En las posiciones más tradicionales y ligadas a la filosofía política, el acto político necesariamente tiene conexiones y simbologías importantes. Hay que distinguirlo primero del acto del Diálogo o el acto del ´encuentro´: Moisés en el Sinaí sería un ejemplo de un acto de encuentro. Pero eso no sería un acto político, en tanto la desigualdad de ambas partes. El acto político –para las posiciones más clásicas– sería en esencia, el encuentro ciudadano entre iguales articulando un discurso deliberativo que necesariamente conlleve hacia el debate. Como bien lo entiende Wolin, el Agora, el Panteón pagano serían los contextos del nacimiento de este acto. La intencionalidad no es la de transformar el mundo material, sino continuar un juego de argumentación que busca no otra cosa sino exclusivamente: la congruencia lógica. Al menos así debe entenderse la teoría política antigua.
Pero, ¿Cuál es la ´especificidad´ de lo propiamente político? ¿Qué constituye lo ´esencial´ de la política? Ésta es, de hecho, una de las preguntas más importantes que la teoría política contemporánea pretende resolver. Porque, en efecto, resulta muy importante poder distinguir entre la política totalitaria, el acto apolítico y la tecnocratización del acto político.
Los postmarxistas franceses son quizá, quienes han intentado plantearse con mayor seriedad esta cuestión, tratando de encontrar un acto puramente político que sea ´independiente´ de los procesos económicos, de los procesos históricos, de la misma estructura del ´partido´ e independiente del ´Estado´ mismo. Pero no ha sido una tarea fácil, y poco exitosa. Alain Badiou ha intentado dejar sentada la posición posmarxista, siempre congruente con el problema de la ´liberación´. En su famosa conferencia del año 2000 en Buenos Aires, Badiou estipula que ´el acto estatal (que no es lo mismo que el acto político) no es un acto libre´. Es más –sigo citando a Badiou–: …´preguntarnos qué es la política hoy es preguntarse forzosamente qué fue esta crisis de la idea del partido… el siglo XX fue el siglo de los partidos, es decir, el siglo en el que la política y los partidos caminaban juntos, y mostrar que esta idea se terminó. Y que hay que comprender a la política de emancipación de una manera distinta que como una política de partidos. Y que ése es el verdadero balance del siglo´.
Entonces, la realidad política del ´acto´ no sólo sucede (bajo la insistencia de Žižek) dentro del orden de las condiciones materiales de existencia sino que (gracias a Badiou) queda entonces atrapado en la siguiente trilogía: ´movimiento-partido-Estado´. Sacarla de esta trilogía sería arribar al plano de la ontología misma del acto, es decir, el acto creador ORIGINAL –en sí mismo–. Y entonces, estaríamos arribando a la categoría de ´acontencimiento´. Precisamente, porque la distinción entre ´acontecimiento´ vrs. ´acto´-´acto político es importante, Žižek se ha dado a la tarea de explicarla. Retoma la idea [en Badiou] de que, el acontecimiento es algo que emerge de la nada y eso lo distingue del ´acto político´: ´Existe en la realidad positiva del ser lo que Badiou llama site évènementielle, el sitio potencial del acontecimiento, pero el acontecimiento es, digamos, un acto autónomo abismal, que se fundamenta a sí mismo. El acontecimiento no se puede derivar de, ni reducir a, un determinado orden del ser” (Žižek and Daly, 2004: 136).
El acontecimiento no sucede frente a una situación particular, mientras que el acto político si sucede frente a un contexto específico, en donde las condiciones materiales son fundamentales. El acontecimiento es, ante todo, un acto ´Creador´ mientras que el acto político es un acto que transforma lo creado. El acto político, en la teoría política antigua, no tiene ninguna intención ´creadora´ muchos menos ´transformadora´ pero en el contexto actual, la preocupación fundamental es si el acto político continúa siendo sumiso hacia los mecanismos institucionales (incluyendo el partido político) o, si articula una línea de insumisión aunque se encuentre sujeto a la existencia –sine qua non– de movimientos sociales en tanto y cuanto la radicalidad política sigue requiriendo la militancia.
Complejo contexto. Quizá sería necesario hacer una delimitación conceptual y plantear otra oposición ´aparente´.
¿El acto político ´militante ´ vrs ´el acto político institucional-tecnocrático?
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