«Joker», o De la violencia

Por lo que se observa, su infancia estuvo llena de abusos y penalidades. Su madre tiene un trastorno psicótico y no sabe cuidarlo. Permite que una pareja abuse de su hijo y lo violente fuertemente (ella también es duramente maltratada). Además, el origen del protagonista es incierto: es adoptado y la madre construye un delirio respecto al padre, que el hijo conoce de forma imprevista. La misma relación actual con la madre es bastante extraña. Él la cuida, le da comida y la baña.

Es pobre y flaco. Trabaja en la precariedad de empleos mal remunerados. Vive en un apartamento reducido de un edificio viejo y poco cuidado. Su ropa se ve raída y deteriorada, sus zapatos gastados. Recibe ayuda psiquiátrica con una trabajadora social (¿o psicóloga?) poco interesada en un trabajo rutinario. Obtiene pastillas (psicofármacos) que le ayudan a lidiar con sus síntomas, pero no con su situación de fondo [1].

Su propio trastorno, que le origina una risa incontrolable y que incluye también alucinaciones, impide que desarrolle relaciones sociales satisfactorias. Por el contrario, recibe humillaciones e incomprensión. Él mismo parece no comprender las reacciones de los demás, por lo que la empatía se le dificulta, como se observa en sus actuaciones y en sus fallidos intentos de ser comediante y de hacer reír.

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Pobre, solitario y trastornado, desea ser amado y obtener el reconocimiento de los demás, pero obtiene rechazo y violencia directa. En dos escenas, unos jóvenes y unos ejecutivos lo patean de forma más o menos gratuita y absurda. Los demás lo miran con extrañeza o simplemente no lo ven.

No hay que considerar su situación como un problema personal, sino como uno profundamente social. Su vida encuentra explicación en las condiciones de opresión y explotación en las que vive, en un mundo en el que los ricos exhiben su riqueza y un abierto desdén en contra de las personas pobres y fracasadas [2] y en el que se venden sueños de éxito y de fama que son imposibles de alcanzar para personas como él. Es un mundo violento que se ensaña contra él.

Una de las posibles respuestas a este mundo es conformarse. Tratar de malvivir pese a todo y pasar por una existencia solitaria y condenada al fracaso y a la frustración. Otra, con la que el personaje juega, es la de suicidarse. O devolver la violencia.

En el momento en que está dispuesto a quitarse la vida frente a la audiencia, se enfrasca en una discusión con un presentador de televisión y dice, más o menos, que la violencia que ejerce es el resultado de su locura y de una sociedad que es violenta. Y, añadiría yo, que él vive como violenta.

Se puede estar de acuerdo con esta perspectiva de la película. Puede gustar o no. Pero apunta a problemas reales que muestran parte de nuestro mundo.

En las propias calles y en los diarios de nuestro país, muchos jokers andan por ahí. Quizá en nuestro interior también.

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