El mejor ejemplo de ello, es que Guatemala no cuenta con un sistema nacional de estadísticas de primer nivel, así que cuando un ministro se le acerca y le dice al Presidente: “este año la desnutrición bajo en x %”, o “este año los robos bajaron en y %”; el Presidente no tiene otra opción que creerles, a pesar que dichas cifras sean poco confiables.
En principio, el señor Presidente debiera tener tres motivos para no dejarse babosear. Primero, es una cuestión de orgullo y de querer sentirse en control del Organismo Ejecutivo: “no quiere que le hagan de chivo los tamales”. La segunda razón, es que quiere pasar a la historia como un presidente que logró avances importantes en el país, y que va a ser recordado como un gran estadista; porque a pesar de diversas fallas y dificultades, logró marcar el rumbo, dando pasos fundamentales en la construcción del país. La tercera razón, es que si al Presidente también le interesa la continuidad de su partido político, sabe que la única forma de lograr ser reelecto es convencer a la mayor cantidad de gente que ha logrado avances importantes, y eso no se logra sólo comprando votos.
Mientras no exista un sistema nacional de estadísticas adecuadamente financiado y con independencia técnica, va a seguir siendo fácil babosear al Presidente. Déjenme explicarles por qué.
Primero, hoy el Instituto Nacional de Estadística (INE) no genera información con la suficiente periodicidad como para poder evaluar la labor de cada gobierno, muchos menos lo que se hace año con año.
Segundo, los ministerios, secretarías y fondos sociales generan información que no cuenta con ningún sello de calidad, que pueda garantizar que la información sigue metodologías confiables para obtener los datos.
Tercero, cada ministro, secretario y director tiene pocos incentivos para mejorar la información que se genera, porque ello implicaría más presión en lograr resultados.
Cuarto, los medios de comunicación no son un buen instrumento de medición del trabajo de un ministro, pues muchas veces tienden a elegir bandos: favorecen al equipo de Gobierno, o a un ministro en particular, o están en completa oposición. Por ello, el Presidente si bien debe prestarles atención a los medios de comunicación para saber qué temas nuevos emergen, haría mal en fiarse de ellos para saber qué tan bien están haciendo su tarea los ministros.
Quinto, porque un sistema nacional que provea estadísticas de forma técnica, es un paso necesario para generar evaluaciones de impacto que permitan conocer qué tanto éxito se está logrando y cuáles son los elementos que están permitiendo dicho éxito.
Han existido iniciativas en el pasado para lograr avances para que el Presidente tenga más información de lo que ocurre. Sin embargo, cada nuevo gobierno tiende a eliminarlas. Es una lástima, porque tanto el Presidente como la población salen dañados. Ojalá este gobierno logre instalar un sistema con indicadores básicos de medición de avances. Pero al mismo tiempo, que apueste por una reforma de largo plazo a las estadísticas del país.
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