Correr como venado

Cada vez que leo los anuncios de la Municipalidad que dicen algo así como no maneje solo, me quedo reflexionando si el mensaje es suficiente, completo o siquiera correcto.

Seguro la idea de la Municipalidad es fomentar con este tipo de mensaje el jalón. En Estados Unidos, ir con más de una persona en el carro es un incentivo con carril especial (High Occupancy Vehicles Lane). Sin embargo, creo que esta idea nos aleja de las nuevas tendencias de urbanismo, y evidencia que la Muni y los ciudadanos tenemos que empezar a entender que caminar no es una actividad de domingo en Pasos y Pedales, debería de ser parte de nuestra vida.

Tener un carro es una ventaja si se trata de recorrer distancias largas en una ciudad, como Guatemala, donde el transporte público deja mucho que desear. En el imaginario de muchos, al igual que las garitas, los carros son un mecanismo de defensa para los asaltantes. Y en la realidad de muchos otros no hay otra forma de movilizarse en la ciudad, porque nacieron siempre en carro.

Para que una ciudad sea “caminable” y sea más segura, es importante que podamos caminarla. Uno de los elementos básicos para lo anterior es tener la infraestructura adecuada. Esto implica tener aceras iluminadas y pasarelas.

Las aceras son un elemento de seguridad grandísimo. Son los vasos comunicantes entre calles y espacios. La seguridad ciudadana muchas veces tiene poco qué ver con la presencia de autoridad en las calles, guardias privados o garitas, y mucho que ver con la presencia de guardianes. Estos guardianes son las mismas personas que conforman la comunidad en la calle. La persona de la tienda de la esquina, la señora del salón de belleza o la abuelita que observa desde su ventana a la gente caminar.

Las aceras también nos permiten relacionarnos, vernos a los ojos, convivir con otras personas. Yo me niego a polarizar mi carro, porque quiero poder ver a los ojos a las personas. ¿Hace cuánto tiempo usted ha hecho el esfuerzo de pedir vía con una sonrisa? Seguro ya pasó mucho tiempo, el polarizado del carro nos permite el anonimato y la irresponsabilidad en las calles. Cuando uno camina no hay polarizado.

Las aceras también sirven para jugar. Yo tuve la suerte de no vivir mi niñez encerrada, corrí entre barrancos y no soltaba mi bicicleta. Ahora veo los parques y los juegos en los condominios cerrados y casi siempre los veo vacíos. El miedo es total, pareciera que hay toque de queda y que los niños ya no salen. Y esto no es nada nuevo.

Las ciudades más seguras son las que tienen aceras, las que tienen pasarelas, las que son amigables con los peatones. Venadear entre carros no es parte de esa nueva idea de urbanismo, pasar horas dentro de un carro polarizado para moverse de casa a la oficina tampoco. Todo empieza arreglando las aceras y construyendo pasarelas. Exijamos eso, en lugar de nuevos carriles dentro de la ciudad.