Las primeros desequilibrios

Debilidades evidentes en quienes dirigirán los destinos del Ministerio de Comunicaciones y buenos cuadros al frente del Ministerio de Finanzas Públicas. Dos casos que evidencian preocupaciones mayores y polos opuestos. El conocimiento del Estado, los intríngulis y funcionamiento de la administración pública y la necesaria experiencia especializada son más que necesarios. Al final de cuentas, un buen o mal equipo marca la diferencia, ya que sus éxitos o fracasos tarde o temprano pasan una costosa factura a la dirigencia política superior y finalmente a los ciudadanos.

En la medida que se evidencien desequilibrios al interior del gabinete del nuevo Organismo Ejecutivo, los niveles de preocupación y las agendas pendientes cobran mayor importancia. Un Presidente de la República podrá descargar responsabilidades, o bien hacerse de más tareas, hacer de bombero permanente. Percibo que el primer equipo de trabajo del General Pérez evidenciará especiales desbalances. Ese tipo de factores se han venido repitiendo en todos los gobiernos y debería ser una enseñanza.

¿Será que el peso de los compromisos es de tan magnitud, que están por encima de la eficiencia y efectividad de la gestión pública? Un primer equipo es el responsable de lograr una buena dosis de avances. Claro que ese panorama se enfrenta a la suma de tareas pendientes. En ese doble juego, los errores tienen poca cabida; más si se trata de metidas de pata por desconocimiento, juego de incapacidades, total sumisión a agendas de grupos o sectores. En teoría, un nuevo gobernante necesita de manos que le ayuden a cargar la enorme procesión, ayudas de confianza pero también especializadas para que ese primer impulso tenga sentido, orden y orientaciones comunes. Aquí no tiene cabida la idea que algunos de esos equipos serán temporales por lo que no importan tanto sus posibles errores, si su paso será transitorio. Las deficiencias en la prestación de servicios públicos se convierten en una deuda cuyos intereses tienden a ser impagables.