Una tarde hermosa, un pastor contemplaba su rebaño, cuando un vehículo se detuvo y un hombre bien vestido le preguntó:
— ¿Si le digo cuántas ovejas tiene, me regala una?
— ¿Por qué no? Usted no tiene idea.
El individuo accedió a una imagen satelital, hizo algunos cálculos y le dijo al pastor:
—Usted tiene 346 ovejas.
El pastor contemplaba perplejo al hombre que cargaba ya uno de los animales y le dijo:
—¡Momento! ¿Si adivino su p...
Una tarde hermosa, un pastor contemplaba su rebaño, cuando un vehículo se detuvo y un hombre bien vestido le preguntó:
— ¿Si le digo cuántas ovejas tiene, me regala una?
— ¿Por qué no? Usted no tiene idea.
El individuo accedió a una imagen satelital, hizo algunos cálculos y le dijo al pastor:
—Usted tiene 346 ovejas.
El pastor contemplaba perplejo al hombre que cargaba ya uno de los animales y le dijo:
—¡Momento! ¿Si adivino su profesión, me devuelve el animal?
—Por supuesto. Usted no tiene idea.
—Usted es consultor.
—¿Cómo pudo averiguarlo?
—Primero. Usted vino sin que yo lo pidiera. Segundo. Me está cobrando caro por decirme algo que ya sabía. Y tercero, usted no conoce mi negocio porque se está llevando al perro en lugar de la oveja.
Conozco muchas personas eficientes y honestas que viven de “hacer consultorías”. He aprendido mucho de colegas que en corto tiempo facilitan la generación de verdaderas transformaciones institucionales. Sin embargo, también he presenciado fiascos y una que otra estafa disfrazada de servicio. Por eso me atrevo a hacerle estas sugerencias:
- Si tiene razones para contratar una consultoría, debe definir con precisión el resultado de la misma. No se conforme con los productos descritos como “informes”, “diagnósticos” o “planes” en un plazo dado. Debe describirse la calidad del resultado desde los términos de referencia. Del mismo modo, debe visibilizarse el enfoque de proyecto. Es decir, una consultoría debería involucrarse desde el estudio de viabilidad hasta la implementación y evaluación de resultados.
- Desconfíe de las ofertas y los productos de bajo costo. Es deseable revisar cuidadosamente las referencias de quien será responsable del trabajo. En otras palabras, cuando usted asiste a terapia psicológica tiene derecho a preguntar por las credenciales y la experiencia del terapeuta. Lo mismo ocurre en una consultoría.
- En ocasiones es pertinente indagar si los términos de referencia fueron escritos con dedicatoria a una persona o firma en particular. Desconfíe de esa situación. Tal vez la consultoría no se necesite y usted está presenciando simplemente un negocio sucio.
- Evite en lo posible que los honorarios los pague otra institución. La agenda de quien financia puede generar conflictos de interés. El ejemplo típico es la consultoría “donada” por una entidad financiera, que concluye que su organización necesita servicios financieros como la contratación de deuda.
- Valore las posibilidades de desarrollar su organización. No pretenda dar saltos cualitativos mientras su gente gana salarios miserables y mientras no se cuente con recursos materiales para trabajar. El desarrollo organizacional no se consigue con un plan impreso, un nuevo manual de puestos o nuevos procedimientos. Es necesario también invertir en la gente.
- Evite contratar consultorías para elaborar planes, proyectos o propuestas de desarrollo, sin involucrar parte de su personal en la elaboración de los términos de referencia y el monitoreo del producto final. Especialmente en el sector público, abundan los planes y proyectos que nadie conoce, y que nunca se implementaron porque no había una contraparte comprometida.
- Si contrata a alguien externo para hacer transformaciones, rediseños, recortes o cambios que afectan al personal, no subestime la capacidad de la organización para “resistirse al cambio”. Créame. Ambiciosos proyectos han fracasado por considerar a las personas como simples peones de ajedrez. Si espera resistencia no la ignore, negocie.
Y por favor, no satanice las consultorías. Siempre han existido, aunque con otros nombres, y serán necesarias en tanto las organizaciones enfrenten la necesidad de incorporar nuevos saberes y prácticas.
* El autor es Administrador egresado de la USAC, con Maestría en Investigación de Política y Sociedad de la Escuela de Ciencia Política de la USAC. Ha trabajado en la gestión de riesgos y ejercido la docencia con varias instituciones los últimos 25 años y se especializa en la planeación, el desarrollo de capacidades y el diseño y desarrollo de procesos de capacitación.
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