El pasado viernes 29 de noviembre, Internet y la naturaleza fueron testigos de dos movilizaciones humanas que parecen promover ideas contrarias. Unos afirman tener la solución, y los otros son etiquetados como la causa. Veamos si es cierto.
El primer grupo está conformado por las personas que, como cada año, esperan el Black Friday para comprar esa prenda de vestir con un descuento del 40 % o un dispositivo electrónico que, según estadísticas de Amazon, es de los productos más vendidos...
El pasado viernes 29 de noviembre, Internet y la naturaleza fueron testigos de dos movilizaciones humanas que parecen promover ideas contrarias. Unos afirman tener la solución, y los otros son etiquetados como la causa. Veamos si es cierto.
El primer grupo está conformado por las personas que, como cada año, esperan el Black Friday para comprar esa prenda de vestir con un descuento del 40 % o un dispositivo electrónico que, según estadísticas de Amazon, es de los productos más vendidos. Y si algún despistado se quedó sin aprovechar los descuentos del Black Friday, don’t worry porque el Cyber Monday ofrece, con la misma estrategia, una nueva oportunidad para comprar lo que necesita. Por lo tanto, podemos decir que el mercado digital sigue triunfando y satisfaciendo nuestras necesidades, sean reales o no, mediante la oferta de rebajas en los precios a costa de la continua explotación laboral y del uso descontrolado de los recursos naturales.
El segundo grupo congregó a estudiantes que han decidido no asistir a sus clases para sumarse a la causa #FridaysForFuture, que, por medio de la figura de Greta Thunberg, promueve debates acerca de la crisis medioambiental y exige, desde su privilegiado trono mediático, compromisos reales a los Gobiernos para disminuir la emisión de gases de efecto invernadero. El éxito viral de Greta, quien tuitea desde algún punto del Atlántico, es tan impresionante que ha logrado entusiasmar y sacar de la rutina a cientos de adolescentes en todo el mundo al ofrecerles una causa noble por la cual manifestarse. Una de las pancartas que sostenía una joven decía «consumismo = crisis climática». ¿A qué tipo de consumismo se refiere? Seguro no hace referencia al celular ni a la ropa de cuero que portaba. ¿O sí?
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Ante la postura de ambos grupos, pregunto: ¿quién tiene la razón? Parecen ser posturas irreconciliables, pero, como siempre, la realidad supera la ficción. Me parece que los celulares y las selfis no registraron la conformación pacífica de un tercer grupo que apoyó la causa de su enemigo. Sin invitación y sin pedir permiso, usurpó el espacio de los que horas antes eran despreciables e hipócritas. Son aquellos que, sin ningún tipo de reparo y superando cualquier discurso político, lograron reconciliar con gran facilidad ambas posturas antagónicas. ¿Cómo lo hicieron? ¡Muy fácil! Por la mañana marcharon para pedir mayor compromiso ambiental y por la tarde recibieron el pedido de Amazon.
Ahora toca preguntarnos: ¿a qué grupo pertenezco? Me preocupa cuidar el medio ambiente, razón por la cual apago la luz al salir de cualquier habitación y clasifico la basura, pero también necesito comprar los productos que considero útiles cuando están en oferta. ¿Soy consumista? ¿Soy ambientalista? La respuesta no es tan simple. O tal vez no haya que responder, sino problematizar el estilo de vida que considero normal.
Mientras leo las noticias de la cumbre del clima que se celebra en Madrid del 2 al 13 de diciembre (COP25), saltan en mi pantalla más de cinco ventanas con anuncios de todo tipo ofreciendo descuentos increíbles que no debo perderme. La publicidad más elegante es la Black Friday for Future.
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