Rápido y sin chistar, junto a otros supuestos opositores, aprobaron no solo la reducción del impuesto de circulación de vehículos, sino la amnistía fiscal, premiando con ello a todos los morosos y berrinchudos empresarios que han decidido no pagar impuestos para castigar al Sultán que en algunos asuntos fiscales no les hizo totalmente caso.
Nótese que el fisco no está nadando en la abundancia y que es evidente que no se cumpliran las metas de recaudación. De esa cuenta, es de suponer que al reducir impuestos e intereses por mora, las arcas del Estado recibirán menos de lo estimado pero, por lo que parece, la lógica desesperada de las actuales autoridades es: “más vale poco pero seguro”, aunque cobardemente no se animan a admitirlo. El grupo que anunció mano dura, con este acto ha dejado más que claro que a los morosos no sólo se les trata con guantes de seda sino que se les premia por no pagar. Porque también es evidente que los beneficiados con la amnistía fiscal son los grandes capitales que no pagan impuestos a tiempo, pues al pequeño y mediano emprendedor le atosigan con exigencias y le hacen pagar hasta más de la cuenta. La misma suposición puede hacerse con el impuesto de circulación, pues quienes saldrán altamente beneficiados son los que compran carros de lujo para especular o aparentar.
Pero la mano blanda con la que se trata al gran capital moroso vino acompañada de un discurso abierta y cínicamente engañoso, pues lo que se dice en los spots publicitarios es que se quiere proteger es al presupuesto familiar, cuando es evidente que el pequeño y mediano comerciante o profesional paga un impuesto de circulación bajo y que por las características de su relación laboral no puede ser moroso en el pago de sus impuestos. Los tambores y los pitos se hicieron sonar estrambóticamente a la reducción del impuesto de circulación de vehículos, cuando el golpe duro y la concesión abierta a los “amigos empresarios” morosos es la amnistía fiscal.
Como ya nos tiene acostumbrados este sultanato, la propuesta de ley llegó lunes al Congreso de la República y, de inmediato, casi en un cuadre militar de tacones, en apenas tres días las supuestas oposiciones mayoritarias no sólo consideraron que tal disposición era más que urgente, ¡urgentísima! sino que aprobaron sin chistar lo enviado desde la sexta avenida. Ningún debate significativo, mucho menos una discusión coherente y responsable en la comisión correspondiente. Nadie nos explicó a los ciudadanos comunes y corrientes las razones técnicas y de peso que hicieron que una iniciativa de ley, redactada fuera del Congreso y con certeza en algún bufete de economistas y abogados de los propios evasores, se considerara tan urgente y se aprobara sin contratiempos.
No hay ninguna información del monto que representa para el Presupuesto de ingresos y gastos del Estado esta reducción en los ingresos; como tampoco de los gastos que, en consecuencia, no podrán ser realizados, y mucho menos conocemos las razones técnicas y políticas que hacen que tal disposición constituya urgencia nacional. Y, con seguridad, tampoco tendremos información de quiénes serán los directamente beneficiados con esa reducción del impuesto y sus multas.
Lo sucedido en el Congreso de la República este jueves viene a demostrar fehacientemente que el grupo Pérez-Baldetti no sólo no tenía un plan de gobierno en lo que a la cuestión fiscal se refiere, sino que la supuesta oposición mayoritaria no es más que una comparsa en este baile de permenente sumisión a los intereses y visiones conservadoras del gran capital. Hoy, éstos se anotan un punto más a su favor y algunos quetzales extras en sus bolsillos. Pero hoy también, al impedirse el debate y la gestión parlamentaria seria, la sociedad ha perdido un punto más en el espinoso proceso que a la construcción de nuestra democracia se le ha impuesto.
Más de este autor