Existe una alarmante precariedad institucional, puesta de manifiesto cuando no se sabe con certeza quién dirige la orquesta en el manejo de la emergencia en el altiplano marquense. Pero se manifiesta también otra expresión, la vulnerabilidad humana; entendida como aquella situación de fragilidad que es aprovechada a más y mejor por diversos intereses, donde lo común es el aprovechamiento de las circunstancias para sacar ventajas.
Quizá sea muy pronto para juzgar lo que sucede en ...
Existe una alarmante precariedad institucional, puesta de manifiesto cuando no se sabe con certeza quién dirige la orquesta en el manejo de la emergencia en el altiplano marquense. Pero se manifiesta también otra expresión, la vulnerabilidad humana; entendida como aquella situación de fragilidad que es aprovechada a más y mejor por diversos intereses, donde lo común es el aprovechamiento de las circunstancias para sacar ventajas.
Quizá sea muy pronto para juzgar lo que sucede en la región azotada por el terremoto. Lo que ya es claro son las primeras manifestaciones de esa utilización vergonzosa. Se ven expresiones desde los partidos que saltan tal cual fieras sobre sus presas; las hay económicas vistas desde las páginas completas que salen en los diarios diciendo a todo volumen las muestras de caridad y de aparente solidaridad. ¿Por qué no usar esos recursos para los apoyos de verdad? Se organizan colectas por todos lados, algunas con verdadero sentido del ponerse la camiseta de los otros, los afectados. Otros, solo con afán de protagonismo, para salir en la foto, para modificar una escena como si se tratara de tapar el Sol con un dedo.
Así las cosas, los sucesos trágicos que se enciman en las poblaciones más pobres son termómetros que permiten ver los sentimientos más profundos de nuestra sociedad, las disparidades de percepciones, los intereses que buscan fincarse en los terrenos de mayor fertilidad. En estos períodos, donde salen a luz, a flote, lo que en realidad mueve a nuestra sociedad; las distancias y posiciones que apuntan hacia lo irreconciliable, las bajas pasiones, el sentido utilitarista; pero también las enormes capacidades que salen de lo inimaginable para intentar sobreponerse y al menos, para preparar las condiciones mínimas de sobrevivencia.
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