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Vista aérea del área industrial de la empresa Perenco./ Manuel Morillo

Iarna ve «fantástico» cierre de Perenco, pero pide revisar más concesiones

«La capacidad que tiene el Estado para monitorear qué se hace en los territorios concesionados es muy precaria».
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Iarna ve «fantástico» cierre de Perenco, pero pide revisar más concesiones

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Cuando faltaba más de un año para el vencimiento del contrato de explotación petrolera con la empresa Perenco, el ministro de Energía y Minas, Víctor Hugo Ventura, anunció que el gobierno decidió no renovar la licencia. Raúl Maas y Juan José Narciso, investigadores del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (Iarna), analizan el camino de incertidumbre construido a partir de esta medida y de algunos de los posibles escenarios para Perenco y el territorio (el Parque Nacional Laguna del Tigre) que ha  explotado por casi 40 años. Ambos coinciden en un punto: nunca fue beneficioso para el país y no debe continuar.

En los últimos meses del gobierno de Alejandro Giammattei estuvo en discusión en el Congreso de la República la llamada «Ley Perenco», que buscaba extender por segunda vez el contrato que el Ejecutivo mantuvo con la empresa franco-británica para seguir explotando yacimientos de petróleo. A pesar de las presiones que guiaron el debate, este año el ministro Ventura confirmó que no se renovará la concesión.

A raíz de la publicación de un análisis de la situación de Perenco, hecho por el Observatorio de Territorio y Clima de la Universidad Rafael Landívar, Plaza Pública conversó con Raúl Maas, ingeniero agrónomo en Recursos Naturales con formación en el manejo y conservación de la biodiversidad y sociología ambiental, y con Juan José Narciso, economista. Ambos son investigadores del Iarna y han seguido de cerca la explotación petrolera en Guatemala.

—¿Es suficiente con cerrar Perenco?

—Narciso: Perenco tiene el 85 % de la producción de petróleo en Guatemala; hay como ocho o diez empresas más junto con Perenco, pero el 85 % de la producción es de ellos, yo creo que por lo menos es el pozo más grande. El resto está en la Franja Transversal del Norte (Maas interviene y confirma que el otro 15 % de la producción está en manos de Empresa Petrolera del Istmo, Petro Energy, Latin American Resources, City Petén y Petro Latina Corporation).

—Maas: Desde la mirada del Iarna, que privilegia la naturaleza, el cierre de Perenco es fantástico para el parque nacional. Sin embargo, no hay que olvidar que hay muchas concesiones de exploración petrolera ya dadas en todo el país, y en algunas áreas de la Reserva de Biosfera Maya y en el litoral Pacífico. Para nosotros con «corazón verde» (ambos ríen mientras aclaran que se refieren al verde de naturaleza y no de dólares), pues fabuloso, porque ese contrato ha sido bastante polémico en cuanto a cómo se negoció, cómo se implementó, cómo se ejecutó la extracción petrolera, los beneficios sociales, económicos y ambientales que le ha dejado al país y los efectos colaterales que ha tenido la explotación petrolera dentro del corazón de la Reserva de la Biosfera Maya.
Pero hay que tener en cuenta que este es solo un contrato petrolero en específico, pues, como decía Juan José, hay otras concesiones para explotación. Así que habría que evaluar cada una de las que van a seguir operando. 

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—¿En cuántos kilómetros cuadrados opera Perenco? ¿Es un área con pocos controles? ¿Qué más ocurre en ese territorio?

—Maas: Va a depender del tipo de licencia que se tenga porque la licencia de reconocimiento, que es la primera aproximación, es muy grande. Por ejemplo, en minería estamos hablando de 50,000 kilómetros cuadrados; la de exploración, 500 km, y la de explotación son 2, 3, 5 y hasta 20 hectáreas.

Es decir, para la licencia de explotación se debe tener un espacio territorial muy muy pequeño, pero para exploración y reconocimiento hay espacios territoriales más grandes.

Además, la empresa opera uno de sus proyectos dentro del Parque Nacional Laguna del Tigre. Para poder llegar al pozo Xan -nombre del área productiva- hay que pasar un campamento de la empresa, y ahí tienen seguridad que a veces la da el Ejército (con un gesto, Narciso confirma que cuando ellos visitaron Perenco había presencia de soldados).

¿Qué más pasa? Pasa de todo: desde las redes de prostitución que se han instalado a la par del campamento, el paso de migrantes (Narciso recuerda que son 159 kilómetros de carretera que deben atravesarse para llegar al pozo) y eso sirvió de entrada para todo lo demás: gente que fue tomando posesión de las tierras; agricultores primero, luego llegaron los ganaderos y después los narcotraficantes, los traficantes de personas y los saqueadores de patrimonio cultural. En 2005 había tal cantidad de avionetas destruidas en los humedales —en las lagunas— que era impresionante cómo usaban ese parque como pista de aterrizaje.  

El tema es que no hay control. Es decir, Perenco en ningún momento toma el control del territorio, se queda solo con los espacios de su interés, no controla la carretera, no controla qué pasa por el ferry y poco a poco se va convirtiendo en un medio de acceso para diferentes objetivos.

—¿Si cierra Perenco el ferry seguiría existiendo?

—Narciso: Esa es la pregunta, ¿qué hacer con el ferry? Es lo que facilita todo el acceso, pues el río era una frontera natural. No se podía pasar fácilmente.

— Maas: ¿Qué va a pasar ahora? ¿Qué va a pasar con todas las áreas afectadas por la explotación petrolera? ¿Quién va a trabajar en el proceso de restauración de las áreas intervenidas? En ausencia de un estudio de impacto ambiental que avale la explotación petrolera en ese espacio territorial, Perenco no tiene formalmente ninguna responsabilidad ni compromiso para rehabilitar las áreas afectadas por la extracción petrolera.
¿Qué va a pasar con el oleoducto? Porque esa es una tubería que ha llevado petróleo desde 1985 para acá hacia el puerto (llamado Matías de Gálvez, confirma Narciso). ¿Qué va a pasar con esas infraestructuras? Las respuestas a estas preguntas, los que tenemos «corazón verde» las estamos esperando.

—Narciso: Estuve leyendo sobre algunas orientaciones en relación al cierre de operaciones de una petrolera y se habla de algunas posibilidades: una es el abandono. Esto implica que Perenco tendría que elaborar un plan de abandono en el que se establezca cómo solucionar los problemas que generaron: contaminación, flora, fauna, aire, caminos y comunidades. Pero no se haría absolutamente nada en las instalaciones de la petrolera.

La otra es el desmantelamiento paulatino, que  implica iniciar un proceso de desmontar obras físicas, cerrar instalaciones, piscinas, carreteras, bodegas, dormitorios, el propio oleoducto, para que poco a poco se vaya quedando sin ninguna facilidad en el área.

Creo que en el caso de Guatemala deberían plantearse las dos, y Perenco debería entregar la maquinaria al gobierno. No solo las instalaciones, sino que hacer un plan en el que se establezca cómo desmantelar, porque sino lo que va a pasar es que cualquiera se va a poder meter al campamento.

Luego de desmantelar ya pueden iniciar el proceso de recuperación que puede llevar años. (Maas precisa que un buen ejemplo es la Mina Marlin que cerró operaciones en 2016 y en la actualidad se sigue el proceso de restauración de las áreas impactadas).

—Maas: Eso sí, si Perenco llevara a cabo un plan de abandono y recuperación sería de buena voluntad, porque podría nada más echar llave a las puertas y retirarse. Es que no hay nadie que controle qué sucederá después.

 —El presidente Bernardo Arévalo aseguró que no debían operar petroleras en áreas protegidas ¿Hay algún lugar del país donde sí sea viable hacerlo?

—Maas: De hecho hay otros pozos, como el de Las Tortugas, que están activos, pero realmente su producción no es significativa si lo comparamos con lo que salía de Laguna del Tigre. Tal vez lo que el Estado debería hacer en esos casos es recuperar la regulación. Y eso significa imponer condiciones de sostenibilidad al manejo de la operación petrolera y asumir el control de los territorios.

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—¿Vale la pena mantener la explotación petrolera en Guatemala, más allá de Perenco?

—Maas: El problema puede ser la limitada capacidad que tiene el Estado de atender las responsabilidades que implica ceder la explotación de los recursos del subsuelo. No tenemos como sociedad ni como Estado la capacidad de dar un seguimiento adecuado a esas actividades, sean de explotación petrolera, de minería, de metales preciosos, de materiales de construcción, etcétera.

La capacidad que tiene el Estado para monitorear qué se hace en los territorios concesionados es muy precaria. Prácticamente el que tiene la licencia hace uso del libre albedrío. Así que bajo estas condiciones, no vale la pena seguir explotando petróleo. (Narciso agrega que en términos económicos tampoco vale la pena, no es un negocio para el país y hay varios análisis que lo demuestran de manera contundente).

—¿Qué vacíos institucionales, de infraestructura y de control territorial dejaría el cierre de Perenco? ¿El Estado tiene la capacidad de compensarlos?

— Narciso: Yo diría que no, en este momento, si ocurriese, no la tiene. El Estado debería dotar de recursos a través del presupuesto a las autoridades competentes, léase Conap, Inab, MEM y Ministerio de Cultura —Maas agrega que las carteras de Gobernación y Defensa deberían sumarse—. Todos entran en este mosaico de instituciones que deberían tener la capacidad de recuperar las áreas afectadas.

—Maas: También es importante la atención a los ciudadanos que ya habitan esos territorios, por eso también deberían involucrarse los ministerios de Salud, Educación y Desarrollo, porque si el Estado autorizó que se abriera este espacio, es su responsabilidad que se cierre bien, pero de manera integral; es un compromiso de proporciones muy significativas. Hace unas semanas se informó que estaban construyendo una carretera asfaltada, entonces ¿quién tiene el control del territorio, más allá del espacio que controla Perenco?

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En cuanto a los vacíos que quedarían, solo enfocándonos en Perenco, podemos hablar del ferry, el oleoducto, la infraestructura que construye la empresa, el campamento del Pozo Xan, porque más allá del cerco de Perenco, el territorio está controlado por actores no necesariamente estatales. El cuello de botella ahí es el ferry. Y podemos hacer referencia a la primera pregunta, no es suficiente solamente cerrar Perenco para resolver toda la problemática alrededor. Hay problemas de migración, poblaciones asentadas en el Parque Nacional y más.

—Por ley (Fonpetrol) las municipalidades vecinas deben recibir parte de las regalías ¿Son reales estas ganancias?

—Maas: Volvamos al tema, la gestión económica de la actividad petrolera. Ya está evidenciado que la actividad petrolera en el Parque Nacional está subsidiada por el Estado, cualquier cosa que pase ahí es financiada por recursos estatales. Entonces si le dan dinero a los gobiernos municipales producto de los reportes que presenta Perenco al gobierno guatemalteco, es el mismo Estado el que de manera indirecta le está inyectando recursos a los gobiernos municipales de San Andrés y de otras municipalidades.

—Perenco promueve que el proyecto beneficie a los municipios vecinos ¿Compensa los daños provocados? ¿Pueden recibir de otra fuente?

—Maas: Estamos hablando de la explotación de recursos naturales no renovables. Eso quiere decir que una vez que los empezaste a explotar el yacimiento es finito. No es que te lo vayan a dar para toda la vida o por los siglos de los siglos. Cuando se acabe el depósito subterráneo que tiene el petróleo, se acabó, no hay más. Similar a lo que pasó con la mina Marlin: todo el dinero que recibió durante ese tiempo la Municipalidad de Sipacapa y la de San Miguel Ixtahuacán se acabó en 2016, no era para siempre porque están trabajando con recursos naturales no renovables.

Se sabe que los depósitos naturales de petróleo en esa zona ya son bastantes limitados. Es decir, si fuera una actividad que no estuviera subsidiada por el Estado, probablemente hace mucho tiempo hubieran dejado de operar. En tanto el Estado subsidie, no importa si ganan o pierden, el negocio puede seguir.

Veamos de dónde viene Fonpetrol. Es una iniciativa de ley promovida por Manuel Baldizón y Manuel Barquín. ¿Pero cuál era el objetivo de estos diputados? Facilitar la extensión del contrato de Perenco, lo hicieron para ganar apoyo social en las municipalidades de Petén porque sabían que iban a obtener parte de las ganancias de Perenco, que al final las pagamos nosotros. Entonces ahí hay mucha perversión porque si estos diputados tenían el conocimiento de cómo opera la instancia, hacer eso significa seguir drenando el presupuesto estatal en beneficio de la empresa. Simplemente buscaron aliados y este dinero no sería para siempre.

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