Recapitulemos algunos de los elementos que hemos presentado.
Varias investigaciones han destacado la relación del pensamiento de Hegel con supuestas fuentes gnósticas y ocultistas. Y para ellas, el concepto de pleroma es fundamental. Lo cual no sería extraño no sólo debido a la propia filosofía hegeliana con fuertes rasgos de esa tradición mística, sino también al contexto histórico de su obra, propio del romanticismo alemán tan afecto al otro lado de la razón. Y, para esta corriente, también los conceptos de devenir y de transformación aparecen como esenciales. He argumentado en el primer artículo de esta serie un carácter ´mesiánico´ en la obra de Hegel (y su posterior influencia en Marx) pero, quizá, podría ser también una suerte de apocatástasis entendida como la plenitud suprema. Una historia con principio y fin, alfa y omega que se desarrolla en círculos crecientes. Marx no sería ajeno a esta tradición. Y así entonces, nuestro querido Ellacuría (a quien ya hemos mencionado) va a tomar este concepto de las tres fuentes: el cristianismo, la filosofía hegeliana y el marxismo. Dicho sea de paso, la ruptura aparecerá con los posmodernos, deconstruccionistas y popperianos que establecen una historia no teleológica sino inmanente sin proyecciones.
En cualquier caso, Aufhebung, recapitular, sobrepasar, implica plenitud o, por lo menos, superar estados de conflicto. No quería usar la palabra contradicciones, aunque es la que mejor expresa este concepto si no lo restringimos a una determinada ideología política.
Ahora bien. Regresando a la pregunta de fondo. ¿Cómo se le ´da´ el sentido a la vocación insumisa? Es la pregunta con la cual yo cerré la sexta presentación de esta entrega de artículos en relación a dónde colocar a Marx en pleno siglo XXI.
En la deliciosa obra de M. Hardt y P.Virno titulada ´Radical Thought in Italy´ se encuentra esa crítica reflexión titulada 'Laboratorio Italia'. Nos dicen los autores que, a Althusser le ´gustaba citar a Lenin cuando afirmaba que sin teoría revolucionaria no podía haber práctica revolucionaria´.
Aquí es importante mencionar esa distinción realizada por Ellacuría: El horizonte de la historicidad no es simplemente el de la facticidad (considerar las cosas desde la posición ´de lo ya hecho´) sino, aquello que está por hacerse. Lo que es igual al factum-faciendum en el estricto sentido de Ellacuría.
Traducido a la reflexión política (todavía aún desde el horizonte de Ellacuría) nos obliga a discutir y construir esa tan necesaria jerarquía entre las libertades necesarias (reales, y que aún están por hacerse) frente a las libertades formales (las ya constituidas, los elementos característicos de toda democracia representativa). Ellacuría, lo planteó muy bien, afirmando que no se trata de descartar las libertades formales (o elegantes) sino, de darle prioridad a la resolución de las necesidades básicas (reales) de las grandes mayorías y, posteriormente, transitar la consolidación de las libertades formales (que no dejan de ser importantes).
Aprender a discernir los tiempos fue un aspecto importante de los liderazgos comunistas en Europa Occidental. En los procesos de transición política, particularmente el español y el italiano, es muy interesante traer a discusión la decisión de los partidos comunistas por integrarse al ´juego político´. ¿Dónde incluimos en esta línea de reflexión actores políticos como Santiago Carrillo (líder del PCE)? ¿Hubiese sido posible legitimar la transición española sin un partido comunista legalizado (gran logro de Suárez…) pero, en efecto, un PCE previamente decido a reformarse, a romper con Rusia y a no reaccionar violentamente ante la provocación? (recuérdese la matanza de Atocha). Refiramos de vuelta al caso que Michael Hardt denomina ‘Laboratorio Italia’. Los procesos de lucha (obrera, estudiantil, comunitaria, feminista durante la década de los sesenta y los setenta) pero que, al final produjeron el ´compromesso storico´ ente la Democracia Cristiana y el Partido Comunista Italiano.
Canalizar la acción que denominaremos ´insumisa´ en los mecanismos de carácter institucional es en efecto, un hecho complejo. Pero las lecciones españolas e italianas, es decir, puntualmente, darle la puntilla al Estado Fascista[1] en el contexto de dos referentes básicos de lo que denominamos ´Europa Sur´ (España enterrando el Franquismo e Italia logrando mantener a flote la primera República ) nos demuestran la capital importancia de las decisiones de estadistas en el contexto de los pactos de élites. Mi opinión personal es que es desde allí donde se abre la posibilidad de darle solución a las necesidades de las grandes mayorías.[2]
No estamos sólo y exclusivamente ante la situación de reconocer el ´reformismo´ como el alejamiento de la violencia (lo cual es importante) sino también a darle la oportunidad a la representatividad. Resolver lo que es ´humano´ (real y necesario) a través de las estructuras políticas y menos, desde una posición de anarquía (anarquía entendida como carencia de mecanismos políticos formales) como el Marx de la Comuna lo habría supuesto.
Debe atenderse a que en el contexto de los pactos históricos en la España e Italia de finales de 1970, la participación de los Comunistas Reformados y de los Socialistas estaba condicionada a una agenda central en donde las grandes reivindicaciones fuesen atendidas desde los procesos de Estado.[3] Es decir, mientras existan los espacios abiertos para plantear las demandas y las mismas sean atendidas, habrá que mantener la vocación demócrata. Los movimientos sociales deben permanecer en la calle cómo mecanismos permanentes que recuerden a las estructuras políticas cuáles son los puntos de agenda que aún quedan en condición de ´traerse a la realidad´ y en atención eventual de poder ir democratizando todos los aspectos de la sociedad; no solamente los partidos políticos mismos sino, las universidades, las empresas, y el resto de las dinámicas ciudadanas. Cómo lo articula Sartori: ´Llevar a la democracia a los entornos donde normalmente esta no se encuentra posible´.
La necesidad de Marx sigue vigente claro, en la medida en que las desigualdades no dejan de atenderse y particularmente en la medida en que la política de Estado no pueda proteger frente al fenómeno –aún permanente- de procesos de extracción de plusvalía que son hoy más complejos que los descritos en tiempos de Marx y Engels.
Pero es muy fácil centrarse solamente en la crítica a los vicios del sistema de mercado actual, pensar en los indignados y en Slavoj Zizek apoyando la brevísima ocupación de Wall Street. Mi preocupación quiere dirigirse hacia lo siguiente: ¿Qué sucede cuando las estructuras políticas formales (particularmente los partidos políticos) no funcionan cómo deben? ¿Cómo deben reaccionar aquellos que se orientan (en mayor o menor grado) a través del horizonte marxista y que habían aceptado ya la necesidad de la vocación demócrata?
En el contexto de esa Europa Occidental a la que tanto hemos aludido, vale la pena recordar el diagnóstico que hace Peter Mair en cuanto a cómo crece el número de personas que en vez de ser ciudadanos interesados prefieren ser meros espectadores. En parte esto se debe a vicios muy puntuales del sistema de partidos políticos. Puntualmente dos, que deben imperativamente mencionarse en atención a su clara presencia en las democracias latinoamericanas. El primero de ellos, el clientelismo, definido desde la óptica de Simona Piattoni como.´ aquel contexto donde queda rezagada la representación propiamente política y toma precedencia el intercambio de apoyo político por favores personales o familiares´. (El PCI incurrió también en esta práctica dicho sea paso). El segundo vicio atiende a lo que Norberto Bobbio denomina la existencia de´ poderes invisibles´ y que en suma produce esa proliferación del Estado Paralelo.
Estas dos prácticas desplazan la virtud de la representatividad y producen un reto bárbaro a esa democracia que hemos denominado burguesa. Es decir, sistemas de participación ya no basados en los partidos como vehículos determinantes para atender las demandas de los ciudadanos. Ante esto, el mismo Mair lanza la siguiente pregunta: Sin partidos (estructuras políticas formales) ¿Quiénes serán los protagonistas de las democracias en el futuro? Lo que es igual a resucitar al Marx del Brumario ante su reconocimiento sobre la limitación y verdadera representación producida por las revoluciones burguesas.
Si nos referimos a la América Latina no solamente asistimos a una crisis de la representatividad desde las estructuras de los partidos políticos sino además debemos referirnos hacia aquellos contextos ´democráticos´ donde se suceden dinámicas, discursos y acciones, que, desde la misma práctica democrática articulan en contra de ella. A ello el teórico político Olivier Dabené referirá como ´La democracia degradada´. Algunos casos de ello: gobiernos que ´gobiernan por decretismo´, Golpes de Estado exprés o intentos del mismo´ (Paraguay 2012 y Guatemala con el denominado ´escándalo Rosenberg´ 2009) y por último, dinámicas de partido que se postulan bajo reglas institucionales que pretenden –posteriormente- modificar (jugar para romper las reglas).
En esencia entonces, las dinámicas contemporáneas en el contexto de la mayoría de democracias occidentales denominadas de baja intensidad han producido esa realidad que el teórico político estadounidense Sheldon Wolin denomina ´democracia sin demos´. A decir, ´ una vivencia en la cual se manifiesta una transición de ´la comunidad de ciudadanos´ a ´una comunidad de espectadores´. De allí hacia adelante, la transición hacia sociedades claramente pos-políticas en la cuales, además de todo, la crisis económica golpea los frágiles derechos laborales y por si esto no fuese ya mucho, los gobiernos de turno ´le tiran hostias a quienes hablan de más´[4] son el contexto que vuelven a darle vigencia a los reclamos de Marx.
Si referimos a nuestra realidad, la estabilidad y el número efectivo de partidos políticos no ha logrado consolidar la democracia. Si referimos al actual contexto español (para traer otro caso al debate) notamos cómo el sistema de partidos no ha podido ´domesticar´ lo económico y además, recorta los derechos como respuesta ante el descontento ciudadano. (La nueva ley de seguridad ciudadana que, en realidad es una ley mordaza).
Es muy claro que los movimientos sociales a pesar de su gran utilidad (negocian, articulan y construyen la agenda...) no son eternos. Pero me parece que el debate con respecto al problema de la dominación se traslada del plano de lo ´formal´ hacia lo ´no formal´. Punto muy escabroso de discusión con el cual cierro esta entrega. En suma, ante partidos que no vinculan, que no representan, que no protegen y que no logran resolver ´lo real-necesario´… ¿Se debe retirar la jerarquía a lo ´formal´ y considerar que pueden existir muchas otras formas de d-emocracia como mecanismos vinculantes y de representación en igualdad de jerarquía al concepto D-emocracia?
[1] Aunque luego de la Segunda Guerra Mundial se podría decir que el fascismo de Mussolini pasa a la historia, es importante recordar que el denominado ´ compromesso storico´ con el apoyo del PCI al gobierno del democristiano Giulio Andreotti evitó las tentaciones autoritarias en la Italia de 1978. Hay que recordar además lo que significó la muerte de Aldo Moro para este proceso político tan importante y quienes la llevaron a cabo, las izquierdas extra-parlamentarias más radicales, puntualmente las Brigadas Rojas.
[2] Me parece que resulta fundamental proteger la ´vocación democrática´ y no hay mejor contexto en el cual preservar la reflexión marxista con relación a lo ´político´ que hacerlo en el espacio de una lógica progresiva, alejada de las posiciones no renovadas. Reconozco también que ésta es una posición claramente aburguesada y que, quizá exclusivamente aplicable a contextos donde la democratización se ha acompañado de techo y pan para las grandes mayorías.
[3] Michael Hardt tiene una expresión simpática. El Mayo francés del 68, que en Francia duró poco tiempo, en Italia duró al menos 10 años más. En España la situación era más compleja debido a la situación vivida por la dictadura franquista.
[4] Frase tomada de la canción de Ismael Serrano titulada: ´Papá cuéntame otra vez´
Más de este autor