alfredo Beltrán-Leyva (Alfredo Jr, apodado el ´Mochomito´) de quien se suponía que estaba cobrando la deuda pendiente con relación a su padre. Hay otra posible explicación a todo esto. El retorno de Caro Quintero, uno de los fundadores del narcotráfico mexicano. Este retorno requiere desplazar liderazgos. Si la hipótesis es cierta, Caro Quintero estaría reclamando mover libremente ´la merca´ por lo que fue su antiguo territorio –el Triángulo Dorado de Sinaloa, es decir Sinaloa, Durango y Chihuahua– sin pagar derecho de piso al cártel de Sinaloa, que ahora controla dicha zona. Buena suerte. Mientras tanto, México sigue tragando sangre. Aquí, una foto del viejo capo en dos momentos diferentes de su vida. En México los capos dejan pasar el tiempo en las cárceles para luego regresar como si nada.
El paso del tiempo no borra las rencillas.
Hablando de retornos, cuando Rafael Arellano-Félix (quien fuera cabeza de esa organización criminal) salió del prisión en el 2013, tuvo a bien organizar una fiesta de bienvenida en las lindísimas playas de Baja California Sur. Un sicario disfrazado de payaso, en plena fiesta, le cobró las que debía.
Ahora, la gran pregunta de este artículo: ¿Qué debemos entender por el secuestro del otro hijo del Chapo?
Alfredo Jesús Guzmán Salazar fue secuestrado el pasado 15 de agosto en pleno Puerto Vallarta. Entre payasos, narcos y comandos las zonas turísticas de México se están haciendo simplemente poco atractivas al turismo, pero el punto es que este secuestro prendió las alarmas por el daño colateral que podría generarse. Lo que decían todos los analistas consultados e incluso se rumoraba entre los pasillos de la Embajada de Estados Unidos de ciudad de México era que la única organización capaz de secuestrar a uno de los príncipes de la mafia sería el Cartel Jalisco Nueva Generación (sí, en México los cárteles surgen tan rápido como las ´neo categorías´ de la sociología francesa). Esta organización, otra vez de acuerdo a rumores de pasillo en embajadas, había adquirido material bélico para armarse hasta los dientes.
Algo hay de cierto. El 1 de Mayo del 2015 el CJNG derribó un helicóptero del ejército mexicano en pleno vuelo, y además hay sospechas de que en los enfrentamientos con unidades especiales del ejército mexicano causaron varias bajas. El Estado Federal Mexicano decidió vengar a los suyos y desplegó cientos de soldados y marinos (otras fuentes hablan de miles de soldados) en el operativo denominado Operación Jalisco que dio como resultado 39 bloqueos en ese Estado y una escena digna Afganistán o Irak.
¿Qué volumen de fuerza tiene esta organización? Vea la siguiente fotografía.
Esta es una de las primeras imágenes oficiales que presentaron al CJNG y sus comandos especiales. Y la siguiente es una foto de los comandos del Cartel de Sinaloa.
Y es que cuando en un país los militares no respetan los DDHH y los narcos se militarizan en sus formas, se abre la puerta al infierno.
Pero precisamente, por esto mismo el secuestro del hijo del Chapo Guzmán genera demasiadas preguntas. Veamos el video del secuestro (o auto-secuestro).
¿Es este el comportamiento de una unidad de sicarios con entrenamiento profesional? Hay un tipo en la entrada hablando por celular, y nadie lo neutraliza. Pasan directo y lo dejan seguir hablando. Si ese tipo hubiese estado armado, habría podido por lo menos hecho más difícil el secuestro. El comando entra “a lo pendejo”, como chuchos en celo, en carrera, sin técnica, sin analizar en 360 grados. Los dejan en condiciones de pararse o intentar arrebatar algún fusil. Observe cómo uno de los sujetos camina entre los arrodillados sin la menor precaución. No tenían personal (una pequeña unidad o equipo) para neutralizar o controlar a la gente en el local. Un simple visitante que hubiese estado armado podría haber reaccionado.
Para lo que hemos visto de comandos de narco a lo largo y ancho de esta guerra, esto es muy amateur. Algo no está bien. Y además, ninguno de los miembros de este comando tiene cubierta la cara o porta uniforme técnico. Pero tampoco Alfredo Guzmán Salazar parecía estar muy preocupado: No cerró el acceso al restaurante, no estaba armado y no tenía seguridad privada. Otra vez, algo no está bien.
Y la guerra sicológica entre los mismos Cárteles comenzó a funcionar. El Blog del Narco publicó noticias con respecto al posible hallazgo del cadáver de Jesús Guzmán. Y otros sitios de internet ´piratas´ incluso aseveraban la muerte del ´príncipe´. La guerra ´sucia´ entre los mismos Cárteles debe irnos mostrando que cada vez más, estas organizaciones son en realidad actores no estatales con capacidad para desquiciar la gobernabilidad, ganarle la carrera armamentística al Estado, influir en los procesos electorales, sostener la economía nacional y además, convertirse en actores no estatales con capacidad transnacional.
Pero volviendo al punto de la guerra sucia, en esas mismas horas en que se comenzaba a pensar lo peor con la posible muerte de Alfredo Jesús Guzmán, una de las cuentas de twitter atribuidas a Iván Guzmán publicada el siguiente mensaje: ´No pasa nada´.
Porque en México, los narcotraficantes se comunican mejor con la sociedad civil para explicar su broncas que, por ejemplo, el gobierno federal cuando trata de explicar frente al plagio de la tesis del presidente Enrique Peña Nieto o cualquier otra crisis nacional.
Se asume que este príncipe de la mafia ha sido liberado y que para eso ha mediado Ismael Zambada, el verdadero líder del Cartel de Sinaloa. Quién sabe. Las historias de la mafia continuarán dando para seguir haciendo teorías de la conspiración. Lo que sí es cierto es que el Ejército mexicano y la Policía Federal desplegaron un gran operativo para buscar al principito secuestrado en Puerto Vallarta pero para buscar a los 43 de Ayotzinapa, jamás levantaron un dedo. A no, es que, ellos, a los 43, “los levantaron”.
Porque, en México, las cosas están al revés.