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Las celebraciones por parte de los simpatizantes del Movimiento Semilla, en la noche del domingo 20 de agosto, en la Plaza del Obelisco, en la zona 10 capitalina. Simone Dalmasso

Román Castellanos «creo que la gente también entiende que este país no va a cambiar de la noche a la mañana»

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Román Castellanos «creo que la gente también entiende que este país no va a cambiar de la noche a la mañana»

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Durante la transmisión en vivo desde el centro de monitoreo de Tikal Futura y previo a conocer los resultados, Plaza Pública entrevistó al diputado Román Castellanos, electo para un segundo periodo legislativo por el bloque de Movimiento Semilla. En 2024 tendrán 23 diputados, aunque serán la tercera fuerza más grande del Congreso, será insuficiente para controlar la agenda. Ante un contexto que busca bloquear judicialmente al partido, Castellanos explica cómo llegaron a la segunda vuelta, qué cambiaron en su campaña, y las expectativas de logros reales.

—¿Cuál fue el cambio de estrategia entre la primera y segunda vuelta?

—Primero, creo que Semilla en esta segunda vuelta cumplió varias metas de fundación. Una era construir un partido político para empezar a disputar el poder como una fuerza alternativa, no bastaba solo el activismo, la participación social que muchos de nosotros tuvimos en las universidades, en las oenegés o escribiendo. Había que hacer otra cosa y era construir un partido porque era la mejor manera de llegar al Estado y hacer los cambios. 

Lo otro es que también buscamos construir un partido que no solo apelara a las personas convencidas desde una posición política, digamos progresista o de cambio. Estos son votos relevantes, pero sabemos que no son suficientes para definir una victoria electoral, si no había que apostarle a una transversalidad, a una movilización más amplia del espectro ideológico. Entendemos que en la sociedad hay un porcentaje de ciudadanos que vota así, pero que también están aquellos que buscan una alternativa para cambiar todo el sistema. Existe un hartazgo en la sociedad, hay indignación acumulada y esto suele muchas veces canalizarse de alguna manera.

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—Bernardo pasó a la segunda vuelta con un 12 por ciento y según los resultados finales se acerca al 60 por ciento, ¿cuánto de ese voto nuevo le podemos llamar que es un voto crítico e informado, y cuánto en realidad solamente están viendo en Bernardo a otro outsider como en un momento lo fue Jimmy Morales?

—Pues hay de todo, creo. Recordemos que también Bernardo particularmente entra a una segunda vuelta con un nivel de conocimiento relativamente bajo, lo identificaban más en centros urbanos. En realidad, el resto del país no lo conocía, por lo tanto no podía decidir si estaba a favor o no de Bernardo. Lo que nosotros descubrimos en la campaña era que en la medida en que la gente nos conocía, nos apoyaba.

—O sea que un gran impulso a la campaña lo pudo haber dado el mismo el Ministerio Público...

—Quizás sí. Lo que pasa que este votante entiende que hay una élite política tradicional que captura las instituciones públicas y es evidente que es para sus beneficios propios, pero que también los usa para perseguir a aquellos que piensan distinto, independientemente de su posición ideológica. Lo vimos con Thelma Cabrera, —Carlos— Pineda y con —Roberto— Arzú, la gente entiende eso. 

Y que a pesar de que se diseñó un proceso electoral a la medida de este régimen, el pueblo le dijo «por ahí no es», o sea, a pesar de que hicieron todo el arreglo político e institucional para que quedara quien esta élite quería, el pueblo les dijo «no». Eso creo que es lo más importante y es también un síntoma de que este país está cambiando.

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No es que haya estrategas demasiado audaces para decir «vamos a hacer esto y el resultado será aquello». Es que también el país está cambiando y muchas veces las fuerzas del poder constituido suelen resistirse a entender este cambio generacional producto de la revolución tecnológica, los efectos de la pandemia, la urbanización a nivel nacional, y la edad, muy importante, pues hay una población joven bastante mayor. 

—Hablando de la narrativa de cada partido, Sandra Torres tomó una bandera conservadora en la que en la que desconocía su pasado como socialdemócrata, la de Semilla se caracteriza por la esperanza y el cambio pero, estamos de acuerdo, habitamos en un país profundamente complejo, y corrupto estructuralmente. Tanto así que la última vez que luchamos contra la corrupción terminamos creando monstruos, ¿cómo se va a mantener esa narrativa, o hacia dónde van a enfocar ahora que son partido de gobierno? Una cosa es ser oposición y otra es ser gobierno.

—Pues nosotros venimos a empezar a cambiar este país y el hecho de que lleguemos en segunda vuelta es el efecto de un cambio. O sea que si un partido que hizo una campaña modesta, sin financiamiento de los sectores económicos tradicionales o del crimen organizado y la corrupción esté segunda vuelta, ya rompe y sacude el sedimento cultural de la política tradicional de este país. Muestra que es posible hacer política sin concesionar instituciones del Estado, principios o valores esenciales en una sociedad honesta.

Nosotros vamos a empezar a hacer el trabajo que nos corresponde, creo que la gente también entiende que este país no va a cambiar de la noche a la mañana.

—Por ahí iba mi pregunta respecto a si la población identifica a Bernardo como un outsider, es decir, que se puede desesperanzar o desilusionar muy fácil.

—Cuando un partido hace gobierno siempre va a atender obviamente al desgaste. Primero las expectativas pueden ser muy altas, hay demandas que no pueden resolverse inmediatamente, que pueden irse haciendo de manera gradual. 

Luego también hay toda una institucionalidad establecida que diseña u orienta la acción política y la política pública, eso hay que irlo empujando poco a poco. Así que creo que esto es un momento también hacia una sociedad más igualitaria, menos corrupta y donde haya preocupación por los problemas que afectan diariamente la vida de la gente.

—Entonces ¿podemos empezar a definir al gobierno de Bernardo Arévalo, no como el gobierno del cambio total, sino como el gobierno de la transición?

—Seremos el gobierno que viene a sembrar el cambio.
 

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