En un reciente fotorreportaje se destacaban cantidades de estos desechos por todos lados, en especial en parqueos y calles. Y esto sucede incluso en países desarrollados y con conciencia ambiental notoria. Algunos llaman a esta situación «una plaga de contaminación humana». El problema radica en que los recolectores municipales no pueden abarcar tanto desecho tirado en las calles.
Aunque los primeros estudios indican que el coronavirus se propaga principalmente a través del contacto de persona a persona (por eso el distanciamiento social), hay evidencias de que este permanece varios días en una superficie. Si alguien recoge una mascarilla o un guante contaminado, esta persona podría contagiarse fácilmente. El manejo seguro de esos desechos biomédicos y sanitarios es esencial para la salud comunitaria y la integridad del medio ambiente.
Ahora, ¿qué podemos hacer para evitar este tipo de contaminación? Una buena forma es colocar recipientes para que el usuario deposite los productos después de utilizarlos. En supermercados, por ejemplo. Es común que estos y muchos otros comercios ofrezcan guantes y alcohol desinfectante en sus entradas. Y también es común que el usuario los bote inmediatamente después de usarlos, ya sea en el parqueo, afuera del carro, o en la calle. Para evitar esto, los comercios deben contar con depósitos especiales fuera de su local. También la gente, al salir a comprar o a hacer deporte, utiliza máscaras protectoras. A diario se utilizan cientos de miles de máscaras y guantes que en muchos casos tienen una vida corta. Los guantes, al final, son artículos de un solo uso, y hay gente que también desecha mascarillas a diario.
Estos desechos deben ser tratados como peligrosos, y los hospitales deben tener sus propios protocolos. Pero, en ausencia de un sistema de tratamiento adecuado de estos, se recomienda meter la mascarilla y los guantes en una bolsa de plástico e inmediatamente introducirla en una segunda bolsa de basura para luego ser depositada en un basurero o entregada al recolector.
[frasepzp1]
Pero es difícil evitar que siga la contaminación debido a nuestra cultura arraigada de botar la basura en cualquier lado. Yo no descartaría poner multas, pues esto no es como tirar envoltorios de dulces. Al final, la gente está tirando literalmente desechos médicos: guantes de látex usados y máscaras faciales que podrían estar contaminadas con coronavirus. En ese sentido, la falta de consideración con los demás es alarmante.
En la misma línea de desechos de un solo uso, en ciertas categorías de consumo como alimentos e higiene personal, el gasto ha crecido a medida que los consumidores en cuarentena optan por entregas a domicilio. Y esto genera exceso de empaques plásticos. Pero más preocupante aún es la baja en el precio del petróleo.
Si bien el colapso de la demanda del petróleo puede ser una buena noticia para el clima por la reducción de gases de efecto invernadero, esto no es bueno para la naciente economía circular, en especial para el sector del plástico. Y es que el precio del plástico está estrechamente ligado al del petróleo, lo cual ha provocado que el precio del plástico reciclado sea mucho más alto que el del plástico virgen. Esto reduce la demanda de resina plástica reciclada o posconsumo. Ahora tiene más sentido económico para los fabricantes usar plástico nuevo que reciclado. Esto es delicado, ya que habrá más plástico desechado en el ambiente.
Alguien me preguntaba en una entrevista adónde va a parar toda esa cantidad de desechos. Idealmente, a un relleno sanitario o a un vertedero. Pero, en nuestra realidad, lo más probable es que la gran mayoría de estos no sean recolectados. Entonces, las lluvias, que ya están literalmente encima, provocarán que toda esta basura vaya a parar a nuestros lagos y humedales y a los océanos. Tenemos que invertir en educación ambiental y en infraestructura adicional de recolección, separación y reciclaje. Esa es la salida al problema de la falta de conciencia y a la falta de gestión adecuada de los desechos.
Más de este autor