El Zorro contra el aguacil

El Zorro es un héroe latino por excelencia, pero ¿alguna vez se ha cuestionado si es un héroe o un antihéroe? El Zorro no acata ley, hace justicia por sus propias manos haciendo del dicho “el fin justifica los medios” una realidad. Además, es mujeriego, heredero de una gran fortuna y con una doble vida. Por el otro lado está el aguacil de las películas del Oeste. Este simboliza la ley y el orden, es uno de más del pueblo, pero tiene el monopolio de la fuerza. Estos son dos ejemplos extremos de cómo se perfilan los políticos como “Zorros”, salvadores del mundo, ungidos de Dios o bien “aguaciles”, ciudadanos vigilantes del Estado de Derecho.

Los valores, la religión y la política son todos propios de la vida en sociedad y como tales conviven. La pregunta es si como ciudadanos queremos mezclarlos o bien si queremos establecer límites. El foro presidencial “Por la Vida y la Educación”, que organizó la Conferencia Episcopal de Guatemala, permitió a mucha gente reflexionar sobre temas controversiales, como la homosexualidad, el matrimonio y la familia. Sin embargo, considero que ningún tema se abordó de una forma laica. Los organizadores inducían a las respuestas y los candidatos respondieron lo que la Iglesia Católica quería oír. Esto pareciera ser irrelevante, pero convierte a los candidatos en Zorros, ya que no los obliga a responder a temas de Estado considerando principios democráticos y republicanos, como la dignidad humana.

La dignidad del ser humano es uno de los pilares del Estado. Se establece en el artículo 2 de la Constitución que es obligación del Estado garantizarla. Luis Recasens Siches, famoso jurista guatemalteco, la define como parte implícita de la libertad: “Si el hombre es un ser con fines propios y estos fines solo pueden ser realizados por decisión personal, necesita estar exento de la coacción de otros individuos y de la coacción de los poderes públicos que interfieran con la realización de estos fines. La libertad, entonces, desde el punto de vista jurídico, consiste en “hallarse libre de coacciones o injerencias indebidas, públicas o privadas”. Las respuestas de los candidatos, en su mayoría, no consideran al ser humano como un individuo libre de escoger y ordenar sus valores.

Los políticos deben responder a los principios democráticos y republicanos en los cuales está enmarcado el Estado guatemalteco. El respeto a la vida, la libertad y la igualdad son valores republicanos que no podemos permitir que sean propios de un credo. Son propios del Estado de Derecho.