Huehuetenango

Manejamos con Roberto cinco horas en carro hasta llegar a Huehuetenango. La Brújula nos ha llevado a todos aquellos lugares en donde la Universidad Landívar tiene presencia y donde la comunidad landivariana se encuentra. Esta semana el Campus de Huehuetenango nos acogió.

El objetivo de nuestros viajes es construir un espacio en donde podamos tejer nuevas formas de relacionarnos como estudiantes universitarios guiados con valores jesuitas y landivarianos. Estudiantes de muchas realidades diferentes y situaciones distintas, pero siempre unidos por una misma forma de entender nuestro camino académico, en un espacio de expresión como el periódico digital Brújula.

Entre montañas hay secretos. Paisajes siempre nuevos y siempre antiguos que nos asombran cada vez que los recorremos. En el camino la verdura de los bosques todavía resguardados nos acompañó, las filas de montañas hermanas interrumpieron nuestra charla, para poder integrarnos a esa paz. Las ovejas, las primeras que vio Roberto en su vida, nos hicieron regresar a aquellos momentos de la niñez en que esa belleza natural nos sorprendía y era suficiente para echar a andar la imaginación.

Roberto me comentó que al borde de la carretera, frente a las casas, había unos galones. Más adelante yo misma los pude ver, tenían números grandes hechos con cinta de aislar negra. ¡Nos reímos cuando recordamos las noticias de la gasolina que entraba por México a menor precio y era vendida por los mismos vecinos! Toda casa daba la bienvenida al viajero con dos galones de gasolina con un precio muy por debajo de lo que estamos pagando en la Ciudad de Guatemala por un galón. Se nos atravesó la idea de hacer negocio…

La cabecera municipal de Huehuetenango es realmente hermosa. Un centro que guarda detalles que se convierten en sorpresas para los extraños. Una catedral, antigua e imponente, está rodeada por un largo portal del comercio y otros edificios antiguos igual de elegantes. Mientras buscamos donde cenar, se nos aparecen pequeños parques y rotondas. Cafés y cafeterías abren sus puertas a los huehuetecos para tomar la bebida del grano que se cosecha en la región y son una opción a la cantidad de puestos de “chéveres” que están en todas la cuadras. La alegría y el movimiento del centro contrastan con la soledad de una Pradera Huehuetenango y un McDonald’s vacío. Todas las noticias sombrías que nos llegan a la capital a través de los medios de comunicación, parecen que no vienen de este lugar. Tan diferente que es una dinámica cotidiana a hechos que marcan tan profundamente una realidad.

He compartido tantos viajes con Roberto, pero los dos estamos de acuerdo en decir que este ha sido uno de los lugares más interesantes que conocimos, tiene un encanto único. Viajar acompañada, compartir impresiones, charlar sin límites y teniendo a un amigo a la par, es de esos regalos que da la vida y algunos trabajos. Conocer, observar, sorprenderse y construir reflexiones son aún pilares de nuestra humanidad.