El mejor caso de esto quedó impreso en las fotografías del cadáver de Arturo Beltrán: el brazo y hombro izquierdos completamente sueltos, flojos, hechos puré. Lo que hace más interesante el caso es que Arturo Beltrán tenía los pantalones bajados, un mecanismo usado por las fuerzas de seguridad en México para inmovilizar a quienes ya han sido detenidos. En esencia, Arturo Beltrán fue asesinado a sangre fría por la SEMAR cuando ya no mostraba resistencia. Ante hechos como este, los narcos mexicanos usan la famosa pistola llamada “mata policías”, la escuadra five-seven (5.7 x 28mm), que tiene la capacidad de atravesar un chaleco antibalas a 200 metros de donde se les dispara como cuchillo en la mantequilla. Simplemente no hay forma de salvarla.
A decir de lo que leemos con Lazcano, parece que fue la misma situación, pero las fotografías del “cadáver” de Heriberto Lazcano no mostraban ningún tipo de deformación producto de la onda expansiva del disparo. Cabe entonces preguntarse si, en efecto es el cadáver correcto.
Recordemos el caso de Ignacio Coronel (abatido por el ejército mexicano el 29 de julio del 2010), no coinciden los datos de la necropsia con las descripciones oficiales que se tenían del “rey de la droga sintética” y el tercero en la organización del Pacífico. El cadáver en posesión del ejército era mucho más joven y más alto de lo que correspondería a Nacho. Si esta supuesta muerte parece extraña, hay que recordar la petición del Gobierno Castrista en mayo del 2004 cuando México y Cuba rompen relaciones. El Gobierno de la isla pedía que también saliera del país Amado Carillo Fuentes (el histórico “Señor de los Cielos”) quien había –supuestamente– muerto en una fallida cirugía estética en un hospital de la zona Sur de la ciudad de México.
En México hay dos formas en que los capos pesados concluyen su carrera. Pueden pactar su entrega, como sucedió con Juan G. Abrego (líder del cartel del Golfo antes que Osiel Cárdenas) o como recientemente le sucediera a “la Barbie”: detenciones sin un tiro de por medio. O, pueden fingir su muerte y pasar al retiro. Simplemente no hay constancia de ningún cuerpo y cuando lo hay, no cuadran los datos. Ahora bien, no estoy diciendo que este sea el caso de Heriberto Lazcano. Por cierto, ahora se debate si el Z3 fue abatido o se suicidó.
Felipe Calderón inicia su gobierno dándole duros golpes a los enemigos de los sinaloenses: mató a Arturo Beltrán, encerró a Hector Beltrán, detuvo a “la Barbie”, debilitó al cartel del Golfo matando a Antonio Cárdenas Guillén (“Tony Tormenta”) en un operativo donde hubo más de 300 muertos y detuvo –sin un tiro de por medio- a Eduardo Costilla “el Coss”, quien quedara a cargo del cartel.
Y su gobierno concluye mostrando la lealtad suprema al clan sinaloense. Los últimos enemigos, esos a los cuales “el Gallo de Oro” llamaría en sus canciones “los quemados”[1] (los Zetas), el gobierno de Calderón les pegó durísimo más que a ningún otro cartel: mata más de 25 de sus líderes, logra la fragmentación del mismo, y parece que, retiró al histórico Lazcano.
Seguramente desde Culichi le han dado las gracias a Calderón. El cartel de Sinaloa hoy emerge como el “cartel intacto”, con sus liderazgos históricos sin pisar prisión, con arreglos puestos al descubierto con la Agencia Federal Antidrogas (DEA, en inglés) y con el mismo Panismo: son los ganadores de la guerra.
Saciamorbos, el último libro de Carlos Loret de Mola, recuenta la conversación entre Joaquín Guzmán Loera y Enrique Peña Nieto, cuando el primero acusara al “gober precioso” de proteger sicarios de los Beltrán Leyva. “De ahora en adelante tu vida me la reservo yo. No llegarás a ser Presidente”, dijo el Señor de la Sierra. Pregunto: ¿llegará a los Pinos o pactará por su vida?
[1] De esto se conversa mucho en las cantinas de Culiacán. Siendo la sociedad sinaloense bastante racista debido a que la población es fundamentalmente blanca, se dice que el mote de ´los quemados´ en el narco- corrido A mis enemigos les fue dado porque los zetas además de monitos morenitos, son bastante, bastante feos.
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