Al parecer era de un amigo, pero Domingo aprovechó para fastidiar a Julio, insinuando que se trataba de un enamorado de Dora.
Las chelas, al igual que los celos de Julio se siguieron acumulando en la mesa que compartían los tres. Una hora más tarde, Dora recibió otra llamada. La voz de un hombre se escuchó al otro lado. Domingo volvió a instigar a su amigo. Lo retó a que defendiera su “parcela”, a que hiciera valer su hombría. Lleno de celos y de furia, Julio sacó la pistola que cargaba al cincho y le pegó dos tiros en la cabeza a Dora.
Este caso se conoció en el Tribunal de Sentencia de Delitos de Femicidio de la capital. Los nombres son ficticios, pero los hechos no.
Me pregunto ¿qué habría sucedido si Julio no hubiera llevado consigo un arma? Seguro se habría puesto celoso, quizá le habría gritado a su novia, y hasta la habría golpeado, pero posiblemente no la habría matado.
El año pasado, el 81% de las muertes violentas ocurrieron con arma de fuego. El 71% de las muertes a mujeres fueron con armas de fuego, entre ellas, está Dora.
Carlos Mendoza y Claudia Méndez, plantearon en su artículo publicado en elPeriódico, “Siete mitos de la violencia homicida en Guatemala”, que “Los motivos personales” representan más de la mitad de las causas de muerte violenta en el país. De acuerdo con datos de la PNC, esta causa representó el 54% en el 2011 y el 58% en el 2012. Se consideran motivos personales, las riñas, las discusiones, los celos, las deudas no pagadas, diferencias, etc.
Por otra parte, Rebecca Peters, activista del Movimiento Global contra la Violencia con Armas (IANSA), asegura que en el mundo hay 875 millones de armas, de las cuales tres cuartas partes están en manos de civiles y una cuarta parte en manos de los Estados. Aunque no tengo datos acerca de tenencia de armas en Guatemala, debo suponer que no se aparta de la tendencia mundial.
Si mi lógica no me falla, tendríamos la siguiente hipótesis, más del 80% de las muertes violentas ocurre con arma de fuego, cuyo tenedor de la misma es un civil, quien la utilizó para dirimir diferencias personales. Esto además concuerda con la información brindada por la misma señora Peters que indica, que la presencia de un arma de fuego en el momento de un asalto, por ejemplo, aumenta en un 17.5% la probabilidad de que ocurra una muerte. Así mismo, la tenencia de un arma en el hogar aumenta 13 veces la probabilidad de muerte de cualquiera de los miembros de ese hogar. Un marido o compañero sentimental agresivo o celoso y que además posea un arma en casa aumenta 13 veces el riesgo de que esa mujer pueda ser víctima de femicidio.
La solución salta a la vista. Desarmemos a Julio y así salvamos a Dora, o en palabras de Rebecca Peters, “es necesario desarmar a los civiles, dado que éstos “constituyen la inmensa mayoría, no sólo de los propietarios de armas, sino también de las víctimas y los perpetradores de violencia armada”.
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