Ella decía que eran 26,927 kilómetros, que el hombre estaba muy en forma –no lo dudo– y que era sumamente rápido. Él decía que no era posible, que había una equivocación, un teclazo, que 26,927 kilómetros era demasiado. Él tenía razón pero ella insistió.
Estos errores donde no se interpreta correctamente lo que leemos son muy comunes. En ciertos países, el punto separa las cifras decimales de los enteros y la coma separa los millares; en otros, es al revés. Debemos estar preparados par...
Ella decía que eran 26,927 kilómetros, que el hombre estaba muy en forma –no lo dudo– y que era sumamente rápido. Él decía que no era posible, que había una equivocación, un teclazo, que 26,927 kilómetros era demasiado. Él tenía razón pero ella insistió.
Estos errores donde no se interpreta correctamente lo que leemos son muy comunes. En ciertos países, el punto separa las cifras decimales de los enteros y la coma separa los millares; en otros, es al revés. Debemos estar preparados para interpretar correctamente una cantidad según su contexto. El problema es que no cuestionamos lo que leemos. Si tomamos la información por cierta sólo porque está impresa o colgada en internet, estamos fritos.
Tenemos un ejemplo de dificultad para concebir el tamaño de una cantidad. ¿Por qué no se me ocurre que recorrer 26,927 kilómetros en una hora es demasiado para un ciclista, por veloz que sea? ¡Es Flash! Podría darme cuenta de que eso significa que el ciclista viajaba a una velocidad de 26,927 km/h y comparar con la velocidad promedio de un automóvil en una ciudad es de unos 60 o 70 km/h, con los 300 km/h de los vehículos de fórmula 1. Si hago la conversión a km/s sale que el ciclista recorre más de 7 km en un segundo. Con eso debería bastar para darme cuenta de que esto es imposible y seguramente hay un error. Yo busqué el dato y es 26 km 927 m –igual le cantaría “¡Flash ah-ah!” si lo veo, yo me infartaría en un par de vueltas y no tengo 102 años. En términos de distancias, Guatemala está a poco menos de 9,000 km de Alaska (en carretera). ¡Los 26,927 km son casi el triple!
Es común que los profesores de matemática comenten las respuestas descabelladas que encuentran en los exámenes. Se ve cada cosa… Una vez alguien puso un problema en que había que calcular la temperatura que alcanzaba un horno. Un estudiante obtuvo 6 x 10^38 grados centígrados. No le pareció una temperatura demasiado alta. No le molestó que eso significara 600000000000000000000000000000000000000°C, ni le alcanzó la imaginación para hacerse una idea del tamaño de tal número. Cuando se le preguntó por qué había colocado esa respuesta –imposible a todas luces– dijo que eso le había dado la calculadora. Como si al aparatito había que creerle por fe. No revisó su procedimiento, ni si tal vez con un dedazo había ingresado valores erróneos que producían el resultado incorrecto. Nunca cuestionó si lo que estaba escribiendo tenía sentido o no.
Estos problemas con cantidades son reflejo de algo más profundo y, en una primera aproximación, revelan dos cosas: una muy mala formación elemental en matemática y un divorcio entre la matemática aprendida y sus aplicaciones en la vida cotidiana. La lectura tiene su problema equivalente.
Entonces, así como no comprendemos cantidades simples y las tomamos por ciertas sin reflexionar ni verificar, también nos tragamos estadísticas raras, datos expresados de formas engañosas, aceptamos tarjetas de crédito con supuestos beneficios sin alcanzar a medir el efecto de la tasa de interés sobre nuestra deuda, estamos incapacitados para evaluar si hacemos un préstamo en un banco u otro, así nos estafan los que cambian dólares en la calle o en las fronteras. Así calculamos mal el vuelto en la tienda y los horarios de los medicamentos.
La preocupación por el aprendizaje de la matemática no es gratuita ni es cuestión de académicos. Tampoco es problema de tercermundistas. Es un denominador común en todas partes. No sé qué haría la diferencia, pero seguramente es necesaria una cuidadosa inversión en educación, gastar en lo que funciona. Es una tarea complicada, pero necesaria. Y la búsqueda de “lo que funciona” le está quebrando la cabeza a todos. En Guatemala, la mayoría de programas orientados a la mejora se centran en las áreas de Matemática y Comunicación y Lenguaje, porque están convencidos de que si eso no cala, las áreas de ciencias, estudios sociales y todo lo demás no tienen esperanza alguna.
No supe si ella, la de la radio, cambió de opinión. Ni cuántos radioescuchas estuvieron de acuerdo con ella.
* Canción de la banda Queen del álbum Flash Gordon (1980)
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