Esto se queda muy lejos de los 200 mil empleos formales que se necesitarían para emplear a todos los jóvenes que, año con año, se suman a la fuerza laboral. El problema es que para crear esa cantidad de empleo se necesitaría un crecimiento de la economía del 24% anual… una cantidad irreal de sostener. Por lo mismo, la única forma de crear una cantidad de empleo tan grande es necesario cambiar la forma en que la economía está funcionando.
En ese sentido, se ve como positivo que el Gobierno haya hecho pública esta semana su Política Nacional de Empleo, “Generación de Empleo Seguro, Decente y de Calidad 2012-2021”. Ya solo el hecho que el Gobierno haya tomado en cuenta la necesidad de crear mejores empleos, es un paso positivo. Como el CIEN ha señalado en varias publicaciones en los últimos años, los problemas de la economía informal no pueden solucionarse solo con un Ministerio de Trabajo, o un Ministerio de Economía, o una Superintendencia de Administración Tributaria que salen a sancionar empresas informales. Es necesario modificar la manera en la que pensamos sobre la formalidad, así como los mecanismos de acceso a dicha formalidad.
Hoy, la política tiene la ventaja de ser una “sombrilla” suficientemente buena como para que las estrategias y programas necesarios para resolver los problemas de creación de mejor empleo en el interior del país puedan ser abordados. En principio, la Política parece mostrar una gran cantidad de elementos que apuntan a esta dirección, con estrategias tales como: descentralización de la actividad económica; desarrollar experiencias que permitan a los jóvenes insertarse en el mundo laboral; identificación y priorización de corredores logísticos; e impulsar los encadenamientos productivos; Ahora bien, la pregunta debe ser si la Política será apropiada por los distintos actores políticos para generar un esfuerzo real de largo plazo.
Esa es una de las debilidades de la política laboral guatemalteca de años anteriores. Tan solo la industria de vestuario y textiles, por incrementos de salario mínimo y del precio de la electricidad perdió más de 40 mil empleos en cuestión de 4 años… empleos que había costado mucho tiempo crear. Hemos visto cómo algunas empresas, ante los incrementos del salario mínimo han decidido ir a abrir empresas a Honduras, Nicaragua, e incluso Haití… cuando esos empleos podrían fácilmente estar beneficiando a guatemaltecos en el interior del país.
Claro, muchos dirán ¿quién quiere ese tipo de empleos que apenas pueden pagar el salario mínimo? Sin embargo, esta pregunta ignora dos problemas. Primero, que el empleado que fue despedido le será difícil encontrar un empleo igual de remunerado (o que provea las mismas prestaciones laborales). Por el otro lado, si ese empleado urbano realmente ya no quería ese trabajo, seguro sí lo querían en el interior del país. El salario mínimo en Guatemala está arriba de los Q2,100 al mes. Pero existen cientos de miles de guatemaltecos que, como auto-empleados, jornaleros o empleados llegan a ganar menos de Q1,000 al mes. A ellos, esas fábricas de vestuario les pudo haber sido de gran beneficio. De hecho, hace más de 7 años encontramos que más del 40% de los informales que encuestamos les gustaría trabajar en una empresa de este tipo.
Si realmente se quiere generar empleos de forma sostenible (seguros), que cumplen con la ley laboral (decentes) y productivos (de calidad), es necesario un compromiso de largo plazo por evitar políticas erróneas. No solo debemos empezar con buenas políticas y programas. Es necesario que los distintos actores nacionales nos comprometamos a una visión de largo plazo. Es necesario que nos comprometamos.
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