Por lo que peleamos muchas mujeres es por tener opciones, y no un camino prestablecido. Y creo que ahora esta lucha también le está permitiendo al hombre tener más opciones, opciones que quizá no había pensado dignas, como ser él quien críe a los hijos.
Las limitaciones institucionales y las barreras propias son las que impiden que más mujeres estén en puestos de liderazgo dentro de los sectores privado y público. El monopolio de la mujer en el hogar también ha alejado a los hombres de participar de una forma activa en la educación de los hijos, pues somos nosotras las que criamos.
Para algunas mujeres, la gama de opciones es más grande que para otras. La decisión de dejar el trabajo o quedarse en casa es en sí misma una muy complicada. Muchas mujeres deciden quedarse en casa y dejar su carrera no necesariamente porque tomaron esa decisión de forma libre (lo cual sería ideal, y no estoy juzgándolo), sino porque creen que para hacer las cosas bien hay que escoger entre una y otra. O bien escogieron una pareja que no está dispuesta a compartir las labores de la casa.
En otros casos no hay opción. Para sobrevivir y darle al hijo lo que necesita tienen que trabajar. Esa es la realidad de la mayoría de mujeres en Guatemala, sobre todo en el área urbana[1]. Esto se complica cuando las empresas no tienen guarderías. Pero la realidad es aún peor para aquellas mujeres que trabajan en el sector informal. Entonces, estas mujeres dependen de otros adultos o de la capacidad de sobrevivencia de sus hijos. Si, teniendo posibilidades de dejar a sus hijos en buenas manos, a la mayoría de las mujeres les afecta la culpa cultural de dejar a sus hijos, quienes no tienen opción viven con una culpa aún peor.
La limitación interna de si somos malas madres por dejar a nuestros hijos mientras trabajamos es una barrera contra la cual debemos luchar mediante el debate abierto de estas ideas y con estudios que demuestren la falsedad de muchos de los paradigmas en los que vivimos. Pero la barrera institucional es otra cosa.
Ante ese panorama complicado, hace unas semanas conocí la Sociedad Protectora del Niño. Este es un espacio que les permite a muchas mujeres tener opciones, opciones libres de prejuicios y de miedo, pues en las casas de la Sociedad Protectora del Niño sus hijos son atendidos, educados y alimentados durante el tiempo que sea necesario para que ellas trabajen.
En la actualidad existen seis casas, la mayoría en el centro de la ciudad, y el proyecto se mantiene gracias a las ventas que se hacen en puerto libre, en el aeropuerto La Aurora. Apoyar estos proyectos es brindarnos opciones a hombres y mujeres para tener una sociedad más completa, en la que el sexo no nos determine, sino que sean nuestras decisiones las que vayan construyendo nuestros destinos.
[1] Zambrano Aguirre, Ada (2005). Hogares dirigidos por mujeres y procesos de democratización familiar en Guatemala (tesis para obtener el título de socióloga). Guatemala: Universidad San Carlos de Guatemala. Disponible aquí.
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