Familia, hora de repensar el concepto

En mi columna anterior escribí sobre laicidad, concepto amplio que no puede concebirse como sinónimo de secularización; más bien es un concepto que se construye sobre dos principios: la igualdad de trato y la libertad de consciencia. La igualdad de trato implica que todos somos iguales ante la ley, que el Estado reconoce por igual nuestra dignidad como seres humanos; libertad de consciencia implica que cada quien pueda perseguir su felicidad de forma distinta, que sea permitido que el individuo vea el mundo de acuerdo a sus valores. Estos principios son básicos en un Estado de Derecho y se materializan mediante la separación de la Iglesia y el Estado y la neutralidad del Estado frente a todas las religiones y las formas de percibir el mundo.

Me llamó la atención el comentario de una columnista: “Ahora bien, quien dice familia dice también matrimonio, otro tema tabú que fue considerado en el foro que ha originado esta serie de reflexiones”. La familia siempre ha sido una institución primordial para el Derecho, es por eso que ha sido sujeta de tutela legal y judicial, lo cual se hace evidente en nuestra Constitución (art.47), en otras leyes ordinarias y en la práctica judicial.

Sin embargo, la sociedad no es estática, es evolutiva; el derecho lo es también y por lo tanto sus instituciones también evolucionan. Considerar el matrimonio como la única fuente de la familia es cerrar los ojos ante situaciones familiares nuevas y crecientes. Una madre soltera y su hijo no deberían de ser minusvalorados frente a una familia tradicional, así como tampoco un abuelo y su nieto ser las razones de la conflictividad social de un país.

La familia tradicional no es la única familia ni tampoco debe el Estado considerarla superior a los otros modelos. El Estado que se considere laico no tendría porque tratar de forma desigual a estas familias porque de hacerlo estaría violando tanto la igualdad de trato ante la ley como la libertad de consciencia. Ninguno de los candidatos analizó este tema, la misma Constitución establece sobre la familia que el Estado: “Promoverá su organización sobre la base legal del matrimonio…”, por lo que todos nos podríamos quedar con esa idea… Pero si vamos a velar por la dignidad de las personas, ¿no sería hora de replantearse este concepto?