Mitad de semestre. El profesor de Prensa Escrita nos recomendó leer “A sangre fría”, novela escrita por Truman Streckfus Persons (Truman Capote) publicada en 1966, que narra el asesinato de cuatro miembros de una familia de Kansas.
Al terminar la lectura asignada, por iniciativa del grupo, conseguimos la película “Capote”, en la cual el actor Philip Seymour Hoffman interpreta la vida atormentada de Truman, mereciéndose el Óscar al mejor actor. El actor Philip Hoffman de 46 añ...
Mitad de semestre. El profesor de Prensa Escrita nos recomendó leer “A sangre fría”, novela escrita por Truman Streckfus Persons (Truman Capote) publicada en 1966, que narra el asesinato de cuatro miembros de una familia de Kansas.
Al terminar la lectura asignada, por iniciativa del grupo, conseguimos la película “Capote”, en la cual el actor Philip Seymour Hoffman interpreta la vida atormentada de Truman, mereciéndose el Óscar al mejor actor. El actor Philip Hoffman de 46 años fue encontrado muerto “con una jeringuilla en el brazo y restos de heroína”.
Así es como transcurre la vida de los actores que admiramos.
Y si de admirar se trata, ahora toca entender cómo Robin Williams de 63 años, conocido por todo el mundo por sus películas de las cuales brota vitalidad, risa, entusiasmo, compasión, etc., puede un día suicidarse. ¡Así se simple! Según informes preliminares, la muerte de Williams fue por asfixia y las posibles razones encuentran inmediata referencia en los años de tratamiento por su adicción a las drogas y alcohol, sin contar con la depresión que lo rodeaba.
Ellos, los que trabajan para que les veamos en el cine, pareciera que lo tienen todo; fortuna, admiradores, fama, inteligencia, asesores de imagen, psicólogos, médicos y profesionales de todo tipo a su disposición. Estoy tratando de pensar si lo que les falta son amigos reales y menos fans, más gente que los ayude y menos paparazzis, más tiempo en familia y menos frente a las cámaras.
En ambas muertes, que bien podrían representar las cientos que suceden en todo el mundo, sean las reflexiones que sean, estoy seguro que toda vida humana vale más que cualquier placer momentáneo producido por la dependencia a cualquier tipo de droga. ¿Quién tiene la culpa? ¿Los actores? ¿La familia? ¿Los productores? ¿Los fans? La industria del entretenimiento parece exponer a la luz pública lo mejor de las personas, pero, ¿a qué precio?
En lo que caemos en la cuenta de lo ilógico de este tipo de muertes, de Justin Bieber o Miley Cyrus no me preocupo, aunque creo que debería, pues seguramente el portal de entretenimiento TMZ se encargará de difundir los momentos trágicos de estos dos artistas menores de 21 años, sin que ningún reportero, productor o director les aconseje o intervenga a tiempo –como un amigo lo haría–, pues según el contrato firmado ellos aparecen como empleados en proceso de ser vomitados.
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