Al final del foro, pude pasar cuatro horas hablando con Antonio Ingroia durante la cena de clausura para organizadores y expositores.
Antonio Ingroia, fiscal anti-mafia de Palermo se unirá – más pronto que tarde– al equipo que conforma la Comisión. No es una cuestión para dejar pasar, pero lo que deseo resaltar en esta pieza no es el perfil del exfiscal Ingroia. Lo que me parece interesante es haber tenido la oportunidad de dialogar directamente con alguien que pudo ´vivir en carne propia´ el proceso de reconstrucción del tejido socio-institucional palermitano.
Por haber trabajado directamente con Falcone, Ingroia pudo referirme a varios detalles interesantes de la personalidad del juez anti-mafia que no se encuentran en los textos, ni siquiera en las mejores biografías. Sin embargo, me pareció importante que confirmara lo que tanto se admira de Falcone: La decisión de quedarse en Palermo incluso cuando el Supremo Italiano revirtió las sentencias del Maxi-Proceso y sabía que la deuda de sangre adquirida con la mafia le costaría la vida. Pareciera que el cálculo racional de Falcone ´falló´ pero en realidad, fue una decisión estoica y admirable. La mayoría de los operadores de justicia simplemente aplican el principio fundamental de preservar la vida propia.
A muchos analistas se les olvidan las reglas del método comparativo, y por lo tanto transforman en modelos a seguir experiencias históricas-culturales que no tienen atingencia alguna con la realidad política mesoamericana.
Tradicionalmente se enseña que cualquier experiencia de reconstrucción social, institucional, y política que pueda servir como ´hoja de ruta´ tiene que contemplar elementos comunes básicos. Cuando se realiza una ´necropsia´ a estos modelos, se encuentran situaciones muy interesantes que ponen en jaque la legitimidad de su aplicación.[1]
El mediodía italiano presenta una sociedad caracterizada por un tipo de ciudadanía neo-feudal,[2] una sociedad además autoritaria, machista y profundamente conservadora, sin embargo desde la perspectiva de Ingroia hay un detalle importante: El poder judicial italiano había logrado luego de 1950 adquirir un estatus de independencia frente a los otros poderes así cómo adquirir las características mínimas de la burocracia paleotécnica weberiana:[3] meritocracia, certeza del puesto y un nivel de funcionalidad más que mínimo.[4]
El problema entonces, radicaba en el enquistamiento de la Cosa Nostra en determinados juzgados específicos. Y otro punto, nunca tuvo Italia un índice de impunidad tan alto como los países del triángulo norte.
Pequeña diferencia. Por eso la experiencia que vive Guatemala es sui generis en cuanto al intento de reconstruir un tejido social que nunca ha sido sociedad civil y, una institucionalidad republicana solo de nombre.
Vaya reto.
[1] Dos casos muy puntuales en el contexto del debate en Guatemala en cuanto a los modelos ´adorados´ pasan por el llamado ´modelo chileno´ y el ´modelo español´. Aunque ambos al final son casos puntuales de ´pactos de élites´, en el caso chileno es clara la condición de sociedad civil y republicana que Chile tenía antes del golpe militar; véase el estudio de Oscar Godoy Arcaya, La transición chilena a la democracia: Pactada. La reconstrucción del tejido social en Chile y del tejido institucional no requería un trabajo tan completo, puesto que los instrumentos republicanos siempre habían estado allí. Lo mismo se puede decir de Alemania en relación a la reconstrucción luego de la II Guerra Mundial. Vendría a ser interesante aquí, por cierto, la propuesta en relación a la construcción de un Senado para Guatemala cuando dicha experiencia política refiere esencialmente al mundo británico y su intento particular por limitar la voluntad mayoritaria. Bueno, eso dice mucho.
[2] Otros autores prefieren la categoría Post-Feudal, véase Velazco-Gamboa: Caracterizaciones del Post-feudalismo mexicano. Entendemos esta categoría como un tipo de ´ciudadanía´ acostumbrada a relaciones contractuales políticas con ´gobiernos privados´ o ´ gobiernos paralelos’. Tiende a ser una situación común en sociedades estamentales donde lo privado y ´lo público´ no se distinguen por la prácticas corporativas-clientelistas.
[3] En cuanto a este concepto, vale la pena leer el ensayo titulado ´El Despotismo Oriental cómo sistema de Poder´ republicado por el INAP de Mëxico. Autoría de E. N Eisenstadt en el original.
[4] En buena forma, esto explica el porqué del exilio de estudiantes de leyes en España hacia Italia durante la etapa franquista. Italia ya gozaba de cierta admiración en este sentido.
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