Portillo, el superhéroe chapín

Como pueblo, entonces, nos merecemos a quienes nos gobiernan y nos han gobernado. La mejor muestra, Alfonso Portillo, quien ha quedado totalmente al descubierto y corrobora cómo es la mentalidad del político promedio en Guatemala.

Luego de años de negar los hechos por los que se le acusó, de despotricar en contra de sus enemigos, finalmente se declaró culpable de lavado de dinero en Estados Unidos. Para quienes miramos con cierta frecuencia las series policiacas norteamericanas no es difícil imaginarnos las escenas de negociación entre fiscales, abogados defensores y acusado. A éste le convenía declararse culpable –además lo es– pues entre los 20 años que le esperan aguantando frío en la cárcel, o los cinco de los que le quedan pocos meses por purgar, la elección era más que obvia. Sobre todo para un hombre que, como él, conoce la idiosincrasia chapina y sabe que, para muchos, esta decisión lo convierte en casi un superhéroe. El superhéroe chapín. Además de culpable, para culminar con broche de oro su declaración se disculpó, se mostró arrepentido y abundó en una serie de nuevos datos en torno a diversos actos de corrupción relacionados con el tema.

Para Portillo, que reaccionó de manera similar cuando lo cuestionaron sobre las dos personas que asesinó en México antes de la elección presidencial que ganó, ésta es una forma utilitarista y cínica de ser y mostrarse ante el mundo. Una forma admirable para muchos en nuestro país, que ven en él al vaquero invencible que a pesar de todo, finalmente sale en caballo blanco, bien parado y dispuesto para el siguiente round.

Antes, como ahora, Alfonso Portillo vuelve a ser el héroe de muchos. Para una sociedad cuya esencia es la doble moral, el hecho de su culpabilidad pasa a un segundo plano. Es culpable, sí, pero al reconocer sus errores, se magnifica a los ojos de quienes lo ven como el prototipo del vaquero chapín que no se deja, pero que cuando lo atrapan, también tiene “la valentía” de asumir las consecuencias de sus actos hasta el final. A él, debemos aclarar, no le quedó más remedio, pues sólo cuando se vio a sí mismo 20 años más encerrado entre esas frías paredes, aceptó sus delitos.

Mientras tanto, aquí, ya muchas personas luego de su declaración de culpabilidad andan diciendo (algunos con verdadera frustración, pero los más con signos inequívocos de alegría), que Portillo regresará pronto y asumirá, de nuevo, la Presidencia. Este hecho no debería ni enojarnos ni extrañarnos ni sorprendernos, pues finalmente, estos son los valores que prevalecen en nuestro país, no tratemos de autoengañarnos.

Somos un país, un continente donde impera el realismo mágico. Nuestra guatemalidad es el más claro ejemplo de ello. Empecemos a bordar margaritas, como diría nuestro Premio Nacional de Literatura, y preparémonos para el retorno de nuestro superhéroe chapín, el vaquero invencible.