Feliz 2017 (el 2016 será duro)

Si yo pudiera incidir en la agenda gubernamental a partir de enero de 2016, me atrevería a enfatizar cinco áreas de trabajo:

1. Reforma fiscal. Es impostergable y no debe esperarse el colapso de las finanzas del Estado para reaccionar. Un estadista puede decirle claramente a toda la población que es mejor una reforma fiscal que caer en la ingobernabilidad.
2. Reforma de la legislación existente y desarrollo institucional para la reducción de riesgos. Esto implica retomar el ordenamiento territorial a través de legislación que ordene la actual anarquía en el uso del suelo y el agua. ¿O necesitamos otro Cambray II y otro Panabaj?
3. Replanteamiento de los programas sociales en torno a la educación. El ejemplo de República Dominicana es paradigmático. En ese país están duplicando la capacidad instalada de aulas, maestros y maestras, y a las niñas y a los niños no solo les están dando desayuno, sino también almuerzo y merienda. Por cierto, esa política deja atrás la aspiración de los 180 días. Para procesos de ese tipo vale la pena endeudarse.
4. Garantizar que no vuelvan al Gobierno personajes como Otto Pérez y su banda. Y eso pasa indefectiblemente por el fortalecimiento del MP, la asignación de fondos a través de la recaudación fiscal y una pronta solicitud a las Naciones Unidas de prorrogar el mandato de la Cicig por seis años. Eso permitiría un planeamiento de mediano plazo y una mayor transferencia de capacidades.
5. No olvidar las promesas electorales. Eso resulta un poco difícil porque hubo demasiada superficialidad en el discurso. Pero es fácil recordar esto: hospitales abastecidos y escuelas funcionando. Debemos recordarle al señor presidente que eso no se puede lograr solo con honradez. Es indispensable elevar la carga tributaria, sanear al Estado de estructuras criminales y aumentar la eficiencia de los hospitales y las escuelas.

Otros asuntos como el combate de la criminalidad, el mantenimiento de la red vial, la reorganización de la SAT y la protección del ambiente son ineludibles. Sin embargo, el Gobierno debe enviar mensajes centrales y respaldarlos con acciones.

«Ser honesto» no es una acción observable. Ya no es tiempo de decir lo que no será este gobierno. Es tiempo de decir lo que sí será, lo que demostrará ante una ciudadanía ansiosa y poco tolerante.