En mayo de este año se conoció la noticia: Otto Pérez fue electo como Líder del Año 2013. El premio lo otorgó una revista gringa de negocios, Latin Trade Group, y el Presidente estuvo el pasado 25 de octubre, de esmoquin y sobre la alfombra roja, en Miami para recibirlo en una gala con la presencia de empresarios americanos (del continente América, por aquello de las confusiones).
¿Por qué creo que sí se lo merece? Muy fácil, porque es responsable de lo que le atribuyen: pintar un país bonito para inversionistas extranjeros. Ahora lo que me pregunto yo, ¿y en qué nos beneficia eso como país (entendiendo país como la mayoría de guatemaltecos y guatemaltecas que incluye al 54% o los 7.8 millones clasificados como pobres)?
Según la revista de negocios, Pérez Molina destaca por un lado, por su liderazgo, y por otro, por las transformaciones económicas y políticas. Se ha avanzado en temas de competitividad mejorando el clima de confianza para captar inversiones, así como una estabilidad macroeconómica.
Pues al parecer el Presidente va por buen camino… al menos así lo dice el Director del Grupo Latin Trade: “Van en la dirección correcta que es facilitar el ambiente de negocios”. También se mostraban muy contentos otros empresarios guatemaltecos que lo acompañaban de la Cámara de la Industria y de la Cervecería. Pero ¿cuál es el mensaje detrás de esto? Que en los sistemas democráticos, un buen presidente es aquel que sabe vender los recursos (naturales y humanos) de su país a empresarios extranjeros.
El reconocimiento está bien desde el punto de vista que el capital trasnacional está premiando a sus piezas dentro del tablero del sistema político democrático. Está premiando a los que se prestan para hacer con su cargo público un festín privado.
Se premia el avance en competitividad, como la seguridad y confianza de inversionistas de encontrar la menor cantidad de obstáculos (personas, comunidades, leyes, impuestos, costos, etc.) para extraer los recursos naturales y la dignidad del pueblo a su antojo, y de contar con una mano dura lista para poner a disposición su ejército contra su misma población si fuere necesario. Se elogia la estabilidad macroeconómica que poco tiene que ver con la situación económica que sufren las y los guatemaltecos que no son parte de las familias exportadoras de monocultivos ni productoras de licores ni de materiales de construcción.
La conflictividad está siendo entendida como los obstáculos (principalmente de resistencia comunitaria) que encuentran los empresarios para poner en marcha sus negocios. Y es que además del claro daño que ciertas actividades económicas le dejan al país, se suma la forma como éstas se instauran en las comunidades, tan llena de prepotencia e ignorando a la población, su dignidad, su vida y su derecho de decidir.
No quiero satanizar toda la actividad económica; vivimos en un sistema capitalista y no hay de otra. El mercado es el que nos permite tener el jabón del baño, los huevos y el café del desayuno. El problema está en el modelo económico de desarrollo que se ha venido vendiendo como la panacea o el gran remedio para todos los males, en el que los privilegios, los negocios y las ganancias las siguen acumulando unos pocos. Un modelo en el que lo público –para las mayorías- es sacrificado por lo que se considera bonito y valioso: lo privado –para las minorías con capacidad adquisitiva. Un modelo en el que la población deja de ser ciudadana y pasa a ser consumidora.
De lo que no me cabe duda es que hay una fuerte contradicción entre el modelo económico que los gobiernos (electos democráticamente, en teoría) se empeñan en promover, y la democracia. El problema es que el sostén de la democracia que estamos viviendo es precisamente ese modelo económico. Es decir, esta democracia sólo tiene sentido en la medida que facilita las actividades económicas de los grandes capitales. Eso es lo que tenemos hoy como democracia. Eso es lo que tenemos hoy como Presidente, uno que afirma que “Guatemala está abierta para hacer negocios, y nuestro gobierno, para acompañarlos”.
Más de este autor