Es una tradición de origen no religioso, y por lo tanto, me atreveré a imaginarme cómo sería una corona de adviento, que comenzara hoy por pura casualidad, en el domingo de la esperanza.
Una vela por la decencia y honestidad:
La primera vela es porque los políticos sean honestos y decentes. En un país pobre, hambriento, injusto a todas luces, desigual a simple vista, la decencia y la honestidad se convierten en cualidades necesarias para cualquier hombre y mujer que de...
Es una tradición de origen no religioso, y por lo tanto, me atreveré a imaginarme cómo sería una corona de adviento, que comenzara hoy por pura casualidad, en el domingo de la esperanza.
Una vela por la decencia y honestidad:
La primera vela es porque los políticos sean honestos y decentes. En un país pobre, hambriento, injusto a todas luces, desigual a simple vista, la decencia y la honestidad se convierten en cualidades necesarias para cualquier hombre y mujer que desee trabajar a favor de los demás. Son la decencia y la honestidad las que deberían mantener en una actitud responsable a los políticos, para ser portavoces de las necesidades de aquellos que creen en ellos, que confían en sus palabras. Urgente es encontrar como principios vitales de los políticos la decencia y la honestidad, que los mantengan fieles a los que piensan, que les permitan ser transparentes a quienes se dirigen. Hace falta en una sociedad como la guatemalteca, creer en la política como herramienta diaria de construcción democrática, los obreros que echan mano de esta herramienta son los políticos y nadie más importante que ellos para hacer buen uso para devolver la esperanza.
Una vela por el servicio:
Si algo se debe rescatar de las generaciones anteriores es lo que nos decían las abuelitas, “el espíritu de servicio”. Es anteponer al otro, estar presto a lo que se necesita, a colaborar en lo que sea imprescindible para que los otros estén bien. Significa también, ponerse en segundo lugar, no pensar en sí misma por encima de los demás. El servicio no es solo para políticos, pero ¿se imaginan si los políticos estuvieran al servicio de la “voluntad popular”, del ciudadano que se las ve negras a diario? Si los políticos pensaran un poco menos en ellos (en sus billeteras, en sus mansiones, en sus gustos y privilegios) tendríamos una política menos egoísta y el político recobraría un poco del honor que hace tiempo perdió.
Una vela por la solidaridad:
La solidaridad ha perdido su sentido en un país que no la práctica, es un concepto que se vive o se ignora, se omite hasta el fin de los tiempos. La solidaridad ya ni hace parte de los discursos de los políticos, ahora más preocupados por bonos, presupuestos, por procesos legales que se apegan a lo que son, perdiendo todo el espíritu que los puede motivar. La solidaridad es tal vez el lazo político necesario a vivir en una sociedad. Son los políticos, también quienes llevan a una escala de sociedad la solidaridad. En Guatemala se ha aprendido a ser solidario por falta de un Estado y de los políticos que lo saquean a cada rato, ha sido también para muchos una manera de sobrevivir. Si El Estado no enseña a ser solidario, más difícil será comprender el valor de la solidaridad.
Una vela contra la indiferencia:
La indiferencia no es solo cuestión de los que no tenemos cargo público. La indiferencia, diría yo, es menos grave cuando no se tiene el poder y la capacidad de cambiar el estado de la situación. Cuando la indiferencia se vuelve en falta de voluntad política, se institucionaliza y convierte en invisible el dolor y el sufrimiento, las necesidades y las luchas de la razón de ser de cualquier Estado.
Y por último, en la noche en que los católicos creen que el amor es lo más importante, una vela porque los políticos no se olviden del amor, que a veces pareciera que es lo más humano, que es el motor de la justicia, que es lo que nos hace sentirnos humanos. Ojalá busquen este adviento, muy en el fondo del corazón que todavía les late, el motor real de la vida.
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