Cuidado defensores de Derechos Humanos

El acto ruin y arbitrario de no prolongar la visa de dos voluntarios de Brigadas Internacionales de Paz es otro golpe para La Puya y para quien sigue en ese lugar defendiendo lo suyo, lo es también para aquellos guatemaltecos que han trabajado junto a extranjeros en ese esfuerzo por resistir.

Brigadas Internacionales de Paz está en el país desde 1995, es una organización mundialmente reconocida por su trabajo en defensa de los Derechos Humanos, y Guatemala ha sacado a dos de sus miembros que acompañaron a la Resistencia de la Puya el pasado 23 de mayo. Acompañaron a la resistencia que se encuentra en La Puya desde ese día, y mientras su participación fue pacífica a ejemplo de los comunitarios del lugar, no sólo fueron testigos de la violencia del Estado en defensa de la empresa.

El 26 de julio ambos recibieron una carta  en dónde se pedía reunirse con ellos, reunión en la que se les comunicó que su residencia estaba cancelada por parte de la Subdirección de Operaciones de Extranjería, parte de Dirección General de Migraciones, dependencia a cargo del Ministerio de Gobernación, mismo Ministerio que adoptó medidas violentas y obligó a que muchos guatemaltecos enfrentaran a otros guatemaltecos como ellos, en un conflicto en dónde no se ha respeta el diálogo y la respuesta a la pacífica defensa del territorio es manejada con violencia.

López Bonilla dijo haber visto en videos sobre el desalojo violento de La Puya el pasado 23 de mayo, a miembros de Brigadas lanzar piedras a  los policías que llevaban a cabo la operación. Esta declaración hace de los extranjeros, parte de esa amplia definición del nuevo enemigo interno; pero eso sí no son todos los extranjeros, son aquellos que a diferencia de los que salen en medios de comunicación hegemónicos, están codo con codo con comunidades con las que comparten una misma visión de la política y de la vida. Una irresponsabilidad e insensatez frente a aquellos extranjeros solidarios que han aportado al país. 

Así, sin mayor explicación, se canceló sin mayor razón el documento que les permite permanecer trabajando en el país. Lo único que hay es una práctica arbitraria y dos número de resoluciones –40-2014 y 41-2014–, después nada. Silencio, como se acostumbra cuando no hay argumentos y sólo voluntad de reactualizar de manera tajante eso de “quitarle el agua al pez”. Con estas acciones, el Gobierno de Guatemala del militar de la paz, nos recuerda que en este país no se acepta ni la lucha por el territorio ni la defensa de los Derechos Humanos, que mejor si todo queda entre las fronteras de este país de la impunidad, esperando que  nadie se entere. Intentan afectar el acompañamiento de actores internacionales que pueden, ante todo, vigilar a un Estado que se ha caracterizado por sobrepasarse.

Algo aprendí yo muy bien en mis años de universidad: los Derechos Humanos sólo los viola el Estado; lo que nunca me dijeron en ese tiempo era que el Estado guatemalteco era para un estudio de caso amplio, exhaustivo y reiterativo. De hecho, cada vez me convenzo más que la Guatemala de hoy es la Guatemala que continua con estrategias burdas de la guerra.

Mi solidaridad con Brigadas Internacionales de Paz, y en específico con estos dos voluntarios.