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Ashley Escobar, 16, segundo lugar en pértiga en los Juegos Centroamericanos 2019, entrena frente a la entrada del estadio Mateo Flores, en la tarde de lluvia intensa del 21 de junio. Simone Dalmasso

Creatividad, esperanza y amor propio: la resiliencia de los deportistas frente a la pandemia

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Creatividad, esperanza y amor propio: la resiliencia de los deportistas frente a la pandemia

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El 2020 fue un parteaguas para atletas y personas que hicieron del ejercicio un estilo de vida. La vuelta a las canchas, piscinas y gimnasios ha requerido mucha fortaleza, no solo para retomar el camino sino para cuidarse de un virus persistente.

Cuando cerraron los gimnasios, Camila tenía cuatro meses de asistir a uno en la zona 5. Estaba muy contenta por la progresión hasta ese momento: perdió varias libras y comenzó a tonificar sus músculos. El inicio de la cuarentena cortó con esa buena racha.

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«Sentí mucho desanimo cuando me enteré sobre el cierre de los gimnasios, no quería perder los resultados obtenidos y tampoco quedarme en despechadas y abdominales si no tenía una sola máquina en mi casa», dijo la abogada de 40 años.

Se mentalizó para un encierro de dos o tres semanas máximo. Una pausa corta no sería del todo mala, pensó. «Pero pasó más de un mes y no hice nada», recuerda.

Se decidió por salir a correr dentro de su condominio. Retomar la actividad física fue un revulsivo para el estrés acumulado por el trabajo en casa extendido a más de la jornada laboral. Trotar 40 minutos con una mascarilla KN 95 no fue la mejor idea al principio, pero se acostumbró.

Las cadenas presidenciales anunciaban la continuidad de las restricciones y el aumento de casos. Lo siguiente: equipar su casa -nada grande- con aparatos de gimnasio -pero sin caer en la improvisación-. «El único lugar posible era el garaje, pero ¿qué podía hacer ahí si no tenía ni una liga?». Buscó asesoría de uno de sus anteriores entrenadores.

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Un año después no planea regresar al gimnasio. «Es curioso cómo al principio nos alarmábamos tanto por 20 o 30 casos al día, cuando ahora pasan de mil y no hay cadenas ni preocupación, lo hemos normalizado», reflexiona. No desconfía totalmente en los protocolos, quiere inscribirse en algún lugar con piscina, eso sí, hasta completar su esquema de vacunación.

Los atletas de alto rendimiento también tuvieron su proceso como Camila.

La incertidumbre por no saber cuánto iba a durar el confinamiento y el miedo a perder progresión fueron dos sensaciones enfrentadas por Débora Quel, atleta y entrenadora de la Asociación Departamental de Atletismo de Sacatepéquez. «Al principio creí que serían un par de semanas e íbamos a volver a competir o regresar a entrenar. Luego fueron pasando los meses, todos se acomodaron en casa: algunos entrenaban, otros no», comentó.

Conservar la estabilidad emocional del atleta fue una de las principales consignas para Douglas Ayala, entrenador de la Federación Nacional de Atletismo: «Con mi grupo nos reuníamos por Zoom o podíamos hacer un live de Instagram, eso les encantaba porque la gente se metía a ver los ejercicios». Incluso hubo una competencia intercontinental en línea, donde se ponderó la ejecución de ciertos ejercicios.

Los torneos virtuales sirvieron como un estímulo para continuar con la preparación y no perder el ánimo. También se realizaron en otras disciplinas como la gimnasia, donde Guatemala obtuvo varias medallas en la rama aeróbica. El Taekwondo nacional se posicionó en los primeros lugares, en varias categorías, del Abierto Mundial de Poomsae. Sobresalió la participación de la Asociación departamental de Quetzaltenango. Una de sus atletas, Diana Figueredo, obtuvo el primer lugar en la categoría de cintas de color U-30.

El deporte es una actividad fundamental para el desarrollo humano. Algunos lo hacen por distracción y convivencia, otros viven de ello. Hay quienes se sienten motivados, con ganas de retomar niveles óptimos de competencia, pero la COVID-19 sigue ahí, en un país sin suficientes vacunas.

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Consecuencias fisiológicas y psicológicas en los atletas

El ejercicio es clave para la salud de las personas. La Organización Mundial de Salud define la actividad física como todo movimiento, incluso durante el tiempo de ocio, para desplazarse a determinados lugares y desde ellos, o como parte del trabajo de una persona. Un concepto a todo nivel, tanto recreativo y amateur como profesional.

Los médicos Walter Desiderio y Carolina Bortolazzo, miembros del Comité de Deporte y Salud de la Asociación Médica Argentina (CODESAMA), redactaron un informe sobre el impacto generado por el inicio de la pandemia en los atletas. «Los deportistas debieron confinarse como el resto de la población, pero esto implicó para ellos un desentrenamiento prolongado (más de cuatro semanas) lo cual provocó la pérdida de muchas de las adaptaciones físicas y psicológicas generadas por el entrenamiento», refirieron.

Esto coincide con la experiencia del entrenador Ayala. Para él, no hubo un parón en el sentido estricto: «Se adoptaron medidas no para trabajar conforme a un proceso de mejoramiento de marcas, sino con el propósito de mantener la forma física para al retornar a los entrenamientos, los atletas no tuvieran una readaptación muy brusca».

Esas condiciones están ligadas con la resistencia. El documento reveló una pérdida perceptible en los niveles de VO2 max, es decir, el volumen máximo de oxígeno consumido por cada individuo al realizar cierta actividad, o dicho de otra forma la capacidad de «tener más aire».

La medición, según refiere el portal clynico.cl, permite analizar el enfoque de un entrenamiento personalizado, para establecer metas y objetivos. Por lo tanto, una reducción del indicador, como pasó en 2020, afecta las rutinas de preparación e incluso las marcas o tiempos en las competencias en varios deportes, individuales o colectivos.

Para contrarrestar este efecto y la disminución de masa muscular, se impulsaron ejercicios paliativos en casa, no eran para llegar en óptimas condiciones a una competición, sino para tratar de no perder la condición física. Estos no compensan la interrupción de un plan de trabajo diseñado para la evolución constante y ritmo competitivo.

«Los programas de entrenamiento en el domicilio suponen ciertas desadaptaciones, esto afecta al principio de reversibilidad y entonces aparece el término desentrenamiento: la pérdida parcial de las adaptaciones anatómicas, fisiológicas y de rendimiento inducidas por el entrenamiento, como consecuencia de su reducción o interrupción», puntualizaron Desiderio y Bortolazzo.

Esto se aplica al fútbol. El jugador realizaba rutinas de acondicionamiento físico vía Zoom, pero no ejercicios técnicos y tácticos: disparos a portería, ronda de pases entre compañeros, jugadas de ataque preparadas a partir de un tiro de esquina o prácticas defensivas en bloque. Por lo tanto, el equipo perdió ritmo de competencia y coordinación para el juego colectivo.

Esto es habitual al inicio de cada temporada, con el regreso de vacaciones. Los clubes hicieron pretemporadas exprés, para recuperar el ritmo y afrontar el tramo final de las competiciones.

El atletismo pasó por una situación. Los entrenadores le hacían llegar a los seleccionados una planificación semanal, enfocada en fuerza y ejercicios pliométricos (rutinas de saltos con el propósito de mejorar la potencia muscular).

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Pero las afectaciones no fueron únicamente físicas sino también psicológicas.

El médico César Montoya citó en el artículo Intervenciones telepsicológicas con deportistas cubanos de alto rendimiento durante la pandemia COVID-19, los datos reflejados por una investigación del Centro Provincial de Medicina del Deporte de Guantánamo: «El 71.4% de los deportistas encuestados presentaron alguna manifestación psicológica negativa. Algunas de ellas fueron: incertidumbre en el futuro, preocupaciones constantes, trastornos del sueño y del apetito, angustia, tristeza, falta de motivación para realizar ejercicios y para las actividades cotidianas, el 37,3% (53 atletas) presentó tres o más manifestaciones».

Adaptarse o negarse

Parte del deporte profesional retomó actividades desde agosto, con el inicio de la pretemporada de los equipos de Liga Nacional, pero hasta el 1 de octubre, con el fin del estado de calamidad, cuando se permitió la práctica de otras disciplinas a todo nivel

En la Federación de Natación, por ejemplo, solo se permitía el acceso a los integrantes de las selecciones nacionales, sin usar todos los carriles y tampoco el camerino (por ser espacio cerrado). Poco a poco fueron retomándose las actividades, siempre con el ojo puesto en el semáforo del Ministerio de Salud.

El ajedrez pudo adaptarse mejor a las circunstancias debido a su naturaleza. Se aprovecharon aplicaciones virtuales para hacer competencias a nivel nacional e internacional. El certamen más reciente se llevó acabo el pasado 1 de julio: el L torneo Blitz (en línea). Los entrenamientos se hicieron en línea, vía Zoom.

La gimnasia comenzó a finales de octubre con cursos virtuales de vacaciones y ahora entrenamientos virtuales en distintas modalidades (artística, rítmica y aeróbica) a partir de los seis años.

Otras disciplinas, como el atletismo, solo pudieron mantener medidas paliativas mientras no se retornara a los centros de entrenamiento. Ese regreso no significó una vuelta generalizada a todas las actividades, de momento solo se permite el ingreso a quienes integran las distintas categorías de selecciones nacionales. La masificación se detuvo; para ser admitido, y poder usar las instalaciones, se hace una evaluación previa, para determinar si el interesado cuenta con las condiciones necesarias.

Al preguntarle por los protocolos, el profesor Ayala enumeró los básicos en cualquier lugar: toma de temperatura y aplicación de alcohol en gel, además de dar aviso a atletas, padres de familia y suspender entrenos en tanto la prueba PCR dé positivo a coronavirus.

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El gimnasio comenzó a utilizarse, pero al ser en un espacio cerrado, se hizo con grupos reducidos.

El regreso a los campos de entrenamiento también tuvo una carga emocional. Para Débora Quel, el reencuentro con sus compañeros fue lo más importante. «Todos veníamos con la emoción de poder vernos, de volver a correr, aunque de una forma tranquila porque ya no teníamos el nivel previo a la cuarentena». Volver fue un alivio, le hizo apreciar cosas antes dadas por sentado. «Se valora más la oportunidad de poder salir, de convivir con los atletas, de poder hacer todas las rutinas de entreno pausadas durante la cuarentena», compartió.

Sobre el desempeño en las competencias queda camino por recorrer, reconoce, sobretodo en las especialidades de mayor distancia. En 100 y 200 metros ha mantenido cierto nivel, no así en 800, 1,000 y 1,500 metros. «La pandemia afectó bastante porque se corre en tiempos más lentos. A principios del año pasado marqué 3:03 [minutos] en mil metros y ahora hago 3:17 en la misma distancia», indicó con algo de nostalgia.

La cuestión es ¿por qué no se decidió esto desde un principio? Para Javier del Cid, periodista deportivo con experiencia en la cobertura de diferentes categorías del fútbol nacional, la falta de apoyo a juveniles y divisiones inferiores se debe a una cuestión de intereses: «Lo menos que les interesa es la selección nacional. Muchas veces decimos “es que Cremas, Antigua, Xela… no piensan en la selección y por eso no confían en el guatemalteco”. Su objetivo es salir campeón, rendir para sus patrocinadores y entregar cuentas correctas a sus dueños, presidentes y socios».

Los dos clubes con más aporte a selecciones inferiores —Municipal y Comunicaciones— clausuraron sus categorías juveniles a causa de la pandemia. ¿Cuál es el futuro de estos jugadores? según del Cid, se vieron obligados a migrar a otros equipos de menor jerarquía e incluso situados en divisiones menores. «No es que no vayan a poder llegar a la Mayor algún día; si tienen el talento, lo conseguirán de una forma u otra. Sin embargo, algunos futbolistas se pierden una vez salen de Rojos y Cremas, no se vuelve a escuchar de ellos», puntualizó.

El deporte rey no vive una sola realidad en el país; para del Cid, la Liga Nacional y la Primera División viven en una burbuja. Los contratos se hacen por cinco meses, la duración de una fase regular. El torneo de la categoría de bronce se suspendió a principios de marzo y, contrario a las divisiones superiores, no se reanudó hasta enero de este año, es decir, muchos futbolistas solo cobraron dos o tres sueldos en 2020. «El caso de Segunda División fue más complicado porque el jugador tuvo dos opciones: o bajarse a tercera o intentar conseguir algo en primera, donde los equipos ya estaban armados», explicó.

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Aún quedan meses, quizá años, para completar el proceso de vacunación y declarar el fin de la pandemia. Probablemente, a nivel general, la competitividad del deporte federado y la calidad de vida de los guatemaltecos, se vean mermadas frente a países mejor encaminados en la inmunización. Después de todo, un salto al potro o ejecuciones como la de Nadia Comăneci, en Montreal 1976, no son habilidades para aprender o practicar en línea.

El fútbol, a pesar de ser el deporte más popular, no termina de regresar y el panorama a mediano y largo plazo parece ensombrecedor. En agosto iniciará el tercer campeonato de Liga en tiempos de pandemia, pero siete equipos se negaron a reanudar el torneo de juveniles. La excusa fue el debilitamiento general en las finanzas, pero no es un argumento tan sólido teniendo en cuenta un club que votó en contra —Antigua Guatemala— fue capaz de gestionar la contratación del futbolista mexicano Carlos Peña, uno de los mejor pagados en la liga salvadoreña.

Para Javier del Cid, periodista deportivo con experiencia en la cobertura de diferentes categorías del fútbol nacional, la falta de apoyo a juveniles y divisiones inferiores se debe a una cuestión de intereses: «Lo menos que le interesa es la selección nacional. Muchas veces decimos “es que Cremas, Antigua, Xela… no piensan en la selección y por eso no confían en el guatemalteco”. Su objetivo es salir campeón, rendir para sus patrocinadores y entregar cuentas correctas a sus dueños, presidentes y socios».

La Liga Nacional y la Primera División viven en una burbuja. Los contratos se hacen por cinco meses, la duración de una fase regular. El torneo de la categoría de bronce se suspendió a principios de marzo y, contrario a las divisiones superiores, no se reanudó hasta enero de este año, es decir, muchos futbolistas solo cobraron dos o tres sueldos en 2020. «El caso de Segunda División fue más complicado porque el jugador tuvo dos opciones: bajarse a tercera o intentar conseguir algo en primera, donde los equipos ya estaban armados», explicó del Cid.

En otras disciplinas, algunos atletas recibieron apoyo económico pero el monto mensual no alcanza un salario mínimo, se ven obligados a realizar otras actividades para sobrevivir. De acuerdo con los reportes de la Federación Nacional de Atletismo, en 2020 se otorgó beca a 33 deportistas, los montos variaron entre Q200 y Q1 mil 500.

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