Volviendo a citar a su autor, el teórico africano Achille Mbembe: Hay… ´vastas poblaciones que son sometidas a condiciones de vida que les confieren el estatuto de muertos vivientes´. En el contexto de los frágiles Estados africanos y los actores paralelos que les secuestran, se puede señalar como procesos gestores el narcotráfico, la piratería, el tráfico humano y la esclavitud de migrantes entre muchas formas en las cuales subyace fuertemente el elemento de lo comercial-transaccional y por derivación implícita, una forma de ilegítima de dominación.
Lo importante que yo deseo mostrar aquí es el funcionamiento de esta nueva forma de dominación económica cuyo horizonte orienta hacia la muerte.
La profesora universitaria y teórica feminista, Sanyak Valencia de la Complutense, ha desarrollado el concepto de ´Capitalismo Gore’.[1] El concepto es muy original. Refiere a una conceptualización de la economía hegemónica que acontece en los espacios geográficos que comparten fronteras o límites. El capitalismo Gore no es otra cosa, en esta perspectiva, que el derramamiento de sangre resultado de comportamientos ´económicos´ sustentados en el ´necro-empoderamiento´. Esos procesos gestores a los cuales hemos referido en el párrafo anterior (el narcotráfico, el sicariato, la piratería, el tráfico humano, la esclavitud de migrantes… ) todos ellos terminan produciendo ´muerte´ pero con una simbología muy particular dice Valencia: el fenómeno de la fosa común. A ello debemos agregar que el fenómeno de las fosas comunes está en realidad ´privatizado´ por la presencia de los actores privados. Las fosas comunes en San Fernando (donde aparecieron los 72 migrantes centroamericanos), las miles de narco-fosas a lo largo y ancho de México cuyo objetivo es ´acumular´ el aterrador número de 100,000 cuerpos resultado de la fascinante estrategia de contención en el espacio público; o qué decir de los 24,000 desaparecidos (desapariciones registradas y denunciadas.) Seguramente hay otro buen número de fosas aún no descubiertas.
Todos los casos descritos arriba se establecen en una relación de tipo económico-dominacional cuyo resultado final es el ´democidio´, a decir, el asesinato por motivos políticos de una población sin que se encuentren presentes las connotaciones de violencia homicida por razones étnicas. La clave entonces, es el atrevimiento para ´amarrar´ todos los nudos necesarios: 1) una forma de actividad económica particular, 2) un aparecimiento de violencia relacionado al ejercicio ´productivo´ y, 3) el juego pernicioso del proceso político orientado de igual forma haia la muerte, en una lógica de necropolítica.
El proceso económico de este Capitalismo Gore se ajusta con facilidad a todos aquellos tipos de Estado que han legitimado discursivamente las categorías modernas. Pero como el ejercicio ha sido fallido, aquellas capas de la sociedad que no se encuentren representadas en los meta-relatos oficiales son lanzadas a la lógica de un juego violento para extraer los recursos económicos. Si continuamos el juego interpretativo, en la capa social inferior puede encontrarse el denominado ´Proletariado Gore´ conformado por las estructuras de sicariato de los carteles y el soldado raso que compone las unidades anti-narcóticas. Como los Ejércitos han sido puestos en contacto con el narco (y se han corrompido), resulta entonces muy interesante que ambos actores estén enfrentados aunque ambos pugnan por un pedazo de la riqueza disponible.
Pero no hay que dejarse engañar por este juego de términos tan ´agradables´.
El periodista y autor Diego Enrique Osorno es autor del libro La Guerra de Los Zetas: Viaje por la Frontera de la Necropolítica (publicado por Grijalbo-Random House Mondadori). Un texto interesante por los ´relatos personales´ que desentierra (tanto de víctimas cómo de actores del narcotráfico) pero que utiliza en exceso la categoría necropolítica. La crítica académica no se hizo esperar. La investigadora Guadalupe Correa-Cabrera del Departamento de estudios de Gobierno de la Universidad de Texas (Campus Brownsville) expresó un juicio terrible sobre el libro de Osorno, al punto de no considerarlo como relevante para el estudio científico del crimen organizado.
Y lleva razón.
El mercado está saturado de entrevistas ´reveladoras´ con narcotraficantes, entrevistas cara a cara con el ´ultimo y gran sicario´, relatos de homicidios, ejecuciones, historias de cuerpos desmembrados y ´leyendas urbanas´ que muestran la enorme capacidad con la cual los actores políticos se dejan corromper. Pero, ¿se puede traer a colación la categoría de Necropolítica o Capitalismo Gore cuando la literatura que caracteriza hoy el tema del crimen organizado no es otra cosa que, relatos personales? Pareciera que los autores presentan una carencia epistemológica.
Más aún, y esto es un punto clave en la crítica de Correa-Cabrera. El concepto de Necropolítica, acuñado por un autor africano para entender la fragilidad institucional africana, ¿Puede usarse de forma indistinta en un Estado robusto cómo el mexicano donde la debilidad institucional se limita hacia lo municipal? Lo mismo, pero en una tonada diferente puede decirse sobre la permanente tendencia para metodológicamente ´colombianizar´ el caso mexicano, y para ´mexicanizar´ la realidad de la violencia centroamericana.
En realidad, todo depende de lo que quiera mercadearse.
[1] Cómo lo explica permanentemente la Dra. Valencia,e l término ´Gore´ proviene del entorno cinematográfico y refiere a una ´violencia extrema´. Sugiero la lectura del texto, Capitalismo Gore publicado por la Editorial Mellusina. Lo más valioso de este texto es el esfuerzo titánico por clar amente delimitar las dinámicas políticas de este fenómeno: El Narco-Estado, hiperconsumo, tráfico de drogas, y necropolítica. No se trata solo de criticar el neoliberalismo sino, de hacer caer a las realidades fronterizas (en este caso la violencia tan ícono de Tijuana) la teorización sobre la dominación, la muerte y la violencia.
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