Uno podría especular y decir: “la marcha de los veteranos”, es una estrategia poselectoral del Partido Patriota con el objetivo de potenciar y estabilizar el capital político (e ideológico) que llevó al General Otto Pérez Molina a la Presidencia, movilizando a su base social. Pero solo es especulación. Como propuse en un artículo anterior, Guatemala atraviesa hoy un momento de retroceso sociopolítico, debido a la crisis de sus instituciones democráticas (partidos políticos, el sistema político en general y su modelo de participación ciudadana), asaltada por aparatos neoliberales de grupos tradicionales y emergentes que pugnan por el poder, que han destruido la posibilidad de una construcción de ciudadanía real y al Estado.
La AVEMILGUA se estrena en el juego mediático de hoy: "Fue por los soldados, y no por los abogados, que hoy tenemos derecho a un juicio justo". (…) “Hasta hoy mantenemos respeto al imperio de la ley, confiamos en la imparcialidad de la justicia y mantenemos un alto espíritu de patriotismo y honor a toda prueba. Advertimos estar dispuestos a luchar nuevamente si las circunstancias así lo demandan"… –rezaban sus consignas, según la nota de Plaza Pública del 15/11/2011- lo cual; es cínico y un acto de intimidación a la Justicia (a la luz del Informe de la CEH y las sentencias judiciales recientes), y que debemos rechazar y condenar sin temor. En este contexto marchan los “veteranos”.
Pero el ejército como casta histórica, ha estado por siglos vinculado a las élites del poder. Las élites en Guatemala cambian. Se transforman por necesidad de impulsar sus intereses de clase, cambiando sus estrategias. La socióloga nacional Marta Elena Casaús Arzú; ha investigado las transformaciones históricas del racismo como elemento ordenador de nuestra sociedad y como tecnología del poder (elemento que usa un grupo social para ejercer control y mantener prácticas sociales), desde la acción de la élite nacional. Lo hace en una obra que en lo personal me impresionó debido al dramatismo del contenido de su trabajo de campo y que no dudo en recomendar a los lectores/as. “La Metamorfosis del Racismo en la Élite del Poder en Guatemala”, donde Casaús investiga los imaginarios socio-raciales de la oligarquía (base social del PP de hoy según analistas como Fernando Carrera), hacia el resto del pueblo y cómo estos influyen en la política del Estado, sobre todo en contextos de autoritarismo donde la élite instrumentaliza al ejército ante su fracaso para legitimar su poder por otros medios. A esta práctica Casaús la asoció con el término: racismo de Estado.
En esta investigación, el apellido Castillo (estirpe del vice presidenciable de Pérez hace 4 años), fue identificado por Casaús, como parte del grupo social de su estudio, que articuló por medio de una encuesta a miembros de esta élite del poder: “Hubiera sido mejor exterminar al indio (…). No exterminarlo fue un grave error y ahora lo estamos pagando”… –respondía un encuestado en 1979 sobre lo que consideraba principal “inconveniente” de la “conquista” en los años de la guerra contrainsurgente.
El racismo de Estado es historia política, la ultraderecha articula la campaña electoral más cara hasta hoy; y los ex militares marchan en la calle como los niños/as por sus derechos. ¿Cuál es la verdadera estrategia de las élites del poder en Guatemala hoy día? Hoy ha cambiado el accionar. Les ha obligado el lento pero firme surgir del sujeto político nuevo.
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