Tempranamente y sobre la base de los grupos generados durante la campaña electoral, se observan dos grupos que se disputan espacios dentro y fuera, compiten entre sí y pretenden adelantar al otro para comenzar a posicionarse de cara a las siguientes elecciones. Me refiero a los diputados que simpatizan con la Vicepresidente Roxana Baldetti y con el Ministro Alejandro Sinibaldi. De momento, sus diferencias no han salido de su propia cancha partidaria, pero no tarda en explotar la olla de...
Tempranamente y sobre la base de los grupos generados durante la campaña electoral, se observan dos grupos que se disputan espacios dentro y fuera, compiten entre sí y pretenden adelantar al otro para comenzar a posicionarse de cara a las siguientes elecciones. Me refiero a los diputados que simpatizan con la Vicepresidente Roxana Baldetti y con el Ministro Alejandro Sinibaldi. De momento, sus diferencias no han salido de su propia cancha partidaria, pero no tarda en explotar la olla de presión. Cada uno de esos frentes se mueve sigilosamente. Uno, con base en el Legislativo y con alcaldes; el otro operando desde el Ejecutivo ejerciendo presión en la Municipalidad capitalina, con fuerte influjo de recursos.
En el medio están los temas de fondo, los compromisos, la gobernabilidad, el objetivo de no tensar esas relaciones más de la cuenta para no generar problemas mayores. Mantener esos hilos de control político, no es cosa fácil. Requiere de operadores especiales que no son quienes están en la Junta Directiva del Congreso. Probablemente ese primer grupo se haya sobreexpuesto en las últimas semanas, lo que obligará a sacar a la cancha al equipo titular, integrado por diputados de peso mayor que no representan cuadros propios del partido, sino importados especialmente del FRG; capaces de navegar en todo tipo de olas, las propias, las de conveniencia; pero siempre teniendo en la base sus propios objetivos que se negocian en momentos oportunos.
Mientras los dos grupos están pugna de baja intensidad, el gobernante deberá procurar mayor control de la institucionalidad. El nombramiento del nuevo responsable de la SAT se inscribe en ese intento, donde el perfil de tecnócrata es prioritario para tomar distancia de los oportunistas que dominan los frentes en tensión. Es de esperarse que esos funcionarios que no están ni con uno ni con el otro reciban una gran cantidad de presiones para imponer funcionarios, agendas e intereses. Sus primeros pasos de distanciamiento o dependencia serán cruciales para garantizar la estabilidad, como base para la creación de escenarios de viabilidad.
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