Así como él, otros deportistas guatemaltecos han hecho lo suyo por destacar y poner el nombre del país en alto y han inspirado con ello al resto de la nación. Para lograrlo y continuar cosechando éxitos es que se justifica el gasto público que va orientado al deporte federado. Dejando a un lado el manejo de recursos por parte de la CDAG, como ciudadanos esperaríamos que se ofreciese, especialmente a los atletas con alto potencial de ganar medallas, condiciones adecuadas para que logren destacar. Ello debiese implicar, dependiendo de las posibilidades de cada deportista, apoyo con los boletos aéreos, entrenamiento, equipo, etc.
Sería un error denominar que lo que el Gobierno otorga (y debiese otorgar) a Barrondo y a otros deportistas con alto potencial son privilegios. A partir de ciertos objetivos que, según parece, compartimos como nación, lo que ofrece el Gobierno de Guatemala es una combinación de incentivos y recompensas. Son recompensas por haber logrado una proeza que valoramos como país. Y son un incentivo para que los deportistas actuales y futuros se sientan inspirados a alcanzar metas más ambiciosas. La razón es sencilla. Aun cuando ganar una medalla puede ser muy inspirador y generar mucha ambición, no es suficiente: es muy raro, especialmente en países como Guatemala, lograr convertirse en un deportista profesional altamente exitoso y que pueda vivir cómodamente a partir de sus logros.
De una manera similar, si queremos lograr el desarrollo económico del país necesitamos establecer incentivos y recompensas, la idea detrás de establecer una política industrial. La razón es básicamente la misma. Si bien puede que existan empresarios que sientan mucha inspiración en crear empleos, invertir en tecnología y producir bienes y servicios de alta calidad mundial, hacerlo es algo difícil y riesgoso. No todos los empresarios son igual de buenos en atraer talento, en mantenerlo, en identificar nuevos mercados, en introducir nuevos métodos productivos, en desarrollar nuevos productos, en mejorar la calidad de los productos, en controlar y reducir los costos, etc.
Al momento de discutir las políticas económicas del país, algunos analistas y políticos empiezan a tomar la posición de que el Gobierno no tiene que andar otorgando privilegios a ninguna empresa o a ningún sector económico. Dan a entender que establecer reglas de juego generales para todos va a ser suficiente para generar desarrollo económico o que el país no puede darse el lujo de andar ofreciendo estos beneficios cuando existen otras prioridades. Dichas posiciones, a mi juicio, son el producto más bien de estrategias políticas que de un conocimiento profundo de cómo funcionan las economías y de cuál ha sido la historia del desarrollo económico en países exitosos. Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, Japón, Singapur, Taiwán, Corea del Sur, etcétera, todos ellos implementaron y aún implementan políticas dirigidas a determinados sectores económicos para generar resultados que consideran valiosos para la sociedad. No es un tema de privilegios. Es un tema de objetivos nacionales y de generar las herramientas para alcanzar dichos resultados.
Asimismo, si queremos resultados, tenemos que comprender también por qué nuestra selección nacional de futbol es tan mala. Es ridículo creer que la selección va a lograr los resultados si se le quitan los incentivos y las recompensas. Por otro lado, es ridículo creer que la selección va a lograr los resultados deseados si sus integrantes no son disciplinados y pueden salir de fiesta las noches antes de un juego importante. Aquí es donde entra en juego la disciplina de los deportistas y el compromiso de las autoridades y de la población de exigir dicha disciplina. La falta de disciplina debe ser penalizada y los incentivos retirados de aquellos que no están mostrando el compromiso que se necesita para lograr los cambios necesarios. No es que la selección nacional tenga que ganar todos los juegos y todos los campeonatos, pero andar de parranda la noche antes de un juego importante debería traer consecuencias negativas.
En conclusión, así como sería ridículo querer mejores resultados deportivos y no apoyar a deportistas talentosos como Barrondo, así también sería ridículo querer generar más y mejor empleo y no impulsar empresas y sectores económicos que puedan ofrecerlo. La discusión de la política económica en Guatemala tiene que superar esa discusión ingenua de derechas e izquierdas, de privilegios. Tenemos que definir claramente nuestros objetivos y las mejores herramientas para alcanzarlos, lo cual incluirá incentivos y mucha disciplina.
P. S.: Este artículo no tiene nada que ver con el proyecto de ley de creación de fundaciones para el fomento, la financiación y el seguimiento de deportes de alto rendimiento, iniciativa 4538. Comprendo el intento de generar alternativas privadas para realmente apoyar a los deportistas del país de cara al dudoso manejo de los cientos de millones de quetzales en manos de la CDAG. Sin embargo, creo que la solución a dicho problema es tomar el control de dicha institución. Es ridículo que tengamos que conformarnos con proponer alternativas privadas y dar por sentado que el desperdicio debe continuar. Así pues, aunque me opongo a la iniciativa de ley, mis razones para hacerlo son distintas a las de Ricardo Barrientos, quien la ataca al equiparar corrupción con toda propuesta de deducción de impuestos. Para mí, el problema no es pedir la deducción de impuestos, sino que la iniciativa supone, de manera conformista, que no es posible mejorar el manejo financiero de la CDAG. Allí es donde, para mí, reside el problema. Si dejamos que continúe, no hay presupuesto para el deporte, para la educación o para la salud que alcance.
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