Todos eran hombres, menos una adolescente de 17 años. La periodista Cindy Espina plasmó en un tuit la corta edad de los fallecidos: de los diecinueve que llegaron en esa luctuosa mañana, excepto por dos muchachos cuyas edades oscilaban entre los 33 y 35 años, todos los demás tenían en promedio entre 18 y 22 años.
Lastimosamente, las aparentemente «exitosas» acciones del gobierno no han logrado impedir que miles más arriesguen así su vida frente a la falta de oportunidades en sus localidades. Tampoco las prédicas religiosas que relucieron en el hemiciclo y parecen querer permear en todas las instituciones públicas, pueden devolver la vida a estos jóvenes, la gran mayoría de ellos quichelenses.
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Tampoco son las medidas gubernamentales lo suficientemente convincentes para que jóvenes más privilegiados deseen permanecer en el país. La única diferencia es que es más factible que los jóvenes de las capas medias y más acomodadas salgan del país en avión (y no necesariamente escondidos en el tren de aterrizaje) que hacinados en un tráiler, víctimas del jugoso negocio de tráfico de personas en componendas con narcotraficantes locales, como menciona un artículo de The New Yorker.
Mientras tanto, la oferta de Estados Unidos de apoyar a los países del norte de Centroamérica para atacar las raíces de la migración (o de las desigualdades o la pobreza, que sería el abordaje más adecuado) parece no hacer mella todavía, toda vez que la Vicepresidenta Kamala Harris reiteró recientemente la promesa de su gobierno de una inversión multimillonaria en el país.
Sin embargo, aquella famosa sentencia de Harris de «no vengan» proferida hace más de seis meses en su paso por Guatemala, tampoco desestimula a los jóvenes, familias, y menores en la región de emprender la peligrosa ruta hacia el norte. En los primeros dos meses del año fiscal 2022 que inicia en octubre, las detenciones de migrantes centroamericanos en la frontera sur siguen al alza, encabezando las cifras los hondureños (41,413), seguidos de cerca por guatemaltecos (39,546) y salvadoreños (19,307).
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La respuesta estadounidense para contrarrestar la llegada masiva de migrantes es expulsándolos inmediatamente bajo dos medidas: auspiciando la colaboración del gobierno mexicano para que en principio se encarguen de sus peticiones de asilo, y la reinstalación del Título 42. Bajo este último, los oficiales de migración pueden prohibir la entrada de personas bajo el argumento de que pueden presentar riesgos de contagio por COVID19.
Sin embargo, según los reporteros Felipe De La Hoz y Gaby Del Valle de Border/Lines, el gobierno mexicano lidia con el problema enviando a los migrantes a Guatemala, con lo que el gobierno estadounidense también se lava las manos. El principal problema de estas medidas de retorno expedito es que las autoridades migratorias estarían descartando a priori miles de casos que bien podrían ser solicitudes legítimas de reunificación familiar o de asilo.
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Por otro lado, en Washington, la reforma migratoria para regularizar y estabilizar la situación de millones de personas indocumentadas, o en programas como DACA o el TPS, tampoco prospera. A pesar de múltiples esfuerzos durante el primer año de la administración Biden por ofrecer varios caminos de legalización e incluso de ciudadanía para millones de personas que han vivido por décadas bajo la sombra o en limbo, la composición actual del Senado y la falta de voluntad política de actores clave del partido demócrata (no digamos los republicanos), son un obstáculo para colar muchas de estas provisiones dentro de la ambiciosa iniciativa de ley Reconstruir mejor.
De modo que no termina de concretarse una estrategia migratoria compacta, coherente y regional que abarque todas las aristas complejas de un sistema tan disfuncional que bien valdría la pena refundar completamente. Pero pensar que la administración Biden logrará cambios —incluso cosméticos— antes de las elecciones de medio periodo sin suficientes votos a su favor en el Senado, es de ingenuos.
De momento, pareciera que solo queda administrar más crisis en las fronteras y seguir lamentando el éxodo y viacrucis del migrante.
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