Son fotos como las que cualquiera de entre nosotras puede tener, las que pudieron quedar por la cédula, por el pasaporte, ahora la del DPI. Al final es un recuento de miradas, entre ellas y nosotros, trascendiendo tiempo, contando historias. Ana Cofiño tiene razón en las palabras que presentan el catálogo de esta exposición: estas mujeres tienen mucho más por enseñarnos que sus cuerpos, abramos el sentir a través del mirar.
“Encarnación” es el nombre de una de las mujeres que en ...
Son fotos como las que cualquiera de entre nosotras puede tener, las que pudieron quedar por la cédula, por el pasaporte, ahora la del DPI. Al final es un recuento de miradas, entre ellas y nosotros, trascendiendo tiempo, contando historias. Ana Cofiño tiene razón en las palabras que presentan el catálogo de esta exposición: estas mujeres tienen mucho más por enseñarnos que sus cuerpos, abramos el sentir a través del mirar.
“Encarnación” es el nombre de una de las mujeres que en algún momento de la historia de la humanidad ha dado su cuerpo a cambio de sobrevivir. José Manuel Mayorga ha hecho junto con otras personas, un recorrido en el Archivo Histórico de la Policía Nacional para encontrar a esas mujeres y sus tarjetas de registro, donde “voluntariamente” debían llevar un registro de salud, estar “legalmente” autorizadas para la prostitución y decir cualquier movimiento que hicieran. La historia de las mujeres en Guatemala es la historia de la autoridad inhumana y la prostitución es de las más crueles. Se crea una legislación con el objetivo de tener el control sobre las mujeres y sus cuerpos, y sus relaciones sexuales.
La sexualidad es aún, para muchos de nosotros, ámbito de contradicciones entre el placer e instituciones sociales. Muchas mujeres somos todavía producto de una sociedad que esconde aquello que ha decidido callar a las niñas bien, dejando sin embargo, algunos lugares abiertos en donde son aceptables para los hombres y los tilda como “necesarios”, los ficha como “históricos” y así legitima su existencia. Esas fotografías son espejos de nuestra propia realidad, no se está muy lejos de ser de alguna manera como esas mujeres controladas, empujadas a pagar impuestos que luego serían, en el tiempo de Ubico, para el mantenimiento de los edificios de la Policía Nacional.
Al pasar frente a las mujeres en puertas de hoteles o de cuartos pequeños cerca de una línea de tren, pensé en cuál era la razón para que yo no estuviera allí. Cuál era la diferencia entre ellas y yo. Mientras más lo pienso, son maneras diferentes en que mujeres vivimos en una sociedad que le da la espalda a las mujeres. En otras palabras, en esas fotos, estamos todas. Sus nombres son Encarnación, Concepción, Alfa, Blanca, Marta, Dora, Ovilia, Paula, ninguno tan poderoso como Digna América y seguramente también habrán entre ellas muchas Gabriela.
La exposición estará abierta hasta mayo, en el Centro Cultural de España en Antigua Guatemala. Hay también un catálogo con tres ensayos de José Manuel Mayora, Carolina Escobar Sarti y Anna Carla Ericastilla, preparado con mucho esmero, desde los textos hasta la presentación. Ojala puedan ustedes, como yo, darse el tiempo de escuchar las historias que nacen del corazón de cualquiera que tenga la capacidad de pensar, por un momento, en la foto de cualquiera de estas mujeres.
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