Estrictamente hablando, el universo de los estudios teológicos cristianos (romanos) coloca la situación de la posesión y el exorcismo en el plano de la teología denominada ´menor´. Lo anterior podría parecer un tanto contradictorio tomando en cuenta que este campo podría ser de grandísima importancia asumiendo que la ´supuesta´ batalla entre el ´Bien´ y el ´Mal´ se expresa precisamente en el contexto de la posesión demoníaca.
Pero no es así.
Y la repuesta no es sino, un maravilloso ejemplo de la lógica jurídica romana que constituye en buena forma un fuerte residuo en la práctica católica (aunque la mayoría de sus adeptos no tomen a bien reconocer este detalle). En tanto y cuanto Lucifer ha sido vencido ya, en tanto y cuanto el Demonio ha sido derrotado en el Gólgota, entonces su importancia es menor. Por ello, la cuestión con respecto al demonio ´que posee´ no es sino un simple problema jurídico con respecto al derecho de poseer. El denominado ´potestas imperium´[1] era en el mundo romano la representación palpable del mando de los ciudadanos en armas, lo cual incluía en efecto, la capacidad de dictar sentencias de azotamiento o de muerte. El alcance de dicho poder tenía efecto dentro y fuera de las fronteras de Roma.[2] Al final del imperio, esta potestad incluía la capacidad del emperador (imperator) cual jefe máximo y vitalicio de todas las legiones.
No puede olvidarse que el mismo Saulo de Tarso se vio obligado a viajar a Roma y presentar su caso ante el Emperador, pues en su calidad de ciudadano romano (aunque judío también) solamente el potestas imperium podía disponer de su vida.
Pues de la misma forma debe entenderse hoy la relación entre el cristiano y las entidades demoníacas: hay un ´poder superior´ conferido al cristiano en cuanto receptor del sacramento del bautismo.[3] Así entonces, ejercer el domino sobre el demonio no es algo diferente que ejercer dominio sobre un sujeto limitado de derechos o disfrutar del derecho de propiedad, uso y abuso de la propiedad.
Es precisamente por esta razón que dicha temática recibe poco espacio en la tradición teológica y no fue sino hasta el año 1100 DC que la temática vuelve a recibir un poco de espacio en la literatura cristiana con los escritos de Pedro Lombardo.
Las referencias existentes a las muchas formas de proceder con el exorcismo fueron aglutinadas en el Rituale Romanum de 1614. De todas las fuentes anteriores, quizá mi preferida (y a la cual quiero referirme) es la del jesuita Petrus Thyraeus quien escribiera el texto ´De apparitionibus spirituum tractatus duo: quorum prior agit de apparitionibus omnis generis spirituum, Dei, angelorum, daemonum, et animarum humanarum libro uno´. Su texto es importante porque logra sistematizar todas las referencias del Viejo y Nuevo Testamento con respecto a las apariciones angelicales, demoníacas, espíritus y ´demás especies.´ Así entonces, fue posible ir desarrollando una teología de lo ´místico´ para irla integrando a la teología sistemática.
Pero lo interesante del caso es que solamente el mundo cristiano mantuvo la noción de la posesión puesto que, en la tradición judía e islámica, esta nota al pie es más difícil de encontrar. En mi opinión, al ´romanizarse´ el judaísmo para transformarse en el actual catolicismo romano, fue necesario mostrar la superioridad cristiana frente a las deidades paganas. Así entonces, las antiguas deidades paganas fueron catalogadas como en realidad, demonios con pretensiones de recibir el culto divino.[4] Esa competencia entre dioses es una cuestión no presente en el judaísmo y tampoco en el islam. Y si bien es cierto que en el islam y en el judaísmo existen ritos muy primitivos de exorcismo (no influidos por la lógica jurídica romana) el rol que juega el ´exorcista´ es interesante. Es menos un ejecutor de ´derechos adquiridos´ y más un ´tragador de demonios´ similar a la figura de los pueblos nativos americanos.
La cosa aquí es que, para la cosmovisión cristiana el tema sigue teniendo vigencia. Y entonces se debe preguntar: Contemporáneamente, ¿el problema del exorcismo comienza dónde? ¿O por qué? Pueden argumentarse muchas razones, desde la exposición voluntaria o, la misma voluntad divina para purificar a algunos de sus siervos.[5]
A mí en lo personal me parecen muy sugestivas las primeras líneas del Rituale Romanum (De Exorcismis et Supplicationibus Quibusdam). Véase la siguiente frase: ´Diabolus, qui Satanas, serpens, antiquus et draco vocatur, ipse est qui universum seducit…´.[6] No se trata sólo de reconocer el carácter de la seducción al mal (ya sea por parte de Lucifer o Lilith, según sea la tradición en discusión) sino la referencia al término ´draco´. El término draco es aplicativo a las serpientes de luz o fuego (serafines) o las ´serpientes aladas´ o dragones con alas.[7] Estas formas mitológicas son en la mayoría de los casos, inmortales.
¿Por qué entonces la referencia a draco? No solo por la simbología apocalíptica con el diablo sino, quizá, porque el primer gran pecado fue haber creído que podíamos ser como Dios. [8]
¿Cuál es el gran pecado y ergo, el primer contacto con el demonio: ¿Buscar la inmortalidad o tener conocimiento ético?
[1] La expresión latina ´potestas imperirum´ resalta en el siguiente verso del Libro del Apocalipsis: ´Y a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos.´ (5:13,14). Es perfectamente comprensible que los creyentes cristianos de procedencia pagana (romana), ante las subsecuentes persecuciones de las cuales fueron objeto por parte del Imperio Romano, comprendieran la necesidad de dotar a otra figura menos ´bestial´ con respecto al poder de la vida y la muerte de todas las cosas vivientes, de todos los seres ´arriba´ y ´abajo´ . La categorías ´arriba y abajo´ son, necesariamente mitológicas y simbólicas. Para lo anterior, considérese las referencias a R. Bultmann en el ensayo de Rainer Sörgel, La desmitologización como acceso al evangelio. Sörgel tiene a bien referir al pasaje de Kerygma und Mythos I, pp. 23-26 en el cual Bultmann entiende las tensiones concepcionales que aparecen en el NT como proceso de desmitologización: ´Por ejemplo, dos conceptos tan distintos sobre la muerte de Jesús, entendido por un lado como sacrificio y por otro lado como acontecimiento cósmico, relativizarían mutuamente los respetivos trasfondos mitológicos. Además, expone que los intentos anteriores de desmitologizar la Biblia (la crítica del siglo XIX, la interpretación alegórica, la teología liberal, la escuela de la historia de la religión, etc.) fracasaron básicamente porque no consiguieron salvaguardar la verdad del kerygma para el hombre-no-mitológico" (p. 26).
[2] Recordemos que el magistrado representaba materialmente su poder en un bastón de marfil coronado con la figura de un águila siempre escoltado por una fila de lictores. Cuando el magistrado salía de los límites urbanos de Roma, a las fasces se agregaban hachas que indicaban el poder de ese magistrado para dictar la pena de muerte fuera de la Ciudad.
[3] Este sacramento hace del creyente no solamente ´sacerdote´ sino además, ´rey´. Es cierto que la jerarquía romana eclesiástica establece muy posteriormente quién será la figura legítima para realizar la tarea del exorcismo. Pero en los primeros años del cristianismo y hasta la conformación de la doctrina oficial, la historia de la Iglesia Primitiva muestra que cualquier creyente adquiría esta capacidad en tanto ´seguidor de Cristo´.
[4] Recuérdese la anterior cita en esta serie de artículos referida a Tertuliano en la ´Apologética´
[5] Es decir, alguien es poseído con permiso explícito de Dios. La figura mitológica de Job sería un caso muy primitivo de esta situación. Job no es cristiano pero tampoco judío pues es anterior Abraham y Moisés, sin embargo, es un ´justo entre los justos´ a quien Dios simplemente le plació complicarle un poco la jornada para probar la fe de su siervo. Puede suponerse que las desgracias que acontecen en la vida personal de Job y la sarna que cubre su cuerpo son resultado de la ´influencia´ directa del Diablo. En los contemporáneos casos de posesión se hace la diferencia entre la posesión ´explícita´ y la ´influencia´ demoníaca.
[6] Octava línea del Ritual Romano, sección Procemium.
[7] Píense por ejemplo en el Draco Hesperidum, que de acuerdo a los mitos griegos tenía cien cabezas y cada una hablaba una lengua diferente. Recuérdese aquí la capacidad que tiene el Demonio para hacer que el possesa pueda articular formas lingüísticas desconocidas
[8] “...serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5).
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