De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, la adaptación se refiere a «las iniciativas y medidas de ajuste encaminadas a reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos ante los efectos reales o proyectados de un cambio climático».
La adaptación es necesaria para enfrentar los impactos del clima, que ya estamos sintiendo en carne propia. Las proyecciones climáticas para Centroamérica muestran frecuencia de eventos extremos como sequías e inundaciones y el aumento del nivel del mar. Todos estos cambios tendrán repercusión directa o indirecta en la mayor parte de las actividades productivas del país, así como en las personas y en el medio ambiente, en especial en el recurso hídrico.
La realidad es que es complejo aterrizar un plan nacional de adaptación, pero hacerlo es apremiante. Debe generarse información más aterrizada sobre escenarios climáticos y también sobre escenarios socioeconómicos y su respectiva vulnerabilidad climática. Deben evaluarse los efectos e impactos del cambio climático en sectores como el agrícola y el energético, en sistemas naturales como manglares y humedales, y deben analizarse las opciones actuales y futuras de adaptación para todos estos sectores y sistemas naturales.
Existen ejemplos interesantes como los de Colombia y Chile, que ya han avanzado con sus planes nacionales de adaptación. Chile visualiza su plan como el instrumento articulador a partir del cual se definió la política pública de adaptación frente a los efectos del cambio climático. Es un marco conceptual que provee lineamientos para la adaptación de sectores que han sido priorizados: forestal-agrícola, biodiversidad, pesca, salud, infraestructura, recursos hídricos, energía, ciudades y el sector turismo. Lo interesante del ejemplo chileno es que cada uno de estos sectores cuenta con su propio plan de adaptación al clima, que incluye una fuerte participación del sector privado.
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Colombia, que desarrolló su plan en el 2011, formuló 11 planes territoriales de adaptación al clima, los cuales identifican acciones prioritarias para cada uno. Estos planes descentralizados ayudan a los tomadores locales de decisión a identificar vulnerabilidades en sus propios territorios y definen medidas de adaptación para incorporar diferentes instrumentos de planificación para el desarrollo local. Además, Colombia ha identificado seis sectores prioritarios a los cuales les apostará fuertemente con el tema de la adaptación: transporte-infraestructura vial, energía, agricultura, vivienda, salud y comercio-turismo-industria.
De igual forma, Guatemala debe apostarles a sectores críticos para la adaptación al clima. Entre los sectores o temas que deben priorizarse como país se encuentran el recurso hídrico, el tema de la salud, el sector energético, el sector agrícola, las ciudades y el turismo.
Y por último, aunque no menos importante como sector o tema, Guatemala debe invertir en adaptación para mejorar o mantener en buen estado su capital natural (áreas naturales, refugios de vida silvestre, bosques cafetaleros con sombra, bosques de galería, humedales, manglares, etcétera), ya que estos actúan como áreas de infiltración y como barreras ante eventos extremos como incendios, inundaciones, sequías y mareas altas. Algunas actividades podrían focalizarse en restaurar y proteger cuencas, humedales, ríos y otros sistemas naturales de drenaje, incluyendo la asignación de caudales ambientales en los ríos para asegurar provisión de agua de calidad, así como en proteger la costa y en alejar las construcciones de esta.
Para potenciar estas actividades, es apremiante aterrizar un plan nacional de adaptación cuanto antes, con el MARN a la cabeza, pero junto con sectores clave, incluyendo el privado, e iniciar inversiones con recursos propios y externos, provenientes de fuentes como el Fondo de Adaptación, el cual financia proyectos y programas que ayudan a comunidades vulnerables en países en desarrollo, y, en especial, el Fondo Verde para el Clima, cuya meta es contribuir de manera ambiciosa al logro de objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático de la comunidad internacional. Guatemala debe comenzar esta tarea antes de que sea demasiado tarde.
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